Quantcast
Channel: HISTORIA PUENTE DE GÉNAVE................ el Blog.
Viewing all 214 articles
Browse latest View live

HISTORIA DE UNA SEGREGACIÓN

$
0
0
Recuperamos para esta nueva publicación el escrito que el cronista oficial de Beas de Segura, D. Antonio Yuste Moreno, realizó para el libro de fiestas patronales del año 1980. En este artículo nos explica con todo tipo de detalles las particularidades que se produjeron en el proceso de segregación de Puente de Génave para convertirse en municipio independiente de La Puerta de Segura.

PUENTE DE GÉNAVE, MUNICIPIO INDEPENDIENTE. APUNTES HISTÓRICOS.


Puente de Génave, como todos sabemos estaba inserto en el término municipal de La Puerta de Segura. En su desenvolvimiento le llegó el momento y la necesidad de afirmar su personalidad local. Sus moradores sintieron el fuerte anhelo de regirse a sí mismos y, por pronunciamiento casi unánime de la voluntad popular, iniciaron el lento y dificultoso camino que les conduciría a la oficial y definitiva consagración de su independencia al convertirse en municipio propio.
Gaceta de Madrid. Publicación acuerdo de
 segregación de Puente de Génave

Es un proceso en que, si al principio significaba “solamente una cuestión de rudimentaria legalidad” para los vecinos de Puente de Génave, pronto se convertiría en problemas de rivalidades locales, pleitos de agravios, choques pasionales que rompieron los lazos de una larga convivencia. Dicho proceso se inicia en 1926, el 5 de mayo, cuando la Parroquia de Puente de Génave, por exceder de mil habitantes, es reconocida como Entidad Local Menor, por Real Orden y de acuerdo con el Estatuto Municipal vigente. La Entidad queda oficialmente constituida el día 16 del mismo mes y año, designándose la Junta que debía administrarla. Esta Junta estaría formada como presidente por Juan María Idañez Frías, siendo los vocales Celedonio Avilés Hornos, Tomás González Serrano, José María Giménez Samblás, Blas Martínez Frías, Blas Martínez Idañez, Ramón Avilés, Juan Navarro Samblás y Juan Herreros Herreros, quedando como secretario José Caracuel y Aguilera.
D. Juan María Idáñez Frías, presidente de la Junta Vecinal
y propietario del inmueble donde se ubicó la Comisión Gestora

Transcurridos más de los dos años que el Estatuto preceptuaba, dirigieron escrito al Ayuntamiento de La Puerta solicitando segregarse del mismo para construir municipio independiente, apoyándose en el artículo 18 del Reglamento sobre Población y Términos de 1924. Acompañaban a la solicitud una memoria conducente a justificar que una vez segregados “no se merma la solvencia del Ayuntamiento de La Puerta, ni anula la que haya de tener Puente de Génave, en perjuicio de acreedores, ya que no los hay en la fecha”; y, en todo caso, “los vecinos de Puente de Génave se comprometen, solamente por medio de su Junta Parroquial y personalmente si fuera necesario, a subrogarse en su día de los créditos que existieran, con sus bienes propios”. Además de otras certificaciones se incluía también un croquis y certificación expedida por el ayudante del Servicio de Conservación Catastral, de la parte de término objeto de la segregación, expresando el perímetro que comprendía la demarcación y su superficie aproximada de 3.881 Has.
Término municipal de Puente de Génave

Independientemente los vecinos de Peñolite hacen una petición al Ayuntamiento de La Puerta, significando que no desean segregarse del término y que la Junta de Puente de Génave no debe contar con ellos para tales fines por entender que, de esta manera, no sólo se benefician los intereses del término sino también los suyos propios.
El Ayuntamiento de La Puerta, de conformidad con el dictamen emitido por una ponencia designada al efecto, acordó por unanimidad el 6 de diciembre de 1928, en sesión extraordinaria, denegar la segregación solicitada. Apenas transcurridos diez días la Junta de vecinos de Puente de Génave remiten escrito donde se formula el recurso previo del artículo 225 del Estatuto Municipal antes de ir al contencioso administrativo, pero prescinden de este recurso y acuden al Ministerio de la Gobernación como vía adecuada para alcanzar, en defecto de ley, el reconocimiento de su pretensión por medio de un Decreto Ley. El Consejo de Ministros se pronuncia con fecha 26 de junio de 1929 en los términos de “no aceptar la segregación”.
Peñolite

Por fin, en agosto de 1932, se consigue la tan anhelada segregación. De acuerdo con el nuevo Reglamento de Población, Puente de Génave se constituye en Municipio, publicándose en la Gaceta de Madrid con número 217, y según el siguiente texto:

“MINISTERIO DE LA GOBERNACIÓN.- Dirección General de Administración. El Gobernador Civil de la Provincia de Jaén participa que, en virtud de lo preceptuado en el Reglamento de Población y Términos Municipales, el Ayuntamiento de La Puerta de Segura, en dicha provincia, ha acordado la segregación de los Anejos de Puente de Génave, Peñolite, Los prados, Tamaral y las cortijadas y caseríos de Los Avileses, Casablanca de Abajo, Casablanca de Arriba, Cortijos Nuevos, Cuevas de Peñolite, Paúles, Pedro Nares, Las Torres de Peñolite, El Tamaral, Los Prados de San Blas y La Venta del Tufo, para constituir con todos ellos un nuevo municipio independiente, bajo la denominación de Puente de Génave, cuyo acuerdo es firme y ejecutorio”.

Tras esta decisión, Puente de Génave inaugura su Ayuntamiento, nombrándose una Comisión Gestora encargada provisionalmente de su administración y eligiendo su primer alcalde, por mayoría de votos, que recaería en D. Gil Antonio Campayo Martínez. El deslinde de términos se haría de acuerdo con la antigua demarcación eclesiástica aprobada por auto del Ilmo. Sr. Obispo de Jaén en enero de 1904.

(Apunte extractado del Proyecto de Estudio Histórico-Geográfico de Puente de Génave)

Antonio Yuste Moreno.


BREVES APUNTES SOBRE EL CASTILLO DE BUJARAIZA

$
0
0
Con el afán de dar un poquito de normalidad a una situación social y económica totalmente anormal, queremos seguir con nuestra dinámica de publicaciones sobre particularidades de nuestro pueblo, Puente de Génave, y de nuestro entorno, la Sierra de Segura. Por ese motivo nos centramos en esta ocasión en el castillo de Bujaraiza, situado en pleno corazón del Parque Natural en el centro del pantano de El Tranco. Aquí podréis tener conocimiento de sus características y elementos que lo forman como testigos de su larga y compleja historia.


AQUELLA VISITA AL CASTILLO DE BUJARAIZA.

Nunca un viaje es completo pues, aunque uno llegue al lugar que desea conocer, y visite los monumentos, atracciones, lugares y personas que desea visitar y redescubrir, hay lugares, animales, plantas, monumentos, gentes y costumbres que no es capaz de saber de su existencia. Para ello, necesita vivir entre ellos y relacionarse con gentes del lugar, descubrir por su propia iniciativa lugares, costumbres, ... para así, conocerlos un poco mejor, nunca en su totalidad, pero sí mejor. Aun así, hay lugares y parajes que encierran secretos, historias desconocidas, salvo para aquellos que las vivieron en primera persona, o a las que el recuerdo de lo allí sucedido, les llegó por boca de alguien, y aún está fresco en su memoria. También hay personajes, animales y plantas que seríamos incapaces de pensar que se encuentran en ella.
Entrada al Parque Natural

A la Sierra de Segura, y por extensión a todo el Parque Natural de Segura, Cazorla y las Villas, le pasa esto mismo. Encierra tal cantidad de lugares, animales, plantas, historias, leyendas, costumbres y personajes, que hacen de él, un lugar sumamente completo y enriquecedor, acogedor, tranquilo y agradable, tanto para el visitante ocasional como para los habitantes de la zona. La Sierra de Segura, y por añadidura, su antigua capital, Segura de la Sierra, formaron parte de los llamados Reinos de Taifas, iniciados a partir del año 1031, con la abdicación del Califa cordobés Hisham II. Fue regido por Ibrahim ben Ahmad ben Hamusk entre 1146 hasta 1169que fue entregado a los almohades, por lo que raramente aparece citado como Reino de Taifa individualizado, según nos dice "Emilio de la Cruz Aguilar", en el Boletín de Estudios Giennenses. En parte, por ser un Reino de Taifa esta zona, y pertenecer la totalidad de la provincia de Jaén a distintos Reinos de Taifa, se explica, lo que dice también "Juan Eslava Galán" en su libro Los Castillos de Jaén: "La provincia de Jaén, tiene la mayor cantidad  de fortificaciones por kilómetro cuadrado de Europa, e incluso del mundo, si exceptuamos Oriente próximo (Siria-Palestina) ...", me atrevería a decir que tal es la concentración de castillos, torre fortaleza, torre de vigilancia y recintos fortificados, que hacían de la Sierra de Segura uno de los territorios más aguerridos y fortificados dentro de la provincia de Jaén.
Mapa de construcciones y fortalezas medievales de la Sierra de Segura

Todo esto viene a cuento por una escapada, muy curiosa, la cual, llevaba mucho tiempo deseando hacer, pero que por diversos motivos pues unas veces no disponía de tiempo y otras estaba la crecida de las aguas del pantano dejando aislado el recinto, hasta que se presentó la oportunidad, y decidí no desaprovecharla. Recuerdo que era un sábado por la tarde, hará alrededor de tres años, estando con un amigo, en un mirador del Pantano del Tranco, escuchamos un fuerte mugido. No nos extrañó, pues algunos toros y vacas domésticos, ahora ya en estado salvaje a causa del tiempo que pasaron en libertad y a su suerte, y ya sabíamos que estaban éstos animales sueltos por las inmediaciones -había restos de sus desechos orgánicos por todos sitios, incluyendo donde nosotros estábamos- y no le dimos más importancia. Más tarde, se escucharon algunos mugidos más.
Mirador sobre el pantano de El Tranco

Al rato, se presentó un hombre, muy acalorado y sofocado, con un puñado de espárragos en la mano, y vino hacia nosotros como si al vernos, hubiera visto a Dios, y le persiguiera el mismísimo Diablo. Le pedimos a éste señor que se tranquilizara, y que nos contara qué había pasado, diciéndonos: “Estaba buscando espárragos, allí arriba, en el monte, me he agachado a mirar una mata, y al levantar la cabeza, había un toro "colorao", grandísimo, con unos cuernos enormes, que me ha pagado un mugido, que aún no sé cómo he podido escapar de allí. Cuando ha pegado el mugido, se me ha descompuesto el cuerpo, y lo único que he podido hacer es salir corriendo monte abajo, hacia el Pantano, a todo lo que me daban las piernas. Al darme la vuelta, y ver que le había cogido un poco de ventaja, he aprovechado para subirme al tronco de uno de esos olivos abandonados, hasta que se ha cansado de mugir y se ha ido. Momento que he aprovechado para venirme por aquí por si había alguien, para que hicieran el favor de acercarme al cortijo”.
Mirador frente al Castillo de Bujaraiza
Acercamos al hombre al cortijo, y no creo que haya estado más agradecido de que le hicieran un favor, que ése día, sobre todo, porque al pasar por una curva, había un toro de color rojizo o colorao, el cual identificó éste señor como su perseguidor, y es cierto, era un pedazo de ejemplar, y tenía un par de cuernos, que asustaban de lejos, así que de cerca... Por suerte para el visitante, las autoridades competentes decidieron al poco tiempo tomar cartas en el asunto, y ya no hay animales de éste tipo en la zona pues eran un peligro.
Castillo de Bujaraiza. 

Dentro del pantano del Tranco, había en la antigüedad dos castillos, o más concretamente, un castillo y una torre. De la torre, llamada torre de Bujarcaiz, tengo noticias por los escritores e investigadores anteriormente mencionados y por estar incluida como Patrimonio Inmueble de Andalucía, hallándose sumergida dentro de las aguas del pantano, teniendo similar fábrica a las de Santa Catalina en Orcera. Dicha torre, se encontraba junto a una aldea, hoy también desaparecida bajo las aguas del pantano, y que le da nombre a la torre, Bujarcaiz. Sus habitantes debieron abandonar sus casas, tierras de cultivo, sus recuerdos, su memoria histórica, y lo que resultó aún más doloroso, a sus antepasados bajo las aguas de este Pantano. Hay algunos lugares que recuerdan por sus nombres lo que digo, como puede ser el "Mirador de las Ánimas", un par de kilómetros como mucho, aguas arriba. Del castillo de Bujaraiza, hay algunas leyendas que aún hoy son contadas en libros, como una que dice que dicho castillo, fue usado como prisión durante la dominación y guerra contra los Ejércitos de Napoleón, 1808-1814, en la cual eran custodiados los mandos del Ejército -si es que se le podía llamar así- español que eran capturados en los pueblos y aldeas limítrofes. No he leído nada al respecto, salvo en Cuentos y Leyendas de la Sierra de Cazorla, por lo que no puedo ni confirmar ni desmentir éste suceso.
La isla del Castillo de Bujaraiza emergiendo sobre las aguas de El Tranco

El castillo, tiene la siguiente estructura: un patio delantero cuadrado, que debió usarse como lugar de reunión ante los ataques de otros pueblos limítrofes, y para reunir el ganado durante la noche, debió tener también un cobertizo o similar hacia el muro delantero donde según la foto del lateral está el hueco que parece una puerta de entrada, que estando dentro del recinto, no me dio la impresión de que fuera la entrada principal. Ésta entrada principal, no sería capaz de decir dónde se encontraría, ya que faltan muchas paredes, y está muy arruinado para ser capaz de hacerme una idea completa del estado inicial. Detrás de éste patio, habría una torre centrada con el lienzo de muralla -la torre del homenaje- a la izquierda de ésta torre, hay otra pequeña torre esquinera, también muy derruida. A la derecha de la torre de homenaje, hay un espacio rectangular de unos 4 metros de ancho, la anchura de la torre, y de largo desde el lateral de la torre hasta la muralla, que debió ser dependencias o alojamientos de los habitantes del Castillo. Por lo tanto, a la derecha de la torre principal, aunque en las fotografías parece haber una tercera torre, lo que se ven, son restos de las dependencias y no parte de ninguna otra torre.
Torre principal. Castillo de Bujaraiza

Una vez acabada la visita del recinto del castillo, nos dirigimos al pantano, cuyas aguas, bajas por la sequía, están al pie del castillo, sorprendiéndome al ver éste trozo de muro que circunvala el castillo, debió ser otra muralla defensiva o similar. De esta visita, debo dar las gracias por acompañarme a Lolo, un gran y sufrido amigo, con el que, durante una semana al año, he compartido algunas visitas, caminatas por la sierra, y como no, también he acompañado durante sus incursiones por las márgenes del Guadalquivir para pescar, por decir algo, ya que los peces, en ésta época del año -primeros de agosto- tienen un máster en lanzamientos de cohetes al espacio, y dominan gran parte de las lenguas muertas. No pican el anzuelo ni de casualidad, pero él insistió e insistió, hasta que dos o tres picaron, eso durante una semana, y empleando su tiempo, con lo que no es tan fácil el tema de la pesca. Aun así, debía acompañarlo, y lo hice con gusto, practicando otra de mis aficiones: la fotografía.
Isla de Bujaraiza emergiendo sobre El Tranco. Vista aérea

Por último, solamente me queda añadir, que había otra Torre de Defensa más en la zona. La Torre del Vinagre, hoy convertida en Museo y Centro de Interpretación de la Naturaleza, de los restos de la antigua torre, no he visto nada por los alrededores, posiblemente, los hayan incluido o usado para realizar el edificio del Museo, o incluso pueda quedar algo perdido por los montes de alrededor. En cualquier caso, aquí acaba nuestro viaje, os espero para próximas rutas y viajes por éstos pueblos, parajes y rutas serranos. 
 
Publicado por Esteban. http://loqueseocultabajoelsol.blogspot.com/


PUENTE DE GÉNAVE. UN PUEBLO EN PROGRESO

$
0
0

PREPARÁNDOSE PARA EL S. XXI

En los últimos días del mes de marzo de 1993, el Ayuntamiento de Puente de Génave, ponía en conocimiento de la ciudadanía una actuación de ámbito urbanístico que iba a transformar de forma considerable y evidente el futuro de nuestro pueblo. Eran momentos de incertidumbre, donde el goteo incansable de la emigración y una crisis económica provocada por el aumento del precio de los productos energéticos, precisaban de decisiones valientes como la adquisición de los terrenos de La Vicaría. Puente de Génave no podía permitirse volver a perder el tren del progreso, como ya ocurrió allá a mediados de los 60 del siglo pasado con el proyecto inacabado de la línea de ferrocarril Utiel-Baeza, y el Ayuntamiento debía tomar una iniciativa que podría suponer un verdadero impulso para el desarrollo económico al tiempo que proporcionarían un cambio considerable a la fisonomía de Puente de Génave. La posibilidad de apertura a nuevas perspectivas económicas con la instalación de un polígono industrial era de vital importancia para nuestro pueblo pues ya estaba en fase de redacción el proyecto de construcción de la circunvalación de la carretera nacional, que finalmente entraría en servicio en 1995, y los accesos a esta área de desarrollo se debía planificar debidamente.

Vista aérea de Puente de Génave con la carretera de circunvalación.
Es el momento quizás más significativo de la historia reciente de nuestro pueblo, historia que había estado marcada por la influencia económica y comercial del paso de la carretera N-322 por el casco urbano, y la nueva circunvalación podría afectar negativamente a esa economía, por lo que había que reactivar con nuevas posibilidades al desarrollo local. Además, se contemplaba una actuación urbanística en el Paseo del Río, la reconstrucción del Puente Viejo junto con las nuevas posibilidades propiciadas por la sustitución de la antigua carretera, una vez abierta la circunvalación, por lo que hoy conocemos como Paseo de La Vicaría, que una vez urbanizado a ambos lados, facilitaría el crecimiento urbano con una expansión constructiva que aportará nuevas viviendas, dotando a Puente de Génave de nuevas posibilidades como la construcción de un espacio central ajardinado, el centro cultural Siglo XXI, acceso a áreas deportivas y recreativas, la estación de autobuses y el complejo industrial de La Vicaría.
Planta envasadora de aceite en el Pol. Ind. La Vicaría 


PUENTE DE GENAVE. UN PUEBLO QUE PROGRESA

Todos sabemos que nuestro pueblo es muy joven. Poco más de un siglo de existencia y no más de sesenta años como municipio. También sabemos que tuvo un crecimiento espectacular en el primer tercio del siglo y que también fue espectacular el despoblamiento que sufrió en los años 50, 60 y 70; parejo al que padecieron la mayoría de los municipios de nuestra tierra.

Un proceso que acabó con multitud de cortijos y aldeas y que incluso hirió de muerte a algunos pueblos. El Puente, gracias a su privilegiada situación geográfica, logró capear el temporal y ser así el que sufrió un menor retroceso demográfico relativo, de entre todos los pueblos de la Sierra de Segura, en el periodo mencionado. Ya a comienzos de los años 80, la población empieza a estabilizarse y en la actual década a recuperarse. El Atlas Básico de Andalucía, en sus datos de 1992, recoge que es el único municipio de toda la mitad oriental de Jaén que aumenta, aunque ligeramente su población; en todos los demás la evolución es negativa.

Gran “culpa” de que ello sea así la tiene la carretera. La carretera es parte consustancial de este pueblo. Ello ha hecho que la actividad económica esté más diversificada y que no dependa sólo y exclusivamente del campo como ocurre en otros lugares. Hoy la Agricultura sigue siendo en el Puente la principal fuente de ocupación, pero los servicios, talleres, pequeñas industrias y hostelería son un sector cada vez más pujante. 

En este sentido, la construcción de la carretera de circunvalación no creemos que vaya a tener un efecto negativo, sino, tal vez, al contrario. La transformación de la N-322 en una vía rápida y en el futuro en una autovía, va a permitir que el tráfico se duplique en poco tiempo, por lo que éste va a demandar más servicios. Lo único que ocurrirá es que las instalaciones industriales y hosteleras estarán unos cientos de metros más añejados del pueblo. Pero eso será todo.

Con la entrada en funcionamiento de la planta envasadora de aceite en 1992, se dio un paso de gigante para la creación de un sector de transformación de productos agroalimentarios en la zona, hasta entonces prácticamente inexistente. Después, y estrechamente relacionadas con la creación de la Escuela de Agricultura Ecológica, se van a instalar a corto plazo otras industrias del ramo como envasado de miel y fábrica de conservas ecológicas y encurtidos. Todo ello en el Polígono Industrial La Vicaría, de reciente creación, donde hay ya alrededor de diez proyectos en marcha de industrias y talleres, además de las ya existentes.

Paralelamente a este incipiente desarrollo industrial, el pueblo está sufriendo una espectacular transformación en su fisonomía urbana. Hay amplias y atractivas zonas de recreo, el paseo de La Vicaría, ya urbanizado en una de las márgenes de la carretera y en estado de obras en la otra; el Paseo del Río y el resto de las actuaciones que se están acometiendo en las márgenes del mismo; la nueva Plaza de la Constitución, aún no concluida y la transformación del último tramo del Arroyo de Peñolite, tras su embovedado, para convertirlo en un espacio de usos múltiples que engloba a un paseo, un auditorio al aire libre, recinto para realización de verbenas populares y parque infantil a la vez que se elimina un obstáculo natural y se propicia la extensión del pueblo en dirección a La Vicaría.

También se está intentando recuperar nuestro patrimonio histórico. El Puente Romano, más conocido entre nosotros por Puente Viejo, está siendo restaurado y existe un ambicioso proyecto para restaurar también, a través del Programa Leader de la Unión Europea, alguno de los molinos harineros existentes para convertirlo en museo-posada-albergue y así como también en las Torres de Peñolite.

Estamos pues inmersos en un prometedor e ilusionante proyecto de futuro para el Puente. El asentamiento, lugar de frontera entre tres provincias y entre dos sierras, nos proporciona inestimables instrumentos que, bien aprovechados, pueden hacer de nuestro pueblo lo que todos los puenteños hemos soñado alguna vez, un pequeño centro industrial y comercial en el que convivan armónicamente lo rural y lo urbano, modernidad y tradición, pasado y futuro. Un pueblo de todos los puenteños y para todos los puenteños.

POR SAN MARCOS.... A ESPANTAR AL DIABLO....!!!!!!!!

$
0
0
Evidentemente, este año, las circunstancias han sido especiales y la tradicional celebración de San Marcos no ha tenido las particularidades que la tradición ha venido marcando en la mayoría de municipios de la Sierra de Segura. Espantar al diablo es al tiempo una tradición que se pierde en el tiempo y una escusa para saludar a la nueva estación primaveral, cubriéndose con una cierta aureola de esoterismo y superstición en torno a el beneplácito divino por los nuevos frutos que este tiempo tiene en el campo y del ganado. La jornada campestre y la tradicional comida comunitaria es la característica principal de esta celebración que se repite año tras año en nuestra Sierra.
   
ESPANTAR AL DIABLO, UNA TRADICIÓN DE LA SIERRA DE SEGURA.

(j t)

Entre las más curiosas costumbres que permanecen vivas y aún conservan las huellas de su primitivo origen, cabe señalar la que tiene lugar el 25 de abril con motivo de la festividad de San Marcos. Pero no me estoy refiriendo a la tradición del toro ataviado y ensogado que los municipios de Beas de Segura y Arroyo del Ojanco celebran de manera tan gozosa y vital; la referencia es a la celebración que en otros pueblos de la comarca de la Sierra de Segura realizan este mismo día de San Marcos, que en el lenguaje popular se denomina ir a espantar al diablo o atar al diablo; una costumbre que hunde sus raíces en la oscuridad de la historia. El escenario es siempre campestre, al aire libre y en plena naturaleza, que suele ser un lugar seleccionado por la costumbre en cada pueblo, lugar frondoso, de montaña con fuentes o manantiales de agua o cercano a un río, y con abundante vegetación y sombras; pues es esta época disfrutar de la naturaleza con la entrada de la primavera en salidas campestres y romerías.
Campo primaveral protagonista de esta tradición
Se trata de una tradición ancestral que perdura en esta tierra y que de forma inmutable se cumple por la población como un hecho sustancial de la vida y tradición. La celebración se inicia unos días antes con la preparación, en clanes familiares o de amigos, de los medios necesarios como las provisiones de carnes de todo tipo, abundante bebida y los hornazos cocidos en el horno. Llegada la fecha del santo, la larga comitiva se pone en marcha en grupos, pandillas y peñas hacia el lugar de costumbre en cada pueblo, donde en medio de juegos, bromas y ambiente festivo se dará buena cuenta de las viandas preparadas. Espantar al diablo constituye el motivo central, consistiendo en anudar los tallos de una planta, hierba alta o rama de un arbusto, principalmente retama, con lo que simbólicamente se ata o espanta del lugar a un diablo alegórico. El ambiente festivo dura toda la jornada, incluso se prolonga al día siguiente si hay viandas. El regreso tiene lugar a la caída de la tarde, sin que falte el baile y juegos grupales para cerrar la jornada. Este es el contenido externo de la celebración dando fin así a un ritual se ha ido difuminando y adaptando al paso del tiempo.
Retama anudada como acto simbólico
El origen de este acontecimiento hay que buscarlo en el mundo antiguo. Estas fechas era el momento en que los campos florecían y el invierno agonizaba, dando fin a una de las dos fases en que se dividía la vida en el mundo primitivo. Posteriormente los romanos festejaban la “robigalia”, para preservar la siembra de la temida enfermedad de la roña, entonces muy frecuente; así como la del “annus pastorum” o año de los pastores, para preservar al ganado. Durante los siglos siguientes se mantendrán con carácter popular a pesar de su naturaleza pagana dentro del mundo cristiano ante la imposibilidad de suprimirlas, cristianizándolas la Iglesia Católica poniéndolas bajo la advocación de un santo protector cristiano, en este caso, San Marcos, cuya fecha se hace coincidir con la fiesta pagana. La Iglesia declara este día como festividad religiosa de obligado cumplimiento, instituyéndose también nuevos ritos, rogativas y procesiones con recitación de las letanías mayores y bendiciones simbólicas de campos, en las que se implora el amparo del santo sobre las lluvias y las cosechas, viniendo a ocupar así este santo el lugar de los antiguos dioses protectores paganos de otras civilizaciones anteriores. Así, era tradicional, al mediodía del 25 de abril el toque de campanas en las iglesias propiciadoras de la alegría de la lluvia tan necesaria en esta época para el campo y al tiempo para ahuyentar las dañinas tormentas, que ha quedado reflejada en el refranero popular que afirma “Por San Marcos, el agua a charcos”.
Representación de San Marcos
Otra advocación tradicional del evangelista San Marcos es complementaria de la anterior, y parte de la estimación del santo como preservador del propio infierno, que las cristianas viejas practican caminando por el campo mientras rezan la oración ritual, arrojando una china sin volver la vista atrás cada vez que recitaban un nuevo credo.
“San Marcos bendito,
treinta y tres credos te deposito.
Ni te los doy ni te los quito,
pero a la hora de la muerte los necesito”.

Se afirma pues, una estrecha relación del santo con el propio demonio, reclamando su protección en los umbrales de la muerte, por lo que San Marcos es capaz de frenar el mal que el diablo representa. Las personas de mayor edad impedidas de ir al campo, salían a las afueras de los pueblos, desde donde recitaban también una oración ritual para expulsar los influjos diabólicos tanto de las casas como de los campos.
El Pizorro. Paraje de Puente de Génave tradicional en San Marcos
La zona geográfica donde mejor se conserva esta costumbre de manera más intensa es en la zona media y norte segureña, por los municipios de Villarrodrigo, Torres de Albanchez, Génave, La Puerta de Segura, Puente de Génave, etc... En la zona media y sur de la Sierra de Segura, desde la población de Segura hasta Pontones y por las aldeas santiagueñas de río y de la vega, predomina sin embargo otra fiesta similar que se celebra el 22 de mayo festividad de Santa Quiteria. La tradición de esta parte de la comarca de la sierra segureña consiste en salir al campo a merendar con el insustituible hornazo. Por la zona del valle del Guadalquivir, es decir, el Zarzalar, Venta de Hilario, Las Ericas, El Cantalar, Campillo y Vadillo-Castril; el día de Santa Quiteria gozó siempre de gran predicamento y su celebración conservó mucha fidelidad a sus primitivos orígenes. Normalmente en este día era la fecha en que se abrían las orzas que contenían los elaborados matanceros, previamente selladas con yeso o barro las coberteras o tapas de madera desde el momento de la fritura de la matanza, para que nadie pudiera abrirlas. Un acto cargado de simbolismo que autorizaba a comer por primera vez los embutidos fritos de la matanza casera, en especial los chorizos, condimentados con huevos fritos de la nueva puesta de las gallinas. Otro acto ritual era construir merciores (mecedores o columpios) en árboles de calles o en el campo, en los que con gran alborozo se columpiaban las mozas y zagalas casaderas ayudadas por los vaivenes de sus novios y amigos, siendo impulsadas entre gritos y e imprecaciones de miedo o alegría. Las miciringás o mecidas propiciaban mayor cercanía entre los jóvenes en un ambiente de alegría y libertad poco usual en la época.

Juegos tradicionales en el campo
En la zona cazorleña se reserva esta efeméride para el último domingo de abril, con la romería de la Virgen de la Cabeza que cumple los mismos fines al salir al campo, acudiendo los vecinos de los pueblos y aldeas de los contornos, siendo protagonista también el típico hornazo. Algo parecido sucede en Orcera con el día de la Candelaria en los alrededores del Convento, o en Siles el domingo de Pascua el día de la mona o del huevo, con clara influencia levantina, pero con el hornazo como denominador común. En los alrededores, pero ya en el Campo de Montiel ciudadrrealeño, municipios como Villamanrique, Almedina, Terrinches, Infantes o Puebla del Príncipe, también se espanta al diablo para San Marcos saliendo al campo y anudando los tallos tiernos de la siembra verde de los cereales, que algunos, siguiendo una vieja costumbre, anudan usando solamente la mano izquierda. En Villapalacios y Bienservida atan también las plantas verdes del campo para espantar al diablo, y en Alcaraz tocaban campanillos y cencerros en el campo para ahuyentarlo y en todos con elaboración de hornazos. En Yeste y sus aldeas anudan pañuelos y ahuyentan al diablo agitando al aire las mantas de la casa. En Albaladejo y Villanueva de la Fuente, matan sapos, hormigas y lagartijas con el mismo fin de expulsión de los espíritus malignos de los campos. En Sorihuela, Santa Quiteria es copatrona del pueblo, y celebran la fiesta en una original romería que celebran junto al río Guadalimar, que incluye la construcción de chozos para albergarse las familias o peñas, sin que falte tampoco la presencia del hornazo en las suculentas meriendas.
Imagen de Santa Quiteria

Si existe un elemento común este es el hornazo, dotado casi siempre de huevos cocidos incrustados en el centro de la masa, a veces pintarrajeados con motivos campestres. Como señalan algunos autores, el hornazo de la fiesta equivale a la mona levantina o catalana y al bollo del norte hispano, siendo una reproducción simbólica de los órganos de generación femenino y masculino hechos con la masa de harina de trigo, empleados en esta ocasión como amuletos o símbolos de la generación y de la vida, que se corresponden con otros objetos hechos con masa en muchas otras romerías españolas con las mismas intenciones. El huevo es otro de los elementos materiales que participa también en la conmemoración de forma principal, cocido o duro, incorporado o no al hornazo, variedad cocida que deriva de la forma en que en el mundo rural se conservaban antes los huevos para su consumo. Recuerda también la antigua costumbre de consumir los últimos huevos duros toda la familia el día de la Pascua, que aún perdura, para celebrar la resurrección a la otra vida, simbología que se corresponde con los antecedentes históricos de cabalistas y alquimistas, que consideran al huevo símbolo de victoria sobre la muerte y resurrección, en este caso de la naturaleza con alegría y regocijo que se exterioriza estrellando burlonamente los huevos duros que se van a comer para romper la cáscara en la frente de los vecinos y comensales, como se acostumbra a hacer en San Marcos. La carne es otro de los ingredientes imprescindibles en la fiesta, como alimento venerado por los campesinos, de choto y, sobre todo, cordero para ser asada en las brasas de un abundante fuego. Es precisamente el cordero un animal de grandes significaciones a lo largo de la historia, pues el cordero guarda las reminiscencias de la antigua fiesta pastoril romana y es, al propio tiempo un símbolo eucarístico de primer orden en toda la tradición cristiana.
Tradicional hornazo con huevo coloreado.
El acto ritual es otro aspecto que se materializa en una especie de orgía de carácter primitivo y campestre, encubierta hoy como una romería o una simple reunión campestre, que sin embargo conserva todavía vigentes las formas rituales de anudar la siembra o los arbustos, atar un pañuelo o dar muerte a un sapo, hechos bien significativos de los fines perseguidos de aniquilación diabólica, o de ahuyentar los efectos maléficos de los alrededores mediante la sacudida de mantas o haciendo sonar estrepitosamente campanillos o cencerros, en clara alusión a la expulsión simbólica del espíritu maléfico de nuestro entorno rústico y urbano. Los personajes que intervienen, constituyen las piezas fundamentales del acontecimiento, son San Marcos y el propio Demonio. Obvio es decir que el santo, viene a simbolizar la entrada de la primavera, la llegada del buen tiempo que se encarga del buen crecimiento de las siembras y preservarlas de las inclemencias del tiempo, dando por finalizado el oscuro invierno para la naturaleza. Personifica pues San Marcos el triunfo de la luz sobre las sombras y las tinieblas invernales y, en definitiva, del bien sobre el mal representado por el Diablo, de ahí que se le espante o se le ate, con ayuda del santo, para evitar sus malos influjos sobre las casas, tierras, montes y las siembras, así como de los males y enfermedades que atacan a personas, animales y plantas. Se clausura así un tiempo oscuro y tenebroso, y se inicia otro abierto a la esperanza y a la vida.
Tradicional comida campestre de San Marcos 
Los fines más lejanos de la fiesta es la aproximación del hombre a la naturaleza de donde procede, y su reencuentro con sus raíces históricas que le unen a sus principios y creencias reviviendo el ritmo de los ciclos climáticos como en su más remota antigüedad. El buen tiempo y la proximidad de la cosecha, no son otra cosa que la renovación y victoria sobre la muerte y la resurrección de la naturaleza. Resurrección que se extiende al hombre y, con él, la alegría de un generoso yantar, donde el canto, el baile y la exaltación de los sentidos y del amor, anuncian una nueva fase en la vida. Cumple así la fiesta el fin aglutinador que le es propio, al propiciar también la cohesión vecinal y la convivencia de la comunidad rural, lo mismo que la exaltación de la gula sobre el hambre y la penuria, antes tan frecuentes en el mundo del campo, imponiendo al mismo tiempo la esperanza sobre la dura realidad cotidiana, reconciliando a las personas con sus orígenes más ancestrales y organizando, de este modo, la vida comunitaria de nuestros pueblos alrededor de unas creencias tradicionales que siembran la concordia y la paz entre sus sencillas gentes.

Una costumbre tradicional: espantar al diablo. 
Adaptación
Alejandro Faustino Idáñez de Aguilar


UN "SANISIDRO" DIFERENTE.

$
0
0
Es una evidencia para todos que este año nos va a faltar vivir las sensaciones y diversas emociones que representa, para todo puenteñ@, la celebración de San Isidro. Estas fechas las tenemos muy presentes en nuestro particular calendario y soñamos durante el resto del año con vivir nuestro "sanisidro" con especial intensidad. Las circunstancias sanitarias han provocado la suspensión de los actos festivos pero eso no significa que cualquiera que se sienta vinculado a Puente de Génave sienta, en ese rinconcito de su corazón, las vibraciones y sentimientos encontrados que, cada año, nuestro San Isidro, nos proporciona en cada uno de sus actos y momentos. Por eso, y aunque sea viviendo esta anormalidad socio-sanitaria, todos los puenteñ@s gritaremos ese día ¡¡¡ Viva San Isidro !!! 

Desde el blog queremos darle a nuestra festividad el protagonismo que las circunstancias han querido quitarle, y por eso reproducimos aquí el artículo firmado por Pedro Ruíz Avilés en el que hace una loa representativa del significado de San Isidro para Puente de Génave. 


                      EL SANTO PATRÓN

Para mí, en mis años más juveniles, la imagen de San Isidro de nuestra parroquia de Puente de Génave representaba a un hombre erguido, fortachón, con pinta de guerrero, una semblanza adusta, y agarrado a una desmesurada reja de arado romano y desentonando al lado de unos angelitos enanos labrando con una minúscula yunta de bueyes en unos ingratos secarrales de La Mancha medieval.
Cuando, años más tarde, marché a estudiar a Madrid, supe que esa imagen era muy diferente a la que se venera en una urna mortuoria en la Colegiata de San Isidro madrileña: San Isidro era también zahorí, taumaturgo y “hacedor de lluvias”. Una imagen más próxima a la que el 15 de mayo veneramos en nuestro pueblo, o sea la de un buen campesino mozárabe que consumió sus días fatigado por la dureza de su trabajo y de mirar al cielo esperando paciente una lluvia que tarda en llegar y que, a menudo, llega en forma de tormenta destructora. En definitiva, como un símbolo genuino del hombre del campo y un labrador sestero dormitando “en contacto con la naturaleza¨ bajo la sombra de un chaparro, junto a un pozo medio seco y un botijo de barro colorado. Un sabio de lunas dotado de filosofía senequista aguardando a los acontecimientos, relevado de vez en cuando en su duro oficio por una pareja de ángeles antes de que su patrón, Iván de Vargas, le llamara bruscamente la atención ...
Sin embargo, y objetivamente hablando, el San Isidro de estos tiempos que vivimos parece estar bastante fuera de tiempo y de lugar, aunque los escasos agricultores y ganaderos que restan sí comparten sus penurias y sentimientos. Tampoco los fastos y rogativas de estos tiempos isidriles apenas ostentan similitud con los tiempos medievales en que el santo vivió. Por ejemplo, la misa y la romería difieren de la de los años cincuenta.  Sí aquella de tiempos de D. Pedro y en que ocupaba la sagrada cátedra¨ el canónigo D. Manuel Sánchez y Sánchez quien se extasiaba hablando de los numerosos ¨milagros de nuestro patrón agricultor¨.  Eso sí, aun acuden a la ofrenda, como antaño, niños y niñas vestidos de pastores y pastoras con sus ramos de flores, ramas de olivo y, muy raras espigas del otro año. Ahora hay una flamante coral que le canta loas y un himno ¨cosecha local¨, y ¨Los Pizarrines”, o familiarmente para nosotros ¨Los Pajeros¨ por su origen genavero, aunque disminuido su número amenizan puntualmente el largo recorrido de la romería, aunque probablemente el año próximo año serán sustituidos por nuestra flamante banda de música…Y los que no faltan son el pueblo más los puenteños allegados acompañando en masa en un gesto más atávico que de devoción o recuerdo a sus orígenes. Aunque ya no hay disputas por llevar las andas, ni estas se llenan de peladillas, y algún que otro billete invocando una promesa.
         Lo cierto y verdad es que la fiesta de San Isidro que pronto celebraremos será más bien un paréntesis anual en nuestra vida local que una celebración conmemorativa o piadosa hacia un Santo Agricultor y Milagrero. Desaparecida la feria, y casi siempre el circo, serán los cochecicos, la noria y los caballitos para el público infantil, y las vaquillas, el tapeo, la verbena y los churritos para los mayores los ejes fundamentales ahora de nuestras fiestas. Evidentemente bastante alejadas respecto al fin y la representación de lo que eran antiguamente en los ya lejanos años cincuenta.
          Entretanto los representantes activos y todavía vivos de aquellos labradores y “aceituneros altivos¨ de mediados de siglo, continuarán escrutando al cielo por si lloviera y, además de alimentar de la bendita agua su tierra el tiempo les permitirá darse ¨una alegría¨ tomando un par de cervecitas con la parienta y algunos ¨isidros¨ recién aterrizados a las fiestas. E igualmente deseando que estas fechas festivas transcurran pronto pues se le hace ya muy tarde para ¨curar de arriba¨, e ir al banco a cobrar la paguilla más el ¨anticipo¨ a cuenta de la cosecha que entrego´ en la cooperativa hace casi un semestre. Y es que ser agricultor, o trabajar en el campo, aunque este sea el que nos alimente, amigos y paisanos, ciertamente no está de moda. ¡¡Qué no tengamos que lamentarlo!! 
  
PEDRO RUIZ AVILÉS.

VOCABULARIO BÁSICO DE LA SIERRA DE SEGURA (1ª PARTE)

$
0
0
Recogemos en nuestro blog un estudio lingüístico que analiza las dinámicas del habla en la Sierra de Segura. Su autor, D. Genaro Navarro, quiere hacer hincapié en las palabras y expresiones típicas de nuestra comarca, explicando sus particularidades de expresión que convierte la forma de comunicarse de los habitantes de la Sierra de Segura en una variante propia de nuestra lengua. Son muchas las palabras recogidas en un vocabulario y las explicaciones sobre su significado, como también son muchos los refranes propios y típicos de nuestra Sierra que aparecen en este estudio. Sirva esta publicación, que dividimos por su magnitud en dos partes, para que no caigan en el olvido estas formas tan autóctonas utilizadas por nuestros antepasados y que están, desgraciadamente, cayendo en desuso.

EL HABLA DE LA SIERRA DE SEGURA

GENARO NAVARRO


Indocto en semántica y filología, no se intenta en este opúsculo estudiar el linaje de las palabras catalogadas en el mismo, ni las peculiaridades lingüísticas de la comarca de Sierra Segura, región natural diferenciada geográfica y dialectalmente de las restantes comunidades que habitan las tierras de Jaén. No faltarán quienes con autoridad puedan hacerlo. Nuestro propósito es tan sólo completar la trilogía de ensayos sobre nuestra amada tierra natal, a la que hemos dedicado un esquema histórico y un esbozo costumbrista, faltando aspecto tan interesante como las características del habla popular, que ahora se acomete, si bien nuestro trabajo queda reducido a un mero vocabulario de palabras, giros y expresiones pacientemente recogidos en el tiempo. No se trata de palabras empolvadas o en desuso, sino de unos centenares de voces recogidas en el manantial vivo del pueblo, de las que la gran mayoría no figuran en el diccionario o se emplean con acepción distinta al que aquél les atribuye, otras son vulgarismos, sin que falte gran cantidad de voces que corresponden a vocablos alterados por la extraordinaria facilidad de los segureños para la metátesis y el apocope, amén de numerosos arcaísmos.
Arroyo del Ojanco
Otra finalidad perseguida en este trabajo es la de que, como a impulsos de las irresistibles corrientes igualitarias, estas singularidades lingüísticas acabarán irremisiblemente borrándose y confundiéndose, no se pierda su valor histórico.
Situada la Sierra de Segura en el confín oriental de Jaén, en el punto de sutura de esta provincia con las de Ciudad Real, Albacete y Granada, e inmediata a la parte noroeste de la de Murcia, a cuyo antiguo reino estuvo adscrita muchos siglos, son muy diversas las influencias y aportes que a la formación y evolución de su personalidad dialectal han concurrido, señaladamente de Murcia. Los límites de este reino, según Madoz, comprendían nueve partidos, entre ellos, el de Segura de la Sierra y, concretamente, esta y otras villas de la zona, caían dentro de la jurisdicción eclesiástica de la diócesis de Cartagena. Los partidos de Alcaraz y Yeste, que confinan con la comarca segureña, aunque son manchegos, caen dentro de la zona lingüística murciana, si bien, con las variantes inherentes a toda tierra de transición, y lo mismo cabe considerar respecto al de Huesear, límite por el sudeste, patentemente murcianizado, según el señor don Justo García Soriano («Vocabulario del dialecto murciano». Madrid, 1932). En resumen, el habla vulgar de la Sierra de Segura ha recibido la penetración idiomática de sus vecinos murcianos y manchegos y, naturalmente, de Andalucía.
Beas de Segura
Contrariamente, la incomunicación ha cerrado el paso a otras formas de expresión y a otras locuciones, y ello explica las variedades léxicas y fonéticas y los numerosos arcaísmos que perduran en aquella comarca. Con una población rural muy numerosa, dispersa en los repliegues montañosos, sus costumbres y tradiciones y las formas de expresión, fuertemente arraigados, ofrecen formas y matices propios. Pero no está a nuestro alcance, ya queda dicho, el estudio biológico del habla segureña en sus modalidades familiar, vulgar y rústica: etimologías, gramática histórica, caracteres más salientes del habla, complejidad de los elementos que la forman, son fenómenos cuyo análisis y examen científico ha de reservarse a los lexicógrafos competentes. Nosotros, sin ninguna pretensión, insistimos en ello, a impulsos del acendrado amor a nuestra tierra nativa, nos limitamos a ofrecer un vocabulario con un importante número de voces, cuya originalidad puede suscitar la curiosidad de los estudiosos.
Benatae
Creemos que se trata de una materia interesante, pues, como escribe el antedicho señor García Soriano (Ob. cit.), antes cabía pensar que las modalidades dialectales se producían por corrupción de las formas cultas del lenguaje, «tal vez por un falso criterio clásico y jurista, se despreciaba antes el estudio de esta parte fundamental de la lengua española, tan rica sobre todo en dialectos y en lo que desdeñosamente se ha llamado provincialismo. Se les consideraba cosa espuria, bárbara y superflua. Se partía de un principio erróneo. Solía pensarse que los dialectos se producían por degeneración o parcial corrupción de la forma culta y literaria de los idiomas nacionales, cuando, por lo contrario, éstos vienen a ser generalmente la unidad impuesta con selección y artificio sobre análogas variedades idiomáticas de un país, nacidas de antemano».
Por nuestra parte, no es la primera vez que prestamos atención al tema, pues, aunque de pasada, ya en nuestro libro «La Sierra de Segura. Bosquejo folklórico» (Jaén, 1961), se dedicó un capítulo al lenguaje serrano y de él se entresacan las siguientes líneas: «En estos pueblos el «yeísmo» está muy difundido y la gente dice «chiquiyo», «platiyo», «cabayo», etc., pero en Santiago de la Espada y su término no existe tal confusión y se habla el castellano con más corrección; allí, al caballo no se le llama «cabayo», ni al pollo «poyo », y es que el linaje fonético de este pueblo es distinto que el del resto de la comarca, pues Santiago de la Espada fue poblado ya entrado en el siglo XVI por pastores procedentes de la serranía de Cuenca, es decir, por castellanos, y su manera de expresarse está exenta del aporte árabe, cuyo idioma ya había dejado de hablarse por aquel tiempo como resultado de la unidad geográfica de España, que aparejó también con la unidad racial la del idioma al dejarse de hablar el arábigo que hasta su expulsión conservaron los moriscos.
Génave
Como buenos andaluces, los serranos son locuaces y su lenguaje profuso, apto para la perífrasis y la retórica. Necesitan para expresarse de muchas palabras que pronuncian a medias por una profunda influencia ancestral, como si así se compensase su excesividad. El apocope, la metátesis y una radical extirpación de los sufijos, son los más destacados rasgos filológicos de un vocabulario en que, además de la «Y» y la «Ll», se confunde la «B» con la «V», la «R» con la «L» y no se pronuncia la «S» al final de la sílaba. Así se articulan oraciones como estas:  «Tráete er cardero con el poyo asao que bamo a comel». De Murcia ha debido venir el diminutivo en «ico» que hace lo bonito «bonico», convierte en «hermanico» al hermano y la adolescente en tránsito a la pubertad en «mujercica». Otros rasgos característicos del habla popular son el trueque en «R» de la «L» en contacto con otra consonante, así «erguno», «sordao». La tendencia generalizada en todas partes a suprimir la articulación de la «D» entre vocales, aquí se acusa más acentuadamente, por ejemplo «comío, servío, venío», y otros vulgarismos, incluso se da la pérdida de la «D» media de forma total y absoluta, como en «cebá, estao, cargao o tos (todos)». Y, por último, la diferencia de voces átonas como por ejemplo en «vesita, enfeliz, Vergilio o vistío».
Hornos de Segura
Pueblo hasta hace poco aislado e impermeable a influencias extrañas, en su léxico flotan y perviven numerosos arabismos y arcaísmos: vide, truje, fi (por fui), hogaño, priesa, trempano, etc., son vocales que pueden escucharse en cualquier conversación, en cualquier lugar y momento. Y en cuanto a palabras que no hay léxico que registre, sería interminable la tarea de catalogarlas. Analicen filólogos y lingüistas, por vía de ejemplo, la ascendencia, evolución y significado de «crilla», nombre que se da a las patatas; «buruño», que designa un paquete o envoltorio mal hecho; «jalmazo», una caída violenta; «adorro», que se dice de la persona reiterante e impertinente, y «samugo», que equivale a reservado y astuto. Y vean, asimismo, los doctos otro interesante aspecto de las peculiaridades lingüísticas de esta región, en la alteración que del género se hace para nombrar determinados animales, como «los cabros», «los ovejos», «lo vacos», «los gallinos» y «los perdizos». Si a tan singulares modos de expresión se agrega una espantosa corrupción de las palabras más usuales, el curioso observador se encontrará con una jerga a menudo ininteligible.
Se refleja a continuación, ordenadas alfabéticamente, un conjunto de palabras y sus significados que son de uso muy arraigado en nuestra Sierra de Segura.
La Puerta de Segura
VOCABULARIO

A.-
ABADIENTO. Nomb. sust.— Apero de labranza.
ABANTO. Adj. calific. mase.— Tonto, necio.
ACIAL. Nomb. sust.— Sistema de cuerda y un palo que se usa para inmovilizar a los animales.
ABEJARUGO.— Dícese del pájaro llamado abejaruco. También de la persona poco expresiva, pesada y aburrida en su conversación.
ABISINIO-A. Adj. califi.— Usase para designar a persona ruda, bruta, inculta. (Véase ACIPAMPANO).
ACECHARROSCAS. Adj. calif. mase.-—Dícese de aquel que espera la menor oportunidad para obtener algo.
ACICUCHAR. Verbo.— Acechar, escuchar sin ser visto.
ACIPAMPANO-A. Adj. calif.— Usase para designar a persona ruda, inculta, bruta y de modales torpes. (Véase ABISINIO.)
ACOCHARSE.— Verbo reflexivo.— Quedarse con algo.
ADORRO-A. Adj. calif.— Dícese de la persona pesada o monótona.
AGUILANDO.— Corrupción local de AGUINALDO.
AJARRAR. Verbo inf.— Revestir de yeso o mezcla las paredes para su posterior enlucido.
AJIRIMOCHE. Nomb. sust. mase.— Montón de cosas sin orden.
AJOATAO. Nomb. sust.— Comida típica a base de aceite, ajo, huevo y patata cocida.
AJOCRILLAS.— Llámase también AJO MACHUCO. Comida típica a base de patata, aceite, pimentón y ajo.
AJOPATAS. Nomb. sust.— Lío, jaleo, barullo, desorden.
AJOPRINGUE. Nomb. sust.— Comida típica a base de hígado de cerdo.
ALAZOR. Nomb. sust.— Nombre que se da a cierta ave. Especie de azafrán silvestre.
ALEQUES. Adj. calif.— Usase para designar a los animales inútiles y de poco valor.
ALFANGIA. Nombre sust. fem.— Madero utilizado en la construcción para vigas, de tamaño inferior al cuartizo.
ALIPALLON-A. Adj. calif.— Usase para designar a personas desgarbadas y sin gracia.
ALIÑOS. Nomb. sust.— Utiles de trabajo o cocina.
ALMARA. Sust.— Aguja con mango que usan los zapateros, o para desgranar el maíz.
ALMARAQUEJA. Nomb. sust. fem.— Colchoneta que se pone sobre la tarima o escaño.
ALMORZA. Sustant.— Cantidad de algo, que cabe en el cuenco de ambas manos.
ALBANZAR. Verbo.— Corrupción local. Dícese por ALCANZAR.
ALLORZO-A. Sustant.— Almendro silvestre. Almendra verde. Dícese del individuo poco dotado intelectualmente. Usase como tío tonto, simple, etc.
ALRIOR.— Adv. de lugar.— Dícese por ALREDEDOR.
AMAGANTINARSE. Verbo, reflexivo.— Esconderse pegado al terreno. (Véase TRASCACHARSE.)
AMOJANCAR.— Triturar, moler, reducir a partes pequeñas.
ANDAMIOS. Sustant.— Dícese de la forma de andar de alguien. Puede traducirse como marcha o «andares».
ANDARRIOS. Adj. calif.— Dícese de aquel que no para quieto en sitio alguno. (Dícese también CORRELOMAS.)
ANDRAJOS. Nomb. sustant. pl.— Plato típico compuesto esencialmente de liebre, tortas de harina y huevo, aromatizado con hierbabuena.
ANDROMINAS. Nomb. sustant. fem. pl.— Dícese al calzado grande y basto.
ANGANILLON. Adj. calif.— Usase para designar algo o alguien grande y sin gracia ni garbo.
AÑASCARSE.— Verbo refl.— Untarse o pringarse con algo untuoso.
APALPAR. Verbo.— Curiosear, mirar detenidamente.
APARRANARSE. Verbo refl.— Dejarse caer o sentarse con descuido y sin decoro por cansancio.
APERRUGAR. Verbo.— Trabajar, cargar con una labor. Usase como APECHUGAR.
APOCHINGARSE. Verbo refl.— Estar incómodo, ponerse de mal cuerpo, enfermo o fastidiado.
ARAMBOL. Sustant.— Vuelo u holgura de una tela o vestimenta.
ARGUYENTE. Adj. calif.— Dícese de la persona viva y dispuesta que no se amilana.
ARPELLIO. Nomb. sustant.— Barullo, alboroto y jaleo.
ARPILES. Nomb. sustant.— Usase para designar la ropa en mal estado, sucia y descuidada, desmengajeda y sin aliño. Harapos.
ASOBINARSE. Verb. refl.— Parasitariamente, dejarse caer en algún sitio. Hacerse el remolón para obtener beneficio.
AVILANEJO. Dícese de cierta ave rapaz, de mediano porte.
ATASAJARSE. Verbo, refl. infinit.— Acostarse sin cuidado o recato en la postura, a causa del cansancio.
AZARCON. Nomb. sustant. mase— Medida para el aceite.

B.-
BALAGUERO-A. Adj.— Define a la persona que no tiene fijeza, que no va a ninguna parte, que anda de un lado a otro sin rumbo fijo.
BALANDRAN. Nomb. sustant.— Dícese de una persona desaliñada y sucia.
BALDERO-A. Adj. calif.— Animal al que falta su pareja. «Una vaca baldere».
BALEO Nomb. sustant. mase.— Disco grande de esparto, que suele usarse como limpiabarros.
BARBUDA. Nomb. sustant. fem.— Plantón enraizado de un árbol que se usa para poner y reponer otros.
BARCHILLA. Nomb. sustant. fem.— Medida para áridos, especialmente para aceituna, equivalente a 2.077 cl.
BARJA. Nomb. sustant. fem.— Bolsa de esparto utilizada por los campesinos para transportar los alimentos al lugar de trabajo.
BARRAQUERA. Nomb. sustant.— Llanto desconsolado de los niños.
BELILLAS.— Cerillas.
BERRENDO. Nomb. sustant. mase.— Manta de algodón de ínfima calidad.
BILORTAS. Adj. calif,-—Persona poco seria y no merecedora de consideración.
BOCHACA. Adj. calif. mase— Dícese de personas con mucha flema y frialdad de ánimo.
BODOQUE. Adj.— Usase para designar a un individuo pequeño y feo, más bien obeso.
BODRIO. Nomb. sustant.— Masa de carne y otros ingredientes para elaborar embutidos.
BOJIN. Nomb. sustant.— Seta muy parecida al champiñón, pero de color más oscuro.
BOLICHE. Nomb. sustant.— Tiendita humilde de bebidas.
BOROMBILLOS. Nomb. sustant. mase.— Llevar en volandas.
BOTICARIO. Adj. calif. mase.— Dícese del melón de mala calidad y con cierto sabor.
BOTIJUELA. Nomb. sustant. fem.— Gratificación, propina o regalo. «Ir de botijuela». Ir con alguien «de gorra», sin pagar.
BRENCA. Nomb. sustant. fem.— Alféizar de una ventana.
BUCERA. Sustant.— Conglomerado de piedras y barro que se hace en una acequia para cortar y desviar el agua, o para represarla.
BURRUCHEAR. Verbo inf.— Tratar de conformar a alguien.
BÜZANO. Nomb. sustant. mase.— Hombre pesado y fastidioso.

Orcera
C.-
CABACOTE. Nomb. sustant. mase.— Hueso final del jamón.
CAGARRIA. Nomb. sustant.— Seta comestible muy apreciada y rara.
CAILLOS. Nomb. sustant. mase.— Fruto de una hierba de pequeño tamaño y superficie espinosa; se adhiere con gran facilidad.
CAJONERA. Nomb. sustant. fem.— Excremento propio del ganado mular.
CALAMOCANO. Adj. calif. mase.— Ebrio.
CALCO. Nomb. sustant. mase.— Corrupción de CALCULO.
CALLACUEZO-A. Adj. calif .—Persona poco amiga de exteriorizar sus pensamientos. SAMUGO
CALRITO. Adj. calif. mase.— Designa al animal que tiene los testículos notablemente desiguales.
CALRREAR. Verbo inf .— Jadear típico de los perros. (se aplica también a las personas).
CÁNDALO. Nomb. sustant.— Leño delgado y seco de monte.
CANTON. Nomb. sustant. maso.— Tierra aledaña a un poblado que sirve de vertedero.
CAÑULERO. Nomb. sustant.— Canalón o tubo para recoger o conducir el agua.
CARAMANCHIL. Nomb. sustant. mase.— Una de las partes traseras del pollo.
CARÁNTULA. Nomb, sustant. fem.— Cara del cerdo.
CARCACHO. Nomb. sustant. mase.— Tronco apolillado y viejo.
CARCAÑA. Nomb. sustant. fem.— Participación o intervención en algo turbio.
CAREO. Nomb. sustant.— Dícese dar careo.— Darle salida a una cosa.
CARRUÉCANO. Adj. calif. mase.— Hombre simple, inútil, de pocas luces.
CASCABITO. Nomb. sustant. mase.— Garbanzo verde.
CASCARUJA. Nomb. sustant. fem.— Llámase genéricamente así a los frutos secos variados.
CASCURRIONA. Adj. calif. fem.— Dícese de la persona habladora e indiscreta.
CASILLO. Nomb. sustant. mase.— Grano de las habas.
CEFRE. Nomb. sustant. mase.— Mecha para barreno.
CENACHO. Nomb. sustant.— Capacho pequeño.
CEROTE. Nomb. sustant. mase— Usase para designar la primera deposición de un recién nacido, o meconio. Dícese de algo «es más negro que el cerote».
CERTINIDAD . Nomb. sustant. fem.— Certidumbre.
CIECA. Nomb. sustant. fem .— Acepción de ACEQUIA.
CIRGUE. Nomb. sustant. mase.— Chorro o caño de líquido.
CIRIGONCIA. Nomb. sustant. fem.— Juerga, broma.
CIRIGÜETAS. Nomb. sustant. fem.— Volteretas.
CIRRE. Nomb. sustant. mase.— Vara delgada y de un metro aproximadamente, que se utiliza en un juego infantil.
CLIME. Nomb. sustant. mase.— Acepción de CLIMA.
CLIS. Nomb. sustant. mase.— Sueño de muy breve duración.
COCIO. Nomb. sustant. mase.— Tinajilla de boca ancha que sirve para lavar la ropa.
COCHURA. Nomb. sustant. fem.— Pesadumbre, preocupación o remordimiento.
COMENENCIA.— Corrupción local. Usase por conveniencia.
CONFUS. Nomb. sustant. mase.— Confusión. Algo oscuro y poco claro.
COPERO. Nomb. sustant. mase.— Prosperidad, aumento de fortuna. Tomar copero. Medrar, crecer.
CORIANA. Nomb. sustant. fem.—Cucaracha.
COROQUE.— Apócope y corrupción de CREO QUE.
CORRENTAL. Nomb. sustant. mase.— Corriente rápida de los ríos y del aire.
CORVOS. Nomb. sustant. mase.— Aguaderas.
COSCOLIN. Nomb. sustant. maso.— Dícese de algo o alguien pequeño. «El coscolín», benjamín.
COSCOJA. Nomb. sustant. fem.— Dícese de la bellota que por no crecer queda chica. Usase también para designar a la mujer menuda, inquieta y viva.
COTANA. Nomb. sustant. fem.— Muesca, incisura, corte.
COTEJEAR. Verbo inf.— Dividir las tripas para el embutido.
CRILLAS. Nomb. sustant. fem.— Patatas.
CUCAS. Nomb. sustant. fem.— Golosinas.
CUCON. Nomb. sustant. mase.— Dícese «hacerse cucón», por encorvarse o ponerse en cuclillas.
CUCURUNDÍO-A. Adj. sing.— Rendido, entregado. (Darse por cucurundío: Darse por vencido.)
CUCHA. Expresión coloquial. Se utiliza como sinónimo de mira, presta atención, fíjate, atiende. Corrupción de ESCUCHA.
CUCHIMAN. Nomb. sustant. maso.— Rincón pequeño donde se guardan enseres domésticos.
CUERITATES (en ) .— Desnudo. Usase ir en cueritates como ir desnudo.
CUERVA. Nomb. sustant. fem.— Bebida compuesta de vino y fruta.
CUICIA. Nomb. sustant. fem.—-Preocupación.
CUQUILLERO. Nomb. sustant. mase.— Cazador con reclamo.
CURCUSÍO.— Adj. calif.— Zurcido repetidas veces.
CURRUCO. Nomb. sustant. mase.— Moño pequeño y redondo que usan las viejas.
CUTIMAÑA. Nomb. sustant. fem.— Astucia, habilidad.

CH.-
CHALRILLA. Nomb. sustant.— Cierto pájaro. Designar a un individuo hablador y poco serio.
CHAMBAO. Nomb. sustant.— Caseta o cubierta construida con materiales leves.
CHARNAQUE.— Caseta, construcción barata. (Ver CHIRINGUITO y CHAMBAO.)
CHASPADO. Caminar de prisa. Dícese ir chaspado o salir chaspado.
CHAUCHE. Nomb. sustant. mase.— Herida, pupa.
CHETE.— Voz para llamar a los cerdos.
CHIBANCO— Nomb. sustant.— Hoyo amplio en el suelo. Bache, agujero.
CHICHA. Nomb. sustant. fem.— Carne.
CHICHIPAN. Nomb. sustant. mase. sing.— Cierta ave.
CHICHIPARRO. Nomb. sustant.— Herida, grano, pupa. (Véase CHAUCHE.)
CHICLAR. Verbo trans.— Beber.
CHIRIMBOLA. Nomb. sustant. fem .-—Vuelta dada rodando hacia adelante colocando la cabeza entre las piernas. Voltereta.
CHIRINGUITO. Nomb. sustant. mase.— Caseta de feria. Construcción barata. (Véase CHARNAQUE y CHAMBAO.)
CHIRRO. Nomb. sustant. mase.— Ternero. Cría de la vaca.
CHOSNO. Adj. calif.— Designa a una persona ruda e inexpresiva
CHUCHURRIO-A. Adj calif.— Mustio, estropeado, arrugado.
CHULLA. Sustant. fem. sing.— Rebanada o rodaja fina, cortada de algo.
CHURUBITO-A. Adj.— Usase para designar a una persona presumida, que intenta aparentar más de lo que es, afectado en sus maneras.
CHUSMARRO, Adj.— Designa algo requemado o chamuscado.

Puente de Génave
D.-
DENGUE. Nomb. sustant.— Dícese de la persona melindrosa para la comida.
DESABEJAERO.— Acción de dispersarse rápidamente.

E.-
EJARRAR-SE. Verbo inf.— Hacerse un roto grande en una prenda.
EMBARBETAR. Verbo inf.— Zarandear. Dícese también castigar o aplicar la ley a una persona.
EMBOCHACAR. Verbo inf.— Acción de guardar o quedarse algo con facilidad.
EMBOLICAMIENTO. Nomb. sustant.— Ofuscación, credulidad.
EMBOTAR-SE. Verbo inf.— Hincharse.
EMBULLIR. Verbo.— Mullir. Embullir el colchón.
EMPAJUMAR.— Obtener resultados óptimos en cualquier actividad o negocio.
EMPENTON. Nomb. sustant. mase.— Empujón.
ENCARRUCHAR. Vergo inf.— Encauzar o dirigir algo.
ENCODRIJAO. Adj. calif.— Tímido, encogido.
ENCOMEDIO. Adv. de lugar. (EN MEDIO DE) Usase como sustantivo, parte central de una cosa.
ENGALEAR. Verbo trans.— Convencer a alguien con habilidad y picardía. Engolosinar.
ENGAÑIFA. Nomb. sustant.— Tipo de vianda con que se come el pan. «Pan y engañifa».
ENGARABITAR-SE.Verbo inf.— Encabritarse un animal. También referido a una persona fatua.
ENGURRUMÍO. Adj. calif.— Arrugado.
ENREA. Nomb. sustant.— Lío, jaleo, algo ininteligible; situación difícil que se crea por la indiscreción de alguien.
ENSANCHA. Nomb. sustant. fem.— Levadura prensada.
ENSENA. Adv. de cantidad fem.— Dícese de una cantidad grande, desproporcionada. Generalmente se usa con respecto a la comida. Aceituna no apreciable a simple vista desde el exterior del árbol por estar en la parte de dentro oculta por el ramaje.
ENTAVÍA. Adv. de tiempo.— Corrupción de TODAVIA.
ENTREVAL. Adverb.— Plantear confusamente algo.
ENZURRUNAR-SE. Verbo inf.— Persona que se encierra en sí misma y no da la cara.
ESCUSADO. Nomb. sustant. mase.— Retrete.
ESATIJAR. Verbo inf.— Escudriñar, sacar algo sin orden.
ESATURIZAO. Adj. calif.— Designa a la persona apresurada, atropellada, sin orden y con prisa.
ESCAECER. Verbo inf.— Desfallecer.
ESCAGARRIZAR-SE. Verbo inf.— Resbalar.
ESCAQUEAR-SE. Verbo inf.— Dícese de la persona que elude algo.
ESCOLISMAO. Adj. calif.— Remilgado.
ESCURCUÑAR. Verbo inf.— Hurgar, rebuscar, revolver.
ESFARATAR. Verb. inf.— Desajustar, romper o deshacer algo.
ESFARRAR-SE. Verbo inf.— Resbalar. Disparatar.
ESPUIZAR. Verbo inf.— Desengañar, quitar una idea. Negociación de algo que se desea.
ESJANGOLÍO-A. Adj. calif.— Cansado, flojo, débil.
ESJARGOLAERO. Nomb. sustant.— Alud de piedras.
ESJARCOLEAR-SE. Verbo inf.— Desprenderse, caer rodando unas piedras arrastrando a otras.
ESGUARNILLAR-SE. Verbo inf.— Romper o desarticular un miembro o alguna cosa.
ESMANGANILLAO-A. A d j . calif.— Persona desastrada y de poca presencia.
ESMANRÍO-A. Adj. calif.— Flaco, mustio, decaído, chuchurrío (Ver CHUCHURRIO.)
ESMELIINDRAR. Verbo inf.— Aclarar un chisme o enredo.
ESPAMPLONEAR. Verb. trans.— Sacudir moviendo algo enérgica y repetidamente.
ESPESTUGAR. Verbo inf.— Despojar a las olivas de los nuevos brotes.
ESPOJAR. Verbo inf.— Medrar, crecer, desarrollar.
ESTRÁ. Nomb. sustant. fem.— Calamidad, percance. Despropósito.
ESTULLIR-SE. Verbo inf.— Salir, distraerse, airearse.
ESTURREAR. Verbo inf.— Desparramar.

---------------continuará………………….

VOCABULARIO BÁSICO DE LA SIERRA DE SEGURA (2ª PARTE)

$
0
0
Seguimos con la publicación del estudio lingüístico de D. Genaro Navarro que analiza las dinámicas del habla en la Sierra de Segura. Una perfecta recopilación de palabras y expresiones típicas de nuestra comarca, explicando sus particularidades de expresión que convierte la forma de comunicarse de los habitantes de la Sierra de Segura en una variante propia de nuestra lengua. De la misma forma, y en la parte final de la publicación, se recopilan también muchos refranes propios y típicos de nuestra Sierra. Sirva esta publicación, para que no caigan en el olvido estas formas autóctonas utilizadas por nuestros antepasados y que están, desgraciadamente, cayendo en desuso.


EL HABLA DE LA SIERRA DE SEGURA

GENARO NAVARRO

---------continúa...............

F.-
FI. Verbo.— Corrupción de FUI (arcaísmo).
FLAMIA.-—Calor ambiental.
FOLIAS. Nomb. sustant. fem.— Virutas, pajas, que no tienen valor.
FOLLAR. Verbo inf.— Ventosear; movimiento y ruido de los líquidos al hervir. Realizar el coito.
FOLLO. Nomb. sustant.— Ventoseo.
FURGAR. Verbo.— Corrupción de HURGAR.
FUSTE. Nomb. sustant.— Dícese de la persona que tiene juicio y sentido común.
Santiago de la Espada-Pontones
G.-
GABARRITO. Nomb. sustant.— Hueso. Dícese del hueso del jamón.
GACHAMIGA. Nomb. sustant.— Comida típica, compuesta por harina y agua, que queda en forma de torta. Dícese también de la persona tranquila y de pocas luchas.
GALGO-A. Adj. calif.— Persona golosa.
GÁLLARA. Nomb. sustant.— Fruto del roble.
GALOCHAR. Verbo inf.— Subir a los árboles.
GAMBITO. Nomb. sustant. mase.— Presumido.
GANDINGA.— Nomb. sustant.— Intereses o ganancia que mueve a las personas a realizar algo.
GANDULLA. Nomb. sustant.— Comida en general.
GANDULLO. Nomb. sustant. mase.— Grandullón-Bastóte.
CAÑIVETE. Nomb. sustant.— Instrumento cortante de jardinería con punta curva.
CARRUJO. Nomb. sustant.— Gravilla fina de río.
GAZMAO-A. Nomb. sustant.— Atrapado.
GAZPACHO. Nomb. sustant. mase.— Comida típica cuya base es el tomate y el pepino.
GAZPACHON. Adj . calif.— Persona basta y grande.
GAZPALEAR. Verbo inf.— Hacer algo con esfuerzo y dificultad para respirar.
GERINGONCIAS. Nomb. sustant.— Aspavientos o gestos desmedidos.
GUINCHONAZO. Nomb. sustant.— Pinchazo.
GIROBA. Nomb. sustant.— Corrupción de JOROBA.
GIPIA. Nomb. sustant.— Pasta prensada que queda al moler la aceituna.
GOLISMEAR. Verbo inf .— Olismear.
GOLORIN. Nomb. sustant.— Colorín.
GUACHARAZO. Nomb. sustant.— Porrazo o caída.
GUÁCHARO. Adj. calif.— Tosco, zopenco, pelma, obtuso.
GUAMEDO. Adj. calif.— Cachazudo; tranquilo.
GUARIN. Nomb. sustant— Animal más pequeño de la camada. También se usa por BENJAMIN.
GUCHARA. Nomb. sustant.— Corrupción de CUCHARA.
GUCHILLO-A. Nomb. sustant— Corrupción de CUCHILLO.
GUÍSCANO. Nomb. sustant.— Seta comestible (níscalo).
GUISCAR. Verb. inf.— Incitar a una persona a realizar determinado acto.
GUISOPO. Nomb. sustant.— Hisopo.
GURRI.— Voz con que se llama a los gorrinos.
GÜISQUE. Nomb. sustant.— Aguijón.
GURRUMINOSO. Adj . calif.— Dícese de la persona quisquillosa.
GURRAPATO. Nomb. sustant.— Garabato.
GURULLO.— Nomb. sustant.— Sastre.
GURUFALLA.— Nomb. sustant.— Golosina. Dícese también de la chiquillería.

H.-
HABICHOLILLA. Nomb. sustant.— Judía verde.
HABILLA. Nomb. sustant.— Judía verde.
HUELGA. Nomb. sustant.— Terreno próximo a ríos o arroyos.
HIJA.— Nomb. sustant.— Aguijón de hierro que se usa para espolear a los bueyes.

I.-
IDIOSO-A. Adj. calif.— Persona mal intencionada.

J.-
JALMAZO. Nomb. Sustant.— Caída violenta. Dícese de caída de la palma o albarda de un asno.
JARAPA. Nom. sustant.— Colcha, manta o lienzo que se hace con tiras de telas viejas.
JARO. Nomb. sustant.— Rubio azafranado.
JINGLARSE. Verb. inf.— Tronchar. Dícese también de torcerse el pie y se tiene esguince.
JUMA. Nomb. sustant.— Hoja de pino. Vara fina y flexible.
JUMAR. Verbo.— Corrupción de FUMAR.
JUMERA. Nomb. sustant.— Borrachera.
Santiago de la Espada-Pontones
L.-
LAMBRÍO. Nomb. sustant.— Bofetada.
LAUDINO-A. Nomb. sustant.— Ratero. Ladrón.
LANTONES. Adv. de lugar.— Lejos.
LILILOLO. Adj . calif.—Estar memo o ido.

M.-
MACANDITO-A. Adj . calif.— Persona astuta.
MACHUNA. Adj. calif.— Mujer viriloide, hombruna y bigotuda.
MACOCA. Nombr. sustant.— Golpe o coscorrón que se da a los niños para corregirlos.
MAGANTO. Adj. calif. Persona hipócrita que esconde su verdadera intención.
MAGUNCIA. Nomb. sustanl.— Ir de maguncia. Ir de juerga.
MAJÁ. Nomb. sustant.— Caca, escremento.
MALAFOLLÁ. Adj. calif.-- Malicioso. Malintencionado. Desconsiderado
MAMBRULLO.— Adj. calif.— Persona grande y de pocas luces.
MANFLORITA. Nomb. sustant.— Invertido, homosexual. Corrupción de HERMAFRODITA.
MANGURRINO. Adj. calif.— Persona poco seria de quien no se puede hacer el menor caso; falto de criterio y de personalidad.
MAÑACO-A. Nomb. sustant.— Párvulo.
MARCOLLÁ. Nomb. sustant.— Cantidad grande de algo. Dícese "una marcollá de ..."
MARGARITE. Nomb. sustant.— Dedo meñique.
MASCARRA. Adj. calif.— Hombre reiterante, pesado e insistente.
MASNAR. Verbo inf.— Dar masaje con un fin terapéutico. Dícese, tener gracia para masnar… de aquella persona que sabe hacerlo eficazmente.
MECO. Nomb. sustant.— Golpe.
MELGUIZO-A. Nomb. sustant.— Mellizo.
MELRRUZA. Nomb. sustant.— Cierta ave.
MENDRALES. Nomb. sustant.— Harapos.
MENCHA. Nomb. sustant.— Mecha.
MESÁ. Nomb. sustant.— Carne de cerdo.
MOCHOLA. Nomb. sustant.— Cabezada. Sueño ligero.
MOJACULOS. Nomb. sustant.— Libélula.
MOJE. Nomb. sustant.— Guiso de bacalao y pimiento, aceite y vinagre.
MOJOTE. Nomb. sustant.—  Persona de presencia inoportuna. Dícese «estar de mojote».
MOLONDRUSCO. Nomb. sustant.— Bulto deforme.
MOQUETAZO. Nomb. sustant.— Bofetada pequeña que se suele dar a los niños.
MOREA. Nomb. sustant.— Morera.
MORILLERO. Nomb. sustant.— Criado doméstico.
MORISCO. Adj. calif.— Arisco, poco afable.
MORREAR-SE. Verbo inf.— Cortar el pelo.
MOZO. Nomb. sustant. mase.— Palo que sirve para sostener el carro.
MUINO. Nomb. sustant.— Asno negro.

N.-
NAIDE. Nomb. sustant.— Corrupción de NADIE.
NARRIA. Nomb. sustant.— Artilugio de madera para acarreo de cosas pesadas por los terrenos.

Ñ.-
ÑAÑARA. Nomb. sustant.— Carantoña.
ÑARREAR. Verbo inf.— Tardar en hacer algo por pesadez o torpeza.
ÑECO-A. Nomb. sustant.— Niño pequeño.
ÑORA. Nomb. sustant.— Nariz.
Segura de la Sierra

O.-
OLLA GITANA. Nomb. sustant.— Guiso compuesto de patata, judías verdes y calabacín.
OTA VIA . Adv. de tiempo.— Corrupción de TODAVIA.
OVEJO-A. Adj. calif.— Persona poco sociable.

P.-
PALRESCA. Nomb. sustant.— Charla.
PAN ARRIA. Adj. calif.— Persona sosa y poco expresiva.
PAPARAJOTES. Nomb. sustant.— Guiso de harina y huevo en forma de pasta.
PARAMENTAS. Nomb. sustant.— Dar pasos descompasados y con desgarbo.
PARATA . Nomb. sustant.— Pared pequeña y tosca.
PAREYA. Nomb. sustant.— Paño de cocina.
PARPALLA. Nomb. sustant.— Esputo grande y desparramado.
PELENDENGUES. Nomb. sustant.— Capacidad de decisión y aplomo. Segundad en sí mismo. Solidez personal. Dícese «Tiene muchos pelendengues».
PELLA. Nomb. sustant.— Comida para los perros, compuesta de harina de maíz y agua.
PEPLA. Nomb. sustant.— Molestia, engorro.
PERRUNA. Nomb. sustant.— Mantecado.
PERPELLAR. Nomb. sustant.— Tierra arcillosa.
PINTARRAJEAO. Adj. calif.— Pintado de varios colores, dícese de losanimales.
PICHO.— Voz con que se despide a un perro.
PICHICLAÑEAR. Verb. inf.— Hurgar, tocar con torpeza.
PICHILACHE. Nomb. sustant.— Propiedad de tierra muy pequeña. Mojón muy pequeño.
PINGANILLO. Nomb. sustant.— Dícese estar en pinganillo.
PINGOROTE. Nomb. sustant.— Montón de cosas en forma de pirámide.
PINGUE. Nomb. sustant— Aplícase a personas poco serias y tornadizas.
PIPIRICOJA. Adj. calif.— Ir a la pata coja.
PIPIRRANA. Nomb. sustant.— Ensalada de tomate, pepino y pimiento.
PIPE. Nomb. sustant.— Garbanzo.
PITUCLÍN. Nomb. sustant.— Joven presumido y poco serio.
PITOTA. Nomb. sustant. mase.— Pene, miembro viril.
PLIGAR. Verbo.— Cerrar los ojos ; dícese por morirse.
PIZOTE. Nomb. sustant.— Punta de algo.
PONENDO. Nomb. sustant.— Prenda de vestir, cualquiera que sea su clase.
POPAR. Verbo.— Ensalzar, encomiar.
POQUENA. Adj. calif.— Persona ruin, pobre de espíritu.
POSETE. Nomb. sustant.— Asiento sencillo y pequeño.
PRIESA. Adv. de tiempo— Corrupción de PRISA.
PRESENTE, Nomb. sustant.— Regalo típico de la matanza familiar del cerdo.

Q.-
QUINTIMPLÜS. Nomb. sustant.— Planteamiento engañoso para obtener algo de otro, ocultando la finalidad real perseguida.

R.-
RABISCO. Adj. calif.— Persona de genio irritable y malhumorado.
RÁFITA. Adj. calif.— Persona huraña, antipática e irrespetuosa.
RANGUA. Nomb. sustant.— Achaque.
RASCAÑOSO. Adj. calif.— Aspero, de superficie irregular, oxidado.
RASERA. Nomb. sustant.— Tablilla para remover el yeso en la amasadera.
RASMAO. Adj. calif. Borracho.
RASTRIBÁ. Nomb. sustant.— Ación de recoger algo que está desparramado.
REBOLONDO. Adj. calif.— Gordo, obeso.
RECIO-A. Nomb. sustant. ­– Fornido, fuerte. De apariencia corpulenta. 
RECOCLEO. Nomb. sustant.— Complacerse, recrearse.
RECUESCO. Adj. calif.— Orondo, satisfecho.
RECUTIDERO. Nomb. sustant.— Lugar apartado y apacible de reunión de amigos para charlar.
REGUERIO. Nomb. sustant.— Tierras de riego.
REGUILLO. Nomb. sustant.— Superficie helada y endurecida de las aguas encharcadas.
REGUITAJO. Nomb. sustant.— Porción de alguna materia flexible que cuelga de algo. Trozo pequeño de cuerda.
REJUNTAR. Verbo inf .— Reunir, recoger.
RENCHÍO. Adj.— Ahíto. Dícese estar renchío.
REPISCO. Nomb. sustant.-—Pellizco.
REQUEMEQUE. Nomb. sustant.— Escozor espiritual.
REGOMELLO.— Contrariedad. Disgusto íntimo que no se desecha.
RIMERA. Nomb. sustant.— Porción de cosas apiladas.
RISION. Nomb. sustant.— Risa.
RETESTIN. Nomb. sustant.— Suciedad que queda fuertemente adherida a alguna cosa después de largo tiempo sin limpiar.
ROSAS. Nomb. sustant.— Producto comestible elaborado de cierto tipo de maíz.— Palomitas.
RUAL. Nomb. sustant.— Rodal, porción circunscrita de alguna cosa.
RUCHO. Adj. calif. Dícese del que ha perdido su fortuna en el juego o por adversidades. Quedarse rucho. Asno desmedrado.
RUEJO. Nomb. sustant— Canto rodado.
RUMBIENTO. Adj. calif.— Oxidado, herrumbroso.
RUS. Nomb. sustant.— Lo que ya no aprovecha. Residuo inútil.

S.-
SABUCO. Nomb. sustant.— Arbusto. Sahuco.
SACHE. Adj. calif.— Dícese de la persona presumida y chula.
SARGATO. Nomb. sustant.— Fuego grande en la chimenea.
SALEGÓN. Nomb. sustant.— Determinada clase de piedra arenisca de color rojizo, que sirve para afilar cuchillos.
SAMUGO. Adj. calif.— Persona reservada que oculta su intención.
SANJUANEARSE. Verbo ref.— Hacer las cosas con calma y perdiendo el tiempo.
SAPE. Voz que se da a los gatos para alejarlos. Fam., invertido, afeminado.
SAQUIMÁN. Nomb. sustant.— Vestido de mujer viejo, grande y de mal gusto.
SARABUJEAR. Verbo inf.— Brujulear, ir de un lado para otro.
SENAGÜILLAS. Nomb. sustant.—Faldas de la mesa camilla.
SIESO. Adj. calif.— Dícese de persona poco inteligente. Terco. Poco reflexivo.
SOLAGE. Nomb. sustant.— Poso que queda del aceite o de cualquier líquido.
SÓLIDO. Adj. calif.— Solitario.
SONORES. Adj. calif.— Calidad de sonoro.
SORBITÜS. Adj. calif.— Callado, silencioso.
SOSQUE. Nomb. sustant.— Rescoldo que queda del fuego.
SOSTRA. Nomb. sustant.— Costra de las heridas, o bien adherencias de barro, cal, etcétera.
SUARDO-A. Adj . calif.— Persona que actúa a la «chita callando».
SUSPESAR. Verbo inf .— Corrupción de SOPESAR.
Siles
T.-
TALANQUERO. Nomb. sustant.— Palo tosco utilizado como arma ofensiva.
TARIMÓN. Nomb. sustant.— Escaño o tarima sobre la que se sienta la familia.
TARRAQUE. Nomb. sustant.— Cosa provisional mal terminada.
TANA. Nomb. sustant.— Pereza, dejadez, abulia, galvana.
TEJOLETOS. Nomb. sustant.— Trozos inservibles de cerámica usados en los juegos infantiles.
TELENDO. Nomb. sustant.— Persona saludable y animosa.
TENGUERENGUES (Estar en).— Estar provisional, en situación poco firme.
TENTARUJAS (Ir a).— Ir a ciegas.
TERNE.— Estar físicamente en forma (TELENDO).
TINGANA. Nomb. sustant.— Juego infantil que se compone de un trozo de caña que se coloca verticalmente y que se intenta derribar con discos de hierro o cantos de piedra.
TRABINO. Nomb. sustant.— Palo grueso y deforme.
TRAGANUDO.— Juego de azar, en el que se cambian objetos ocultándoselos mutuamente.
TRANSUANTE. Nomb. sustant.— Corrupción local de TRANSEUNTE.
TRAMIZA. Nomb. sustant.— Lluvia densa propia de las tormentas de verano.
TRAPAJA. Nomb. sustant.— Caída, golpe aparatoso.
TRAQUETALES. Nomb. sustant. plural.— Enseres de una casa.
TRASCACHAR. Verbo.— Ocultar, esconder.
TRASNEO. Nomb. sustant.— Acción de sobar una masa.
TROVO. Nomb. sustant.— Mentira, presunción fatua.
TRUJE. Verbo.— Corrupción de TRAJE.
TUBA. Voz que se da a los perros para que se aproximen.
TUERO. Nomb. sustant.— Leño o tronco para el fuego.
TUICO. Adverb. de cantidad.— Todo.

U.-
USAGRE.— Adj. calif.— Ruin, tacaño, avaro.

V.-
VIGULERO. Nomb. sustant.— Mosquito.
VERBAJO. Nomb. sustant.— Medicamento usado en veterinaria.
VESTUGA. Nomb. sustant.— Vara fina y flexible de olivo. Pestuga.
VIDE. Verbo.— Arcaísmo de amplio uso local. Usase por VI.
VIROLETA. Nomb. sustant.— Corrupción de VIOLETA.
VIROTE. Locución equivalente a «mandar a paseo».
VITANGUERO-A. Adj .— Persona que descuida sus obligaciones dedicándose a frivolidades.

Z.-
ZALAMANDRA. Nomb. sustant.— Golpe y maltrato de las cosas cuando se llevan sin cuidado.
ZALANDRO. Nomb. sustant.— Trozo grande de pan u otro comestible. Por extensión, aplícase a otras cosas grandes.
ZAMACOTE. Nomb. sustant.— Mazacote, cosa basta de forma fea y pesada.
ZAMACUCO. Nomb. sustant.— Persona tonta y falta de luces. Bulto de mal aspecto o porción de alguna cosa arrugada y enredada.
ZAMANZO. Nomb. sustant.— Bulto de gran tamaño. Paquete grande.
ZAMARREAR. Verbo inf.— Manejar descuidadamente y con torpeza una cosa.
ZAMBALEO. Nomb. sustant.— Traslado repetido de una cosa.
ZAMBULLO. Nomb, sustant.— Persona torpe, basta y de pocas luces.
ZANCALÁ. Nomb. sustant.— Pasos desgarbados, amplios, dados sin comedimiento. Andar despreocupado y poco elegante.
ZANGARRIANA. Nomb. sustant.— Diarrea.
ZANGULLO. Nomb. sustant.— Barranco o desnivel del terreno por el que corre el agua. Torrentera.
ZAPEAR. Verbo inf.— Desechar, arrumbar, echar algo o a alguien fuera de algún sitio.
ZAQUE. Nomb. sustant.— Recipiente de cuero usado en el campo.
ZAQUILLAO. Nomb. sustant.— Obsequio que se hace en el campo, con productos de éste, a la gente humilde.
ZARADIA . Nomb. sustant.— Gallina de plumaje blanco y gris.
ZARRAMPLIN . Nomb. sustant.— Lluvia breve propia del verano.
ZARRAPIÑ A . Nomb. sustant.— Ave de rapiña.
ZÁVILA.— Equivale a PITA.
ZITOTE. Nomb. sustant.— Niño que está donde no debe. Cosa pequeña que estorba.
ZOCOTAZO. Nomb. sustant.— Golpe que se da para castigar sin rencor, a alguien, generalmente con los nudillos.
ZOMPO-A. Nomb. sustant.— Peonza. Persona bruta y de pocas luces.
ZORRA. Nomb. sustant.— Manía, ojeriza o rencor que se tiene a una persona o cosa. Dícese «tener zorra» por «tomar manía».
ZORROMOSTRO. Nomb. sustant.— Bulto feo. montón de cosas desordenadas.
ZUMAQUE. Nomb. sustant.— Vino.
ZUMBION. Nomb. sustant.— Riada o avalancha de agua.
ZUNZUNEO. Nomb. sustant.— Rumor persistente.
ZURCAPELLA. Nomb. sustant.— Jaleo, riña, discusión o tumulto.
ZURO. Nomb. sustent. Parte central de la mazorca del maíz.
ZURRACAPOTE. Nomb. sustant.— Bebida popular parecida a la sangría.
ZURRACO. Nomb. sustant.— Prenda de vestir basta y poco agraciada.
ZURREARSE. Verbo refl.— Defecarse sin control en el curso de la diarrea.
ZURRIBULLE. Nomb. sustant.— Nerviosismo y agitación, inquietud. Usase por extensión para designar a la persona con carácter inquieto.
ZURRUMBEAR. Verbo inf.— Arrojar violentamente, abandonar algo sin cuidado.

Torres de Albanchez

REFRANES Y FRASES POPULARES

Por último, nos ha parecido útil finalizar este vocabulario con una relación de dichos y frases que ponen de manifiesto la psicología de un pueblo ingenioso, refranero y astuto, y del ambiente en el que se desenvuelve.

-NUNCA ES MAL AÑO POR MUCHO TRICO.
La abundancia de bienes siempre es bien acogida.
-AL QUE SE DESCUIDA SE LE MOJA LA PARVA.
Al negligente se le pasa la oportunidad.
-AL QUE CARGA PRIMERO NO LE FALTAN SOGAS.
El que en su momento resuelve sus asuntos queda a salvo de ulteriores complicaciones o faltas.
-CUANDO LA PERDIZ CANTA, NUBLADO VIENE.
Es uno de los signos de predicción del tiempo, por los campesinos.
-TRES DIAS HAY EN EL AÑO QUE SE LLENA BIEN LA PAN ZA, JUEVES SANTO, NOCHEBUENA Y EL DIA DE LA MATANZA.
Son fechas de extraordinario yantar.
-DE MOLINERO CAMBIARAS, PERO DE LADRON NO ESCAPARAS.
Equivale a lo de «salir de Málaga para entrar en Malagón».
-UNA EN SAN JUAN, CIENTO EN NAVIDAD.
Alude a la aceituna cuya cantidad no puede apreciarse hasta que está madura.
-ESTAR O HACER ALGO A DESCANSARRIERO.
Hacer las cosas concienzudamente y sin precipitación.
-BORRICO QUE NO LLEVA TRES, ¿QUE BURRO ES?
No hay empresa que deba ser acometida sin contar con la fuerza y elementos necesarios.
-LOS MELONES DEL CONDADO, BUENA VISTA Y MAL BOCADO.
Los que se producen en el condado de Santisteban, por regla general, de muy buena apariencia, pero de mala calidad.
-EL QUE NO LLEVA RIENDA NO SE CALIENTA.
El que no aporta actividad o materia o algo común, no tiene opción a participar en su provecho.
-LLOVERA CUANDO LE SUDEN LOS CUERNOS A LAS VACAS.
Señal inequívoca de la abundancia de lluvias.
-ESTAN COMO EL TIO CHUSMARRO, QUE NO ENCONTRO MUJER FEA NI VINO AGRIO.
Persona que todo lo encuentra aceptable.
-A ESE NO HAY QUE LLEVARLO A LA VIRGEN DE LA CABEZA.
Se refiere a las personas excesivamente locuaces, ya que, según tradición, la Virgen de esta devoción concede el habla a los mudos.
-A VER SI TE CREES QUE EL TOCINO ES DE OVEJA.
Advertencia a quienes todo les parece sumamente fácil.
-LE HAN DADO UN CULO PARA UN MORTERO.
Cuando alguien recibe un objeto inadecuado para el fin perseguido.
-IR DE CANDANGA.
Marchar arrastrado por la adversidad.
-CUANDO AL TONTO LE DA POR LOS ESPARRAGOS, NO DEJA UNO.
Hace relación a los porfiados que con su tenacidad perturban a los demás.
-NO SABE LO QUE CORRE UN GORRINO ATAO.
Especie de test rústico cuya solución es «corre todo lo largo de la soga y un poco más».
-NO TIENE PAR A ECHAR UNA ZORRA A UN CENTENO.
Quiere decirse que se encuentra en estado de miseria.
-SALIR DE NAJA.
Salir de huida atropelladamente.
-MAS NEGRO QUE EL CEROTE.
Se dice que aquel que se encuentra en situación apurada y sin posible salida.
-NO HA COMIO DESDE QUE CAGO LA CERA-PEZ.
Estado crónico de necesidad.
Villarrodrigo
-SI EL TRABAJO FUERA ENGAÑIFA COMERIAIS EL PAN SOLO.
Se emplea respecto a los holgazanes.
-MAS TONTO QUE UN ZURO.
Se quiere con ello acentuar la estulticia de alguien, puesto que el zuro, o sea, la parte central de la mazorca del maíz, es despojado del grano y de las hojas que lo cubren.
-TIRA LA HARINA Y RECOGE EL SALVAO.
Se refiere a la economía mal atendida, que no aprovecha lo importante y recoge lo inútil.
-ECHAR A CAREO O DAR CAREO.
Dejar a los animales en completa libertad en el campo.
-TIENE MENOS VERGÜENZA QUE UN GATO EN UNA MATANZA.
Es notoria la vigilancia que hay que tener con estos felinos, para que no se coman los ingredientes de la matanza.
-ERES MAS CANSAO QUE LOS PAVILLOS CHICOS.
Son animales torpes, cuya crianza requiere atención incesante.
-AL QUE NO ESTA HECHO A BRAGAS, LAS COSTURAS LE HACEN LLAGAS.
Significa que al que no está acostumbrado a trabajos, por leves que éstos sean, le resultan insoportables.
-A GUSTO DE TODOS, COMO LA MUERTE DEL GORRINO.
Ocasión de complacencia general, por el festín de la matanza del cerdo.
-NO NECESITA COMINOS PAR A REGOLDAR.
Es decir, reacciona con extrema facilidad.
-PARA ESE VIAJE NO NECESITO ALFORJAS.
Cuando la misión a cumplir es intrascendentes e innecesaria.
-ESTAR ACARRAOS COMO LAS OVEJAS.
Las ovejas se apiñan en grupos espesos, a lo que se llama, estar acarradas.
-NO VE UN CURA EN LO ALTO DE UN MONTON DE CAL.
Destaca el gran contraste del negro de los hábitos talares con la blancura de la cal.
-COMER COMO CHOTO DE DOS MADRES.
O sea, hasta el hartazgo, como hacen los cabritos amamantándose de las ubres de dos cabras.
-ESE SACA LECHE DE UNA ALCUZA.
Se refiere a aquellas personas que todo lo transforman en su provecho y utilidad.
-ES MAS PERRO QUE UN TRILLO.
Como se sabe el trillo es arrastrado sobre la parva.
-MAS GANDUL QUE LOS PEPINOS DE BUJARAIZA.
Frase muy popular, pero cuyo origen se desconoce.
-ESE ES ESTRECHO DE CAGAM1TERO.
Alude a los tacaños y miserables, que con dificultad se desprenden de su dinero.
-TENER MENOS VISTA QUE UN CEBERO DE AJOS.
Dice del mal aspecto o apariencia de alguna cosa.
-LLORA MAS QUE CUANDO ENTERRARON A ZAFRA.
Frase de frecuente uso, pero no exclusiva de la comarca.
-CARNERO FUERA, DOBLON EN LA MONTERA.
Equivale a «toma y deja».
-TIENE MAS TRAMPAS QUE LA VIRGEN DE AGOSTO.
Se refiere a persona endeudada, ya que en la festividad de la Virgen de Agosto acostumbran los campesinos pagar rentas y demás.
-ES COMO LOS PELLEJOS DE ACEITE, DONDE SE PONEN, MANCHAN.
Hay personas de tan mala conducta, que su presencia es siempre indeseable.
-COMO LA CARRETERA DE BENATAE, QUE NO VA A NINGUNA PARTE.
Hasta hace años, la carretera que partiendo de Puente de Génave enlaza con la de Elche a Hellín, no pasaba del pueblo de Benatae.
-VENIR DE CALLOSA.
Sigilosamente, con disimulo.
-ESTAR COMO EL GUARRITO DE SAN ANTON.
Como lo alimenta todo el vecindario, se refiere a aquellas personas parásitas, a quienes corrientemente se les llama «gorrones».
-CUANDO EL YELMO TIENE MONTERA, LLUEVE AUNQUE DIOS NO QUIERA.
Es la mayor altura de la comarca y es creencia entre los naturales que cuando su cima aparece envuelta en nubes, la lluvia es inexorable.
-ES COMO LA MIERDA DE PERRO, QUE NI SABE NI HUELE.
Se trata de que no tienen carácter ni personalidad.
-COMO EL BURRO DEL TIO CAÑIZARES, QUE ESTUVO NADANDO TODA LA NOCHE Y POR LA MAÑANA SE AHOGO EN EL CASCAJAL.
Se refiere a aquellos que cuando su tarea está a punto de culminación la abandonan y la dejan frustrada.
-RESULTAR MOCHA POR CORNUDA.
Cuando se acometen asuntos cuyo resultado es baldío.
-SALIR ADELANTE A TRANCAS Y BARRANCAS.
Aquellas cosas que se logran con grandes dificultades y apuros.
-ARDER EL FUELLE Y LA BADANA.
Cuando se consume o se malogra lo útil y lo inútil.
-CORRER A CALZON QUITAO.
Correr despavorido, atropelladamente. Necesidad urgente de hacer muchas cosas al mismo tiempo.
-PRESUMIR MAS QUE UN RATON ENCIMA DE UN QUESO.
Persona fatua y vanidosa.

C O L O F O N
Esta recapitulación de locuciones vigente y actual en el área segureña, dista mucho de ser exhaustiva, si bien creo que se han recogido las más usuales. Constituyen, sin duda, una forma de expresión demasiado pobre y rústica, pero que puede suscitar la curiosidad de quienes saben ahondar en los problemas semántico y de sinominías. Hasta tiempos recientes, este pueblo ha vivido aislado en la clausura de sus montañas y esa incomunicación, cerrando el paso a formas de expresión y modos de decir de más correcta elaboración, se ha visto obligado a crear, para la designación de ideas y cosas, un sistema de locuciones, términos y extrañas palabrejas, harto recusable, pero que tiene vigencia, porque, como dice el profesor Laín Entralgo, «son válidas todas las palabras de nuestro idioma... cuando nuestro pueblo las ha consagrado usándolas de manera habitual...».

EN EL OBJETIVO, PUENTE DE GÉNAVE

$
0
0
Recogemos, para cerrar una nueva fase de publicaciones y dejar paso al periodo de descanso veraniego, una visión muy particular que nos muestra Andrés Martínez Avilés de diferentes lugares, parajes y rincones de Puente de Génave. En poco más de sesenta imágenes nuestro buen amigo "Pasteles", muestra, en un recorrido diurno y nocturno por las calles, plazas y lugares de su pueblo, los diferentes enfoques de una realidad que día a día vive con pasión, una pasión que sale desde su objetivo y se proyecta en cada imagen que capta. Sin lugar a dudas una verdadera colección que todo puenteñ@s debería guardar. A pesar de la enorme calidad y plasticidad que ofrecen la inmensa mayoría de imágenes, no realizaremos valoraciones artísticas pues queremos simplemente mostrar un verdadero tesoro gráfico que muestre lo precioso que es nuestro pueblo, Puente de Génave.

IMÁGENES CON PASIÓN, PASIÓN POR UN PUEBLO.

Andrés Martínez Avilés








































































LA PRESA DE SILES. UN PROBLEMA O UNA SOLUCIÓN

$
0
0

Retomamos, una vez pasado el periodo estival, una nueva fase de publicaciones referentes a nuestro pueblo y a toda la comarca de la Sierra de Segura. En esta ocasión recuperamos un artículo de Pedro Ruiz Avilés, que a día de hoy, a pesar del tiempo pasado, tiene enorme vigencia al estar todavía pendiente de solución todo lo concerniente al aprovechamiento de las aguas que el río Guadalimar ofrece para ser embalsadas en la no aprovechada infraestructura de la presa de Siles. Ya anunciaba en aquel momento nuestro interlocutor los inconvenientes y problemáticas sobre su aprovechamiento, que a día de hoy sigue siendo una asignatura pendiente para el desarrollo de nuestra comarca.


SEQUÍAS Y HELADAS

 

Habitamos una tierra de contrastes. Nos cuesta recordar que hace tan sólo un par de años estábamos preocupados ante una posible inundación, lamentábamos que no existieran más embalses –también la presa de Siles- donde retener un agua que se vertía al mar, o tratábamos de aprovechar los pocos días de claro para recoger una abundante cosecha de aceitunas frente a una lluvia que no acaba de caer.

Presa de Siles

Pero ahora hemos vivido más de seis meses de crudo invierno y llevamos casi un año sin escuchar el agradable sonido del agua chocar con los cristales de ventanas y coches, o llenar de charcos la carretera. Nos lamentamos y empezamos a pensar que las plagas bíblicas no atenazan de nuevo; que el desierto lo tenemos cada día más cerca y que se ha incumplido el refrán de “años pares, abrid los trujales”, pero que el año impar lleva la misma pinta. Las restricciones de agua, la tierra reseca, áspera de polvo, se manifiesta con su radical crudeza, y las consecuencias son patentes: mala cosecha de aceitunas, siembras raquíticas o secas, pastos inexistentes, no hubo ni “guíscanos”, como casi tampoco hemos podido coger espárragos, el verdegueo del paisaje ha virado a pardo y plomizo, las fuentes están agotadas… Y ahora además de la sequía, las olivas se han quemado con el desastre de las heladas de los meses pasados ¡con lo que cuesta criar un olivo!

Olivar de regadío

En paisajes más previsores, el campo acaba dando sus frutos con normalidad y como si fuera un mero acto administrativo. Las cosechas aparecen puntualmente sin demasiados contratiempos. Por el contrario, nosotros, o tomamos la calle de en medio no reparando en nada ni en nadie, o seguimos mirando al cielo con muchas dosis de melancolía y fatalismo. Confiamos más en las cabañuelas y el almanaque zaragozano que en las predicciones de los hombres del tiempo, o en el poder de una reivindicación colectiva capaz de asegurarnos el agua de modo más regular y estable. Así nos va: “un año de cielo y cinco en cueros vivos”.

Explotaciones olivareras

En cuanto caen cuatro gotas olvidamos que la cosecha y el acopio de agua se deben realizar cuando llueve, y que los regadíos, como otras muchas cosas, podrían hacerse mejor y más baratos planificando el uso del agua conjuntamente y con el apoyo de los poderes públicos.

Ahora que tenemos la oportunidad de los riegos del pantano de Guadalmena, vamos a ver si somos capaces de organizarnos todos para saber reivindicar un recurso, como el agua, que es un bien de interés general. Y, luego, diseñar unos regadíos modernos como los que tienen ya en muchas zonas andaluzas.

Acto reivindicativo del agua de la presa de Siles

Durante unos cuantos días alteraremos, en paz y concordia eso sí, nuestro ritmo cotidiano. Pero no echaremos en el saco del olvido estas otras preocupaciones: el drama de la escasez de agua y el sombrío aspecto de nuestros campos y de nuestras decrépitas olivas. Además de contar con el próximo hospital, también es sumamente importante intentar resolver el tema del agua: para comer y para beber, pero también para crecer económicamente y generar bienestar y calidad de vida.

Cuenca hidrográfica de abastecimiento Sierra Segura

A ver si unidos somos capaces de demostrar a algunos y algunas, y en especial a los dos nuevos alcaldes de Zalamea de nuestra comarca (del Arroyo y de Beas), que se puede defender a sus ciudadanos y conseguir más cosas –también en ayudas por daños en heladas- desde la cooperación positiva y no con el enfrentamiento y la hostilidad.

Entretanto no está de más que le hagamos rogativas e imprecaciones a nuestro patrón agricultor para que eche una mano a los/as de su oficio y a todos sus patrocinados.

Pedro Ruiz Avilés. 2005


NACIÓ EN SEGURA DE LA SIERRA, SIN LUGAR A DUDAS.

$
0
0

Muchas son las dudas y controversias acerca del lugar de nacimiento de Jorge Manrique, gran poeta medieval que viene a encarnar la perfecta visión del caballero renacentista. Tradicionalmente se entendía, sin tener pruebas concretas, llevados por el centralismo castellano, que su lugar de nacimiento era la localidad palentina de Paredes de Nava, pero el estudio desarrollado por el ilustre puenteño D. Domingo Henares, desmonta esta indocumentada hipótesis, concretando y argumentado documentalmente que el lugar exacto de nacimiento es el municipio de nuestra comarca, Segura de la Sierra. Dicho estudio es el que a continuación os presentamos. 

SEGURA DE LA SIERRA,CUNA DE JORGE MANRIQUE.

El lugar donde nació Jorge Manrique, esto es, el lugar donde primero se meció su cuna, hay que ponerlo ya, a estas alturas del tiempo, en Segura de la Sierra, de la provincia de Jaén, en ese pueblo tan alto que mira de frente al monte Yelmo, como si los dos estuvieran de guardia a toda hora por la Sierra de Segura. Pero esta verdad incuestionable, en cuanto al origen del poeta cantor de la muerte, no acaba de ser compartida, sin embargo, entre buena parte de paredeños, defensores todavía del origen palentino de Jorge Manrique.

Estatua de Jorge Manrique en Segura de la Sierra.

Por lo que esta afirmación inicial de su nacimiento en Segura de la Sierra necesita, antes de llegar a su conclusión última, una serie de negaciones previas y que no serían tan precisas, de no mediar en la discusión una serie de factores en nada científicos, sino, más bien, debidos a un cúmulo de prejuicios que, a su vez, son el exponente claro de una pereza intelectual, de una incuria al menos por la investigación con argumentos.

Repárese, si no, en las afirmaciones que, en favor de los intereses palentinos, hacía el senador señor Gallego Cuesta en sede parlamentaria, con el objeto de conseguir las obras de la segunda fase del monumento a Jorge Manrique: “El Secretario de Estado sabe... lo que es Paredes de Nava, cuna de genios ilustres, tales como Jorge Manrique y Berruguete...” (Cortes Generales. Diario de Sesiones del Senado. 4-XI-1998).

Segura de la Sierra, sede de la Encomienda de la Orden de Santiago

Así, para afirmar dónde nació Jorge Manrique, hay que empezar negando la supuesta adscripción del poeta, por nacimiento, a la villa palentina de Paredes de Nava. Y éste es el estado de la cuestión. Pues nos encontramos con la obligación de desmontar como un castillo de naipes, edificado con los materiales de lo que Serrano de Haro, uno de los estudiosos más profundos del poeta, ha llamado una piadosa tradición, que él no comparte, es verdad, pero mostrándose muy respetuoso con los defensores de un Jorge Manrique paredeño (Serrano de Haro, A.: Personalidad y destino de Jorge Manrique. Gredos, Madrid. 1966, pp. 50-55).

La piedra donde más veces tropiezan, sin embargo, los partidarios de que Jorge Manrique naciese en Paredes de Nava está en un documento que, precisamente, no hace al caso, por cuanto nada dice del asunto que nos ocupa y que, por contra, tiene los datos necesarios para caer en un error enquistado en las buenas gentes de aquella hermosa villa palentina, emparentada, claro está, con la familia Manrique. En sus párrafos pertinentes, el dicho documento que es una carta de poder afirma lo siguiente:

“Sepan cuantos esta carta de poder vieren cómo nos, el concejo y alcaldes y hombres buenos y regidores y oficiales de la Villa de Paredes de Nava... conocemos y otorgamos y damos todo nuestro poder cumplido... a Ferrand Gonzálvez de Mayorga y a Francisco Ferrández de Paredes... para que por nos y en nuestro nombre y por todos los vecinos... parezcan ante el señor Rodrigo Manrique, comendador de Segura, e hijo del señor Adelantado Pedro Manrique, que Dios haya, sobre razón del señorío de esta dicha villa... y para que sobre ello por nos y en nuestro nombre... puedan recibir y reciban por señor de esta dicha villa y vecinos de esta al dicho Rodrigo Manrique...” (Texto íntegro, fotocopia y transcripción en mi libro Cartas de Don Rodrigo Manrique a su hijo Don Jorge. Diputación de Albacete, 2001, pp. 155-58).

Monumento a Jorge Manrique en Paredes de Nava (Palencia)

Y, como esta carta de poder está fechada a 23 de septiembre de 1440, ya tenemos los dos ingredientes necesarios para el error tan largamente extendido, esto es, que Jorge Manrique nació en 1440, justamente, y en Paredes de Nava sin discusión alguna. Pero ese texto anterior podemos leerlo hasta cien veces al día, aprenderlo de memoria o traducirlo a varios idiomas. Lo que no conseguiremos es que valga como prueba de que Jorge Manrique tuviera que nacer en Paredes de Nava, cuestión que ni siquiera plantea. Y creer lo contrario sería un artículo de fe, de una fe demasiado crédula, mera fiducia.

Por otra parte, y desde la Crónica del Halconero de Juan II, no es lícito afirmar que Doña Mencía de Figueroa, madre del poeta, estuviese en Paredes de Nava en la fecha antes escrita, pues tampoco estaba Don Rodrigo, su marido (de ahí que los paredeños manden representantes suyos a Segura de la Sierra para rendir homenaje a su nuevo señor, según se indica en el documento anterior). Y ni siquiera Doña Mencía estuvo en Valladolid, cuando Don Rodrigo asistió a las bodas de Don Enrique de Castilla y Doña Blanca de Navarra, pues no figura en la relación de invitados, siendo como era mujer de Don Rodrigo, que sí figura (Carrillo, P.: Crónica del Halconero de Juan II. Espasa-Calpe, Madrid, 1946, p. 344) y hermana de Lorenzo Suárez de Figueroa, I Conde Feria (Montero, R.M.: Nobleza y sociedad en Castilla / el linaje Manrique, siglos XIV-XV. Gráficas Pinares, Madrid, 1996, pp 61-62). Es más, aunque hubiese sido invitada, por su relevante situación familiar, habría tenido que renunciar, pues la boda no se concertó antes del mes de julio (Crónica..., p. 343), por lo que Doña Mencía estaría embarazada de siete meses y con unos setecientos kilómetros por delante, haciéndolos en jamuga o en carreta, acaso en andas, como la reina de Navarra que fue transportada así, de ese modo tan particular, a dichas bodas “por cuanto era mujer gruesa y no podía venir en mula” (Crónica... pp. 343 y 345).

Fachada de la casa natal de Jorge Manrique en Segura de la Sierra
con el escudo de la familia de los Figueroa sobre el dintel de la puerta

Un viaje de locura, si alguien pretendiese que Doña Mencía estuviera en 1440 por los alrededores de Paredes de Nava, fecha y lugar que se necesitan mutuamente, los dos errores juntos, pues son los únicos extremos que se barajan y utilizan de forma gratuita en la citada carta de poderes, para que Don Jorge naciese en la mencionada villa palentina.

En esta búsqueda metódica del lugar de nacimiento de nuestro poeta, nos encontramos, además, con una confesión harto elocuente de un cronista oficial de Paredes de Nava en estos términos: “Aunque la primera edad de estos hermanos [los Manrique, hijos de Don Rodrigo] me es desconocida...” (Cardeñoso, L.: Reseña histórica de la villa de Paredes de Nava. Imprenta de El Día de Palencia, Palencia, 1926, p. 147). Por supuesto que, diez páginas después, el padre Cardeñoso se deshace en elogios merecidos de las coplas de Don Jorge, aunque trastoca el orden de su nacimiento y de sus hermanos, cuestión en la que no todos los autores están de acuerdo. Por nuestra parte, y a este respecto, consideramos que Don Jorge fue el segundo, ya que no hay duda de que Don Pedro fue el primero, pues él hereda el Condado de Paredes (Salazar y Castro, L.: Historia de la Casa de Lara, Lib. X, p. 367) y sólo los dos, él y Don Jorge, se citan en las Relaciones de Felipe II, cuestión 38 de las referidas a Beas de Segura y que más adelante veremos como la prueba definitiva del lugar de nacimiento que buscamos. Y no cabe alterar el orden de nacimiento de los dos hermanos, por cuanto sus padres, Don Rodrigo y Doña Mencía, acordaron matrimonio en 1432 (Montero, R.M.: Nobleza y sociedad..., p. 61).

Escudo nobiliario de los Manrique de Lara

Cabría también, en este buscar primero y a fondo perdido, tener en cuenta los dictámenes que pudieran darnos los estudiosos más conspicuos de Jorge Manrique. Así, Don Augusto Cortina, que publicó su tesis doctoral sobre Jorge Manrique en 1929, reeditada por Espasa-Calpe, colección Austral, en 1981, a lo más que llega y sin fundamento es a decir en la página 17 la frase siguiente: “Jorge Manrique nació, probablemente, en Paredes de Nava, hacia 1440”. La inseguridad de este experto en Manrique, en cuanto a su lugar de nacimiento, no resiste el menor comentario. Y, todavía en este camino hacia ninguna parte, recordamos al embajador de España Don Antonio Serrano de Haro, pues, aunque no se atreve a fijar un lugar exacto para que naciera Jorge Manrique, sin embargo, en una entrevista que concedió al diario Jaén, publicada el 30 de septiembre de 1978, hace alarde de una cautela extrema, por cuanto afirma que “... Segura de la Sierra, donde posiblemente nació el poeta y donde, sin duda, transcurrió su infancia...” Como se ve, estos autores, los más esperados, Cardeñoso, Cortina y Serrano de Haro, en principio pueden ser de nuestro bando, por cuanto que ninguno pone el lugar de nacimiento de Jorge Manrique, a falta de pruebas, en la localidad palentina de Paredes de Nava.

Representación de Jorge Manrique

Pero tenemos que dar un paso definitivo, ir más allá de la negación escueta porque, de suyo, es destructora y para encontrarnos con las frases más luminosas y rotundas, incontrovertibles por su expresión inequívoca y donde, al fin, podemos leer cuantos datos son precisos a la hora de fijar el nacimiento de Jorge Manrique. Esto es, veamos si concurren el nombre de un lugar preciso, unos padres conocidos, unos testigos y quien tenga capacidad para dar fe de cuanto haya sucedido. Nada más aconsejable, entonces, que leer el contenido de una fuente que ha sido tantas veces olvidada, y que nos ahorra continuar con el peso de alguna leyenda. Ésta es la historia, éste es el texto:

“BEAS DE SEGURA. Figueroas. En la dicha villa es un linaje muy antiguo, descendientes de caballeros hijosdalgo y señores, como fueron el maestre de Santiago Don Lorencio Juárez de Figueroa y Don Lorencio Juárez de Figueroa, comendador mayor de Castilla, quien tuvo por hijo a Gómez Juárez de Figueroa... comendador de la encomienda de Dos Varrios, junto a Ocaña... Fue hijo de éste Sebastián de Figueroa... al cual envió el dicho comendador su padre a vivir con Don Rodrigo Manrique, maestre de Santiago, por razón de que Doña Mencía de Figueroa, mujer del dicho maestre, era su parienta. Y así, haciéndolo deudo el dicho maestre y Don Jorge y Don Pedro, sus hijos... hiciéronle... capitán de caballos en esta frontera, y estuvo siempre defendiéndola hasta tanto que ganaron la ciudad de Huéscar de los moros...” [6-XI-1434. Crónica..., pp. 166-174]. (Relaciones de Felipe II. Beas de Segura [Jaén], cuestión 38).

Así, ya tenemos:

- El nombre de un recién nacido: Jorge Manrique.

- Nombre de los padres: Don Rodrigo y Doña Mencía.

- Fecha de nacimiento: hacia el segundo semestre de 1434 (contando con la fecha de la boda de los padres [1432] y el nacimiento de su hermano mayor, Don Pedro).

- Lugar de nacimiento: Segura de la Sierra, Jaén, a donde es enviado el caballero Sebastián de Figueroa desde Beas de Segura, lugar, por tanto, donde no pudo nacer Don Jorge. Ni es lícito pensar que lo hiciera en Siles, de la misma encomienda de Segura de la Sierra, por cuanto lo desmiente un documento como éste: “... e por algunas traviesas que el escudero savía, pósolo en saluo en la dicha villa de Siles, donde avía dexado la otra gente de su capitanía...”. Se trata aquí de cómo el mariscal de Juan II, Diego Fernández, huye, en la refriega de Hornos, de Don Rodrigo Manrique y se refugia en Siles, donde, claro está, no tendría su residencia el comendador (Crónica..., p. 481).

- Testigos: Rodrigo Moya, Bartolomé González de Cazorla y Cristóbal Juárez de Figueroa.

- Escribano: Pedro Gómez Machado (ver las Relaciones de Felipe II. Beas de Segura).

D. Domingo Henares. (foto La Voz Albacete)

Nada más dicen los certificados de nacimiento en las oficinas del Registro Civil de nuestro tiempo. Y ésta es la verdadera partida de nacimiento que reclaman los paredeños, aunque sólo sea cuando alguien pone en cuestión su creencia infundada acerca de la patria chica de Don Jorge. Sin caer en la cuenta, hasta entonces, de que son ellos los que carecen de la documentación exigida y que, como hemos observado, sí obra en las Relaciones de Felipe II y a favor de Segura de la Sierra, Jaén, como la cuna ya indiscutible de Jorge Manrique.

Domingo Henares. Profesor


BREVES APUNTES DE LA TRADICIÓN MUSICAL EN PUENTE DE GÉNAVE

$
0
0

Todo pueblo muestra, como forma de identidad, su actividad musical a lo largo del tiempo. Puente de Génave no es una excepción y ha tenido una larga trayectoria en esta manifestación artística, que ya ha sido abordada en otros artículos en este Blog, pero que ahora es tratada y repasada su evolución en este artículo de José Carlos González publicado allá por el año 2000 en el libro de fiestas de nuestro pueblo.

TRADICIÓN MUSICAL EN PUENTE DE GÉNAVE. 

Si de algo puede jactarse y presumir Puente de Génave es el estado tan dulce por el que atraviesa el mundo de la música, que se constituye en uno de sus grandes embajadores y también en estandarte de puertas hacia fuera. Pero para explicar porque la localidad vive un gran momento musical es preciso remontar por los senderos de la historia, bucear en su historia para cerciorarnos de que aquí ha habido una enorme tradición musical, por lo que sus habitantes han recogido una de sus grandes herencias y así de paso se han enaltecido una de sus grandes costumbres que pueden definir la idiosincrasia de una comunidad como lo es Puente de Génave.

Jose Carlos González Sánchez (a la izda.)

En los años 40, floreció el grupo de pulso y púa denominado Los Mariachis, conformado por nombres tan ilustres como José Villalba, Nicasio, Julián, Antonio, Faustino Serrano…., cuyas andanzas musicales todavía se bailan en los rincones más recónditos del alma y de la memoria. Iremos aún más atrás y rescataremos aquellas disputas musicales entre dos bandos, los de este lao, contra los de aquel lao, facciones que empleaban unos instrumentos tan peculiares como los peines con papel de fumar, haciendo vibrar el papel de fumar con las púas de los peines, a través de continuos soplidos. Y decimos que se organizaban batallas, porque tras los conciertos se originaban enfrentamientos de pedradas. Les podemos contar que el líder de los de este lao era Santiaguete. Sucedía esto por la época de la postguerra.

Integrantes de Los Mariachis

Pero Los Mariachis ganaron, junto con la asociación de Coros y Danzas Femenino un certamen provincial de corales junto con Villarrodrigo en el año 1957. La fase regional se celebró en el antiguo Cine Mari Paz. Por aquellas fechas eran sonados aquellos bailes verbeneros celebrados en el Bar Nacional, regentado por Gregorio Solano. Tanto Los Mariachis como la Asociación Coral Femenina se disolvieron a finales de los años 60, principalmente por la emigración que asoló a Puente de Génave, quedando como vestigio, la Coral Parroquial.

Coros y Danzas de la Secc. Femenina. 1957

En los años 60 fueron prolíficos los concursos de bailes regionales con los escolares en los terrenos de la fábrica de aceite de los hermanos Ortega Lara. También llegaron a organizarse concursos de trajes regionales donde participaron niños, niñas y mayores. Unos trajes diseñados en lo más profundo y autóctono de la sierra de Segura, concretamente en la antigua fábrica de telares de Santiago-Pontones, confeccionados con lana de oveja segureña. Por aquel entonces, en las fiestas patronales de San Isidro Labrador, los entrañables Pizarrines de Génave se encargaban de animar las fiestas y alojándose en casas particulares. 

Componentes de Los Pizarrines de Génave

      En los años 70, las fiestas empiezan a contar en sus verbenas con grupos de enjundia y categoría. Las grandes atracciones se encadenan a partir de 1974 con la llegada de Los Tres Sudamericanos y la primera actuación en la provincia del grupo musical Jarcha que ofrecieron un recital en el cine Mari Paz. Después otros les sucedieron como La Década Prodigiosa o La Frontera….
Agrupación Musical San Isidro Labrador

Y hoy en día, Puente de Génave vive un gran esplendor musical con una banda de música que integra a unos 60 chavales y que está supervisada por la Agrupación Musical presidida por Francisco Luna, una coral polifónica que da nombre a un histórico Faustino Serrano, que se gestó por el triángulo conformado por él mismo, Alicia Serrano y el profesor de música Miguel Angel Cano, quienes también crearon la banda de niños La Tribu de Don Chin Pun. La Coral hace las delicias con recitales en la provincia y fuera de ella, y cuenta con un disco editado con título Jericó. Y por si fuera esto poco, está el ritmo juvenil que pone en sus actuaciones Bumeran, que sonará en muchas fiestas patronales de localidades próximas.

José Carlos González.


JORGE MANRIQUE. EL POETA GUERRERO DE SEGURA DE LA SIERRA

$
0
0

Insistiendo en el artículo publicado recientemente en el que se argumentaba sobre la veracidad de situar el nacimiento del destacado poeta del medievo español, Jorge Manrique, en la localidad de nuestra comarca Segura de la Sierra, volvemos a recoger más explicaciones y argumentos en el escrito del destacado historiador de nuestras tierras D. Genaro Navarro, quien realiza, en el siguiente artículo, una minuciosa explicación de las razones que le permiten asegurar que dicho poeta no nació en la localidad palentina de Paredes de Nava, como aseguran algunos, y si lo hizo en nuestra comarca, en Segura de la Sierra, que fue el lugar de residencia familiar y donde realizó muchas de sus extraordinarias composiciones literarias. 


SEGURA DE LA SIERRA, LUGAR DE NACIMIENTO DE JORGE MANRIQUE.

Ni los hechos y convulsiones internas que agitan a Castilla durante los reinados de Juan II y Enrique IV, época de transición en la que vivieron los Manrique y que presagia ya el Renacimiento, ni el refinado ambiente intelectual característico de aquella sociedad, en la que este noble linaje ganó tanta fama y gloria a través de las armas y las letras, ni aun siquiera la figura y personalidad de don Jorge y la suprema belleza de las Coplas a la Muerte del Maestre de Santiago, «maravilla literaria, tan única en la literatura como el Cantar del Cid o el Quijote», mueven hoy nuestro interés, estrictamente ceñido a espigar en campo ajeno datos y noticias sobre las que sustentar la tesis del posible nacimiento del gran poeta en Segura de la Sierra.

Placas conmemorativa a Genaro Navarro en Segura de la Sierra

A este propósito hemos consultado la «Antología de los Manrique», de Joaquín de Entrambasaguas, la «Crónica del Halconero», de Juan II, el prólogo de Augusto Cortina a la Obra Completa de Jorge Manrique, y, sobre todo, son de inapreciable valor los materiales acopiados por Antonio Serrano de Haro, escritor y diplomático vinculado afectivamente a la tierra jaenera, en su libro «Personalidad y destino de Jorge Manrique», libro admirable en el que con rigor histórico, seriedad de investigador y amplia erudición y dignidad de estilo, ha llevado a cabo una investigación tan profunda y minuciosa de la vida y obra del célebre poeta y guerrero, que, como ha escrito Vázquez Dodero, sus páginas «son el fruto de un trabajo tenaz, realizado con alma ecuánime y con mente clara, apasionada por la verdad». El ambiente histórico-político en que crece don Jorge, la mentalidad de la época, con sus altos ideales caballerescos, la vida privada, el círculo familiar, el lugar de nacimiento... nada se sustrae a la aguda pesquisa y examen crítico de Serrano de Haro.

Pero ciñéndonos, como hemos enunciado, al punto concreto del lugar de nacimiento de don Jorge, partimos de la autorizada opinión de Serrano de Haro quien, sin establecerlo de manera rotunda y categórica, más bien parece inclinarse por señalar la cuna del poeta en Segura de la Sierra, ya que como literalmente escribe «no está, en efecto, nada claro que fuera Paredes de Nava», si bien, en tanto no aparezcan datos definitivos, prefiere mantener viva la ilusión local de la villa palentina, que no tiene más fundamento histórico que haber ostentado su padre el título de Conde de Nava.

En cambio, como el propio autor afirma, hasta 1440, en que por herencia de su padre no adquirió don Rodrigo el señorío de Paredes de Nava, no hay motivo alguno para pensar que fijara en este lugar su domicilio. Hasta esta fecha lo que sí parece evidente y claro es la presencia y permanencia del Maestre, en Segura de la Sierra, de la que fue Comendador ya, desde la adolescencia. Segura de la Sierra es frontera con el Reino moro de Granada, y hemos de ver más adelante, cómo los más resonantes hechos de armas del Maestre tienen por escenario aquellas ásperas montañas. Es el mismo don Rodrigo, en su testamento, quien dice: «yo gasté allí lo más de mi tiempo según los trabajos en que anduve». Abundando en este orden de consideraciones y como dato significativo de la asidua presencia de D. Rodrigo en la tierra segureña, hace referencia Serrano de Haro al testamento de D. Pedro, primogénito de D. Rodrigo, ordenando el traslado a Uclés de los restos de su madre y hermanos, sepultados en la ermita de Santa María de la Peña, cerca de Segura, en la frontera de los moros, por el temor de que éstos, en tiempo de guerra, pudieran llevarse los amados restos familiares, lleva esto a la conclusión lógica, a la que desde luego nos adherimos, de que el verdadero hogar de D. Rodrigo Manrique, al menos durante su primer matrimonio, fue Segura de la Sierra, donde sus hijos y su mujer murieron y fueron enterrados, siendo lo normal que los miembros de una familia vengan al mundo en el lugar habitual de su residencia y sea éste también en el que entreguen su alma a Dios.

Monumento a Jorge Manrique en Paredes de Nava

Por todo ello, y algunas otras razones, tales como la presencia de la familia del Maestre, buscando la protección durante sus ausencias, en las fortalezas de sus parientes en el vecino reino de Murcia, limítrofe del de Segura, termina Antonio Serrano de Haro, evocando «largas soledades de la familia, aislada en Segura, con el temor a infiltraciones nocturnas de los moros sin el calor del padre, el fuerte varón. Aún en el caso de que no naciese D. Jorge en Segura, allí se desarrollaría seguramente su infancia». Empero, la ausencia de documentos, impide a Serrano de Haro confirmar categóricamente a Segura de la Sierra como lugar de nacimiento del poeta. Bien se advierte, que investigador tan concienzudo y veraz, no quiere de modo alguno llegar a conclusiones que no tengan fehaciente probanza, más el análisis objetivo de los factores enunciados, inclina la balanza de posibilidades a favor de Segura de la Sierra, juicio que vamos a intentar robustecer con el examen de otros antecedentes y hechos de gran significación y relieve.

Es una realidad indiscutible que, Jorge Manrique y aun su propio padre, no han tenido biógrafos. Cronistas e historiadores han narrado hasta la saciedad las virtudes militares riel padre y consagrado la fama literaria del hijo, pero en esa ingente bibliografía, ni el interés personal, ni el autor de la creación literaria, han merecido atención y de ahí los escasos datos que poseemos.

Segura de la Sierra

Una vez más, el brillo y el renombre del poeta, han oscurecido al hombre, y desde nuestra modestia, intentamos desvanecer las sombras que sobre el lugar de su nacimiento envuelven a la egregia figura. La ilustre estirpe de los Manrique pudo ser originaria de la Tierra de Campos, aunque su casa solariega no radicase precisamente en Paredes de Nava, sino en Carrión de los Condes, pero su afincamiento lo fue en tierras de la Encomienda de Segura, y en ellas tuvieron lugar la mayor y más importante parte de sus empresas y hazañas, y así, D. Rodrigo, que había nacido en 1406, a los doce años se cruza Caballero del Hábito de Santiago y muy poco tiempo después es Comendador de la Orden. En 1428, aparece pleiteando con el Concejo y vecinos de Segura, por haberle negado la posada debida a los Comendadores, y en 1434, «el segundo Cid», ya famoso por sus notables hechos de armas, logra la rendición de la plaza mora de Huesear, en la frontera segureña, cubriéndose de gloria y recibiendo del rey Juan II, trescientos vasallos solariegos en tierras de Alcaraz y veinte mil maravedíes de juro de heredad. En 1456 toma para el rey Enrique IV la importante plaza de Jimena, en tierras del Santo Reino de Jaén.

Monumento a Jorge Manrique en Segura de la Sierra

Antes, el 3 de mayo de 1439, el infante D. Enrique de Aragón, le otorgó poder para que continuase en la posesión «en que él había estado y estaba, del Maestrazgo de Santiago, e de las villas e logares e castillos e vasallos de dicho Maestrazgo», y días después, el 18 de los mismos mes y año, el Comendador de Segura, con el de la vecina Caravaca, alzaba la villa de Ocaña por el Infante, al que acompañó con ciento cincuenta rocines en marzo de 1440, en su entrada en Toledo contra la expresa prohibición del rey D. Juan. Cuando la nobleza, con el rey de Navarra y el infante D. Enrique, fueron vencidos en la batalla de Olmedo (19 de mayo de 1445), en la que murió el Infante, el rey D. Juan hizo nombrar en Ávila, Maestre de Santiago, al Condestable D. Álvaro de Luna, concurriendo a la elección todos los Comendadores de la Orden, excepto el de Segura, D. Rodrigo, que se alzó contra el nombramiento por ver mermados sus derechos al Maestrazgo para el que había sido nombrado por el rey de Aragón de acuerdo con el Papa.

Posesiones de la Orden de Santiago

Entonces, para reducir al Comendador de Segura, el rey envió una numerosa hueste, que al mando de D. García Lope de Cárdenas y del mariscal Diego Fernández, señor de Baena, tomaron la fortaleza y lugares de D. Rodrigo, en la Encomienda de Segura, excepto la de Hornos, en la que por medio de una ingeniosa estratagema infligió gran descalabro al mariscal, quien por verdadero azar salvó la vida, refugiándose en la villa de Siles. En febrero de 1448, parte D. Rodrigo de Segura, confiando la fortaleza a su hermano D. Fadrique, en socorro de la ciudad de Murcia, acosada por las tropas del rey, y meses después, en agosto de 1449. D. Fadrique, con diez mil hombres de a pie y a caballo, levanta el cerco que a Montiel tenían puesto las tropas de la corona, y en el que se encontraba sitiado D. Rodrigo. Por último, hemos de anotar que en la primera campaña de Enrique IV contra el reino de Granada, en 1455, entre los Capitanes del rey figura D. Rodrigo. También, como muestra de poder sobre estas tierras, en el aledaño campo de Montiel, se encuentra el pueblo actualmente llamado Villamanrique, antes Belmontejo, que cambió su nombre por gratitud hacia D. Rodrigo, que le había eximido de la jurisdicción de la Torre de Juan Abad, igualando el caso de Villarrodrigo, ante Albaladexo, que recibió el título de villa y el nombre del señor Maestre de la Orden de Santiago.

Emblema de la Orden de Santiago

Con estos y otros datos, que por no ser prolijos omitimos, hemos querido, dejar constancia de la asidua presencia de D. Rodrigo desde su adolescencia hasta las vísperas de su muerte, en la Encomienda de Segura, la más importante de la Orden de Santiago, cuyos confines se extienden hasta Alcaraz, el reino de Murcia, las tierras del Condestable D, Miguel Lucas de Iranzo, en el reino de Jaén, el Campo de Calatrava y el reino moro de Granada, por Huescar, conquistada por D. Rodrigo, en la línea fronteriza. «Dentro de esta extensa área montuosa —escribe Serrano de Haro— D. Rodrigo aprieta bien la hueste familiar asignando a sus hijos, Jorge y Rodrigo, las Encomiendas limítrofes de Montizón y Yeste y confiando al primogénito D. Pedro, cuando obtiene el Maestrazgo, la capital del pequeño reino de Segura.

«Mueren los componentes de una familia en el lugar que habitan y es éste donde nacen los hijos».

Otras presunciones, de no inferior valor indiciario, para poner de manifiesto el arraigo de la familia Manrique en Segura de la Sierra y el transcurso en ella de la mayor parte de su vida, son las que se refieren a su hacienda y bienes de fortuna. Lo normal siempre ha sido, y continúa siendo, que las familias tengan su asiento donde radican sus bienes, y éstos, en lo que al clan de los Manrique atañe, los suministra principalmente la Encomienda de Segura de la Sierra, la más rica de la Orden de Santiago, cuya principal fuente de ingresos la constituían los pastos, la madera y la caza. Pingües ingresos, siempre insuficientes empero, para cubrir los gastos del Maestre: el estado de Caballero, el brillo de la honra militar y la situación social de la nobleza, imponían cuantiosos dispendios y ostentaciones.

Non dejó grandes tesoros
ni alcanzó muchas riquezas
ni bajillas
más fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas.


La vigilancia constante de las fronteras y el continuo batallar en que transcurrió la vida de D. Rodrigo, supone una empresa de gran importancia económica, habiéndose visto en múltiples ocasiones al frente de más de trescientos caballos. Vivió por esta causa en continuas dificultades económicas, sin que en nada las atenuase el Mayorazgo de Paredes, de muy menguados recursos, que no lo poseyó hasta 1440, y ello por poco tiempo, ya que lo perdió en 1445, después de la batalla de Olmedo, y no volvió a recobrarlo definitivamente hasta 1465. Esta presencia y ausencia sucesivas del Mayorazgo de Paredes de Nava, en el patrimonio de D. Rodrigo, hace necesariamente pensar en que no debió tener importancia para su economía. Lo importante para D. Rodrigo, lo mismo que para su hijo D. Jorge, es el decoro y brillo de su linaje y el servicio de la guerra, aunque ello comportase grandes y permanentes agobios económicos, y no es por tanto extraño que, por esta liberalidad y derroche, al ordenar su última voluntad se vea obligado a disponer el pago de las deudas contraídas en tierras de Segura y de Montiel «donde gastó lo más de su tiempo».

Carta de otorgamiento de Segura de la Sierra a la Orden de Santiago

Resumiendo, cuando antecede, podemos establecer las siguientes conclusiones:

- Que D. Rodrigo Manrique, en 1418, a los doce años de edad, se cruza Caballero del Hábito de Santiago y es Comendador de la Orden en Segura de la Sierra, con cuyo Concejo aparece pleiteando en 1428.

- Que, a lo largo de toda su vida, la mayor parte de sus empresas militares tienen lugar en la frontera de Segura con los moros de Granada.

- Que, en el territorio de esta Encomienda, es donde radica la fuente más importante de sus rentas e ingresos.

- Que es entre los vasallos de este feudo, donde hace sus levas.

- Que el Señorío de Paredes de Nava, no lo recibe hasta 1440 cuando ya, según algunos autores, había nacido don Jorge, y aun suponiendo que el nacimiento tuviese lugar en la primera mitad de este mismo año, como afirman otros, se hace difícil pensar en el desplazamiento de doña Mencía, su madre, en estado de buena esperanza, desde la comarca de Segura hasta las distantes tierras de Paredes de Nava dejándose tres hijos de corta edad, siendo el mayor don Pedro de cinco años; al tiempo que no es lógico enviar a su esposa al centro de poder del rey castellano Juan II, con el que D. Rodrigo estaba enfrentado.

Mausoleo de Juan II de Castilla

Si don Rodrigo no fue señor de Paredes hasta después de la muerte de su padre, acaecida en 21 de septiembre de 1440, y si hasta entonces —advierte Serrano de Haro— no hay ningún motivo para suponer que fijara en Paredes su domicilio conyugal, y además «en vida de la madre no consta que la familia viajara», no será arbitrario pensar que otro lugar distinto de Paredes pudo ser el del nacimiento del inolvidable lírico, pues si éste acaeció en 1439 o en la primera mitad de 1440, y su padre no heredó el Señorío hasta el último tercio de este año, la conclusión apuntada se desprende por sí misma. Harta razón asiste, pues, a Serrano de Haro, cuando afirma, con referencia a la cuna del poeta, que «no está, en efecto, nada claro que fuera Paredes de Nava», y para añadir, comentando el traslado de los restos familiares desde Segura, «que no cabe más elocuente dato que éste para probar que el verdadero hogar de don Rodrigo Manrique en el período de su primer matrimonio fue Segura de la Sierra».

Casa natal de Jorge Manrique

Por lo que respecta a doña Mencía, primera esposa de don Rodrigo y madre del poeta, aún persisten en Segura de la Sierra en pobre estado de conservación, algunas nobles piedras presididas por el escudo de armas de los Figueroa, señalando el solar de sus mayores y el lugar que le prestó amparo en su infancia y de donde salió para unir su vida a la azarosa de don Rodrigo Manrique.No debe tampoco olvidarse que doña Mencía de Figueroa, aquella de la que nunca se supo que abandonara el hogar familiar, nació, vivió y murió en Segura de la Sierra, y allí, en la ermita de Nuestra Señora de la Peña, fue enterrada con algunos de sus hijos, hasta que en 1481 el primogénito don Pedro ordenó el traslado de los restos al Convento de Uclés, donde ya les aguardaban los de su esposo, el Maestre, y su hijo don Jorge, muerto este último, como se sabe, en el asalto del Castillo de Garcimuñoz, en 1479.

Escudo de los Figueroa en Segura de la Sierra

Al no existir dato que autorice fijar el nacimiento en Paredes de Nava, otro puede ser su lugar de origen, y en ninguno concurre, como ocurre en Segura de la Sierra, tal cúmulo de circunstancias que permiten señalarlo como patria chica del poeta. Cierto que tampoco en esta villa existen documentos fidedignos, mas téngase en cuenta que el archivo y la villa misma fueron reducidos a un montón de cenizas durante la invasión francesa, pero de todos modos valor de testimonio vivo tienen, esas nobles piedras, a las que acaba de hacerse alusión.

Por estos motivos, y porque en todo caso allí transcurrió la infancia del poeta, ha sido fácil a Serrano de Hato imaginar a don Rodrigo rodeado de hijos, familiares y criados, contando y comentando aventuras y lances de la guerra, «ante la gran fogata con que atenuarían las noches heladas de Segura», montear en las escabrosidades y «riscos de Segura, bien provistos de jabalíes, venados y lobos», o verlo en la iglesia parroquial ante la imagen de Nuestra Señora de la Peña «iniciarse en la piedad de la mano de su madre». «Sería ella, como señora de la región, quien se ocuparía de que el templo estuviera atendido». También hincaría su rodilla ante la imagen de Santiago en la capilla del Castillo. «La fortaleza de Segura, avizora de los caminos de Granada, era una fortaleza de fe», y allí se inició y forjó el sentimiento religioso de Jorge Manrique. Este mismo sentimiento religioso lleva posteriormente al poeta a incluir en su poesía amorosa unos piadosos versos a la pasión de San Vicente Mártir, cuya imagen quedaría fijada en su retina ante el retablo dedicado a este Santo en la ermita que, para conmemorar la conquista de Segura, el día de San Vicente Mártir de 1212, por los Caballeros santiaguistas, se erigió en el contiguo cerro que todavía se llama de San Vicente.

Localización de las Ermita de San Vicente Mártir en Segura de la Sierra

El ejercicio de la Caballería, consustancial con la nobleza, era el más considerado, y don Jorge, formado a la sombra de su padre hizo honor a la tradición familiar, siguiendo el oficio de las armas.

El Maestre D. Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente.

Vamos, pues, a situarlo ante los acontecimientos bélicos en que participó, para que podamos ver cómo, al igual que su padre, las empresas y expediciones militares en que participó, tienen por escenario la frontera militar con el reino de Granada, de las que no suele alejarse, como no sea para intervenir en las escaramuzas y banderías de la nobleza.

Vivió sobre las armas, pero casi siempre acompañando a su padre en sus campañas, o patrullando los campos de la Mancha durante las discordias civiles. Así, ayuda a don Rodrigo a rendir la fortaleza de Alcaraz, sometiendo definitivamente el Marquesado de Villena a la Corona. Pelea también brillantemente a su lado en las conquistas de Uclés y de Ocaña. Muerto don Rodrigo, cae prisionero en Baeza al intentar tomar la plaza, pero ahora también lucha, como siempre, formando parte de la confederación familiar de los Manrique, al servicio de sus parientes y aliados, los Benavides. Esta misma motivación es la que le lleva a sostener los derechos de su primo don Alvaro de Estúñiga, al Priorato de San Juan, usurpado por don Juan de Valenzuela, a quien venció con fuerzas numéricamente muy inferiores cerca de Ajofrín. La influencia y personalidad de don Rodrigo Manrique, transcienden de su feudo de Segura de la Sierra, dejándose sentir en las Encomiendas limítrofes de Yeste —poseída por su hijo don Pedro—, en la de Montizón, de la que es Comendador don Jorge; la de Caravaca e incluso en el Reino de Murcia, donde imperan los Fajardo, sus parientes y aliados.

Fortaleza de Alcaraz

El estado de Caballero es un alto honor que comporta arduas obligaciones, pero si se trata de tan claro linaje, como el de los Manrique, la gloria, la honra y el heroico esfuerzo se sostienen sobre una continua sucesión de hazañas, que por nada ni por nadie deberán ser superadas. Como el teatro de las luchas de los Manrique es la inquieta frontera de Segura, porque la defensa de la fe de Cristo y la reconquista del territorio nacional es la gran tarea que incumbe a don Rodrigo, allí monta la guardia a lo largo de su vida, y para que ésta sea más efectiva y prevenir posibles riesgos, por medio de alianzas y lazos de sangre, extiende su actividad a otros dominios y desde luego a la Encomienda de Montizón, en el punto de sutura entre Sierra Morena con Sierra Segura, y es por ello por lo que Montizón viene a ser como una pieza en el dispositivo militar de la limítrofe Encomienda de Segura, y don Jorge, un Capitán del Maestre, aunque en ocasiones se vea forzado a intervenir en las pugnas señoriales, en una de las cuales sería mortalmente herido ante los muros del Castillo de Garcimuñoz. La única ciudad a la que estuvo vinculado por su matrimonio, y porque entonces era el centro político de España, fue Toledo, pero aparte de estas esporádicas ausencias de Montizón, no se encuentra mención de su presencia y de contacto alguno con la Tierra de Campos, aunque le perteneciesen las tercias de Villafruela.

Castillo de Garcimuñoz

A la vista de estos datos, y considerando que, de la opinión de los autores, y entre ellos, la muy autorizada de Serrano de Haro, se viene a la consecuencia de que no hay motivos para señalar Paredes de Nava como lugar de nacimiento de Jorge Manrique, lógicamente se desprende que otro lugar hubo de serlo, y es indudable que en ningún otro concurren las circunstancias que señalan a Segura de la Sierra como cuna del poeta. En lo sucesivo, sería ya imperdonable que a Jorge Manrique no se le incluya en el repertorio de grandes poetas españoles que nacieron o vivieron en lo que actualmente es provincia de Jaén.

 

Genaro Navarro.


LA FUENTE VIEJA. AHORA SÓLO UN RECUERDO

$
0
0

Nuestro pueblo conserva muchos rincones, lugares y parajes que guardan extraordinaria belleza, al tiempo que son emblema y divisa de la singularidad de nuestro pueblo y orgullo de su tradición y sus gentes. Pero hay otros que no han logrado perdurar en el tiempo, como es el caso de la añorada Fuente Vieja, que para los puenteñ@s era algo más que una simple fuente donde calmar la sed. En el siguiente artículo, Pedro Ruiz Avilés, hace una perfecta loa a este emblemático lugar al tiempo que intenta reivindicar su futura rehabilitación por las autoridades locales, sentimiento al que se suman todos los puenteñ@s, para conseguir que la Fuente Vieja deje de ser un recuerdo para volver a ser una realidad.  

BEBER AGUA FRESQUITA

“Lleváronse tus hadas

El lino de tus sueños

Esta la fuente muda

Y está marchito el huerto

Solo quedan lágrimas

Para llorar…¡No hay que llorar!”

(Antonio Machado, muerto de añoranza en el exilio en Colliure –Francia-)

Antes de que el agua potable de Los Prados de San Blas llegase a nuestros domicilios existían en nuestro pueblo media docena de fuentes: la mitad de uso mixto para consumo humano y para abrevar las bestias, y la otra mitad para exclusivo consumo humano. Pero indudablemente la más recordada por los que ya somos mayores es la Fuente Vieja*.

Ultimo aspecto de la Fuente Vieja

Enclavada entonces en los confines del pueblo. Se accedía a ella por varios caminos del pueblo: un caminillo terrero que partía de la carretera N-322 y dejaba a su derecha una huertecita con una higuera y chopos y álamos del arroyo Peñolite; una segunda que dejaba atrás la carretera, se adentraba en los llanos de La Vicaría y se llegaba a ella por la Vereda o Camino Real pasando un puentecillo; y la tercera que traspasaba los corrales de la calle del arroyo, y al lado, junto al citado puente, se hallaba el manantial. Justo en la confluencia del nombrado arroyo Peñolite con el de Las Canales o Canalejas.

Puente que daba acceso a la Fuente Vieja

Nuestra Fuente Vieja sirvió durante más de dos milenios como un espacio de descanso, concentración y lugar de abrevadero de viajeros, caminantes, trajimanes, partidas y ejércitos de diversa clase y condición, viajando desde las “Andalucías” a Murcia, Cartagena, Valencia o Tarragona. Su ubicación estratégica próxima a uno de los vados más importantes para el paso, en especial en invierno, del entonces más caudaloso río Guadalimar a través del Puente Viejo, por las calles Nueva y del Arroyo que forman parte de la Vía o Camino Real que enlazaba Levante con Andalucía y viceversa, la convertía en ineludible parada.

Por ejemplo, y según cuenta el historiador Plinio, acamparon en los llanos, y bebieron pues de su agua, los caudillos cartagineses Asdrúbal y el gran estratega Aníbal, con su ejército y los 38 elefantes guerreros camino de su, al final, fracasado intento de conquista de roma. Como también en su retirada hacia Gades (Cádiz) vencidos, y perseguidos, por Plublio Cornelio Escipión. Este general romano también debió pasar un tiempo (209 a.C.) con sus tropas bebiendo y aprovisionándose de agua de la fuente, ya que estableció un campamento en las cercanías del Arroyo del Ojanco (Los Baños).

Imagen de la construcción del Puente Viejo

Con más seguridad pasó, y se avitualló hasta ocho veces, San Juan de la Cruz, mandatado por la madre superiora Santa Teresa de Jesús para fundar los dos conventos carmelitanos de Caravaca (Murcia). Al no poder ésta asistir, obligada a marchar con urgencia a Sevilla.

Igualmente, hicieron parada de ida en la Guerra de la Independencia los ejércitos napoleónicos al mando del mariscal Dupont, y de vuelta tras su humillante derrota por las tropas españolas y sus aliados en Bailén. Y que dejarían cumplidas muestras de venganza quemando pueblos y villas de nuestra bella Sierra de Segura. Y es muy cierto pensar que el general Prim y su amigo el Marqués de Vinent, hicieron el kilómetro que los separaba desde la finca de La Vicaría hasta la fuente para beber el agua fresquita de la Fuente Vieja.

La Fuente Vieja
Más documentado estaría el paso, y estancia, durante la Guerra Civil del general republicano Miaja, y de parte de las Brigadas Internacionales dirigiéndose desde Albacete hacia el frente de Lopera y Andújar con la pretensión, no lograda de recuperar Córdoba y Sevilla. Con ellos viajó un afamado poeta. Miguel Hernández, que aprovechó un rato de descanso para dar un recital en la colectividad existente en nuestra aldea de El Tamaral.

La función hídrica de nuestra fuente no se interrumpió ni en los duros años de “pertinaz sequía” como la llamó un cursi en la postguerra (1939-47), y siguió manando agua, después dotada, ya en los pasados años setenta al remodelarse tras una inundación con sendos grifos en sus caños. Era todo un espectáculo contemplar, en cualquier hora y estación, a recias mujeres con sus cántaros en los ijares, niños con un par de botijos, o caballerías con damajuanas aprovisionándose de agua fresquita.

Situación de la Fuente Vieja respecto al casco urbano de Puente de Génave

Desgraciadamente hace unos años, una alevosa tormenta colmó el arroyo Peñolite, y esta vez la riada se llevó por delante la fuente. Un icono e imagen señera del Puente se perdía sin remedio. Pero muchos paisanos no nos resignamos a su pérdida definitiva. Por ello solicito a los representantes en las instituciones municipales que realicen las gestiones oportunas para conseguir devolver al pueblo su icono perdido, procediendo a la rehabilitación de la fuente, y si es posible de su venero, pues hay quien dice que lo destruyó la riada. El lugar que propongo para situarla sería en el parque que se ha habilitado justo enfrente, a la otra orilla del arroyo, creando junto a la escultura al aire libre que resultó premiada de las amapolas, y junto con unos cuantos bancos y árboles para la sombra, crear un espacio placentero para el reposo, conversaciones y charloteos varios. Y todo acompañado de un cartel explicativo, al estilo del existente en nuestro hermoso Salto de San Blas. Urbanitas, tenemos varios, y buenos en el pueblo, es por lo tanto cuestión de buscar financiación y pedirles que presenten una oferta que sea irrechazable. Pues, venga, sin más dilación. ¡manos a la obra!.

Pedro Ruiz Avilés. 2019

(*) Este escrito es un relato-leyenda y, por tanto su contenido puede no ser verdad. O sí.  


EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LOS CAMPOS DE HERNAN PELEA

$
0
0

Como va siendo tradición, en este blog, queremos dar difusión al relato ganador del premio Domingo Henares de Relato Histórico convocado por el Ayuntamiento de Puente  de Génave, en este caso en su décima edición, y que recayó en el relato de nuestro amigo Pedro Pablo Cano Henares que se centra a través de una narración histórica sobre diversas escaramuzas y combates entre los musulmanes de las tierras cercanas del Reino de Granada y los moradores de las antiguas aldeas de la Sierra de Segura y que dieron origen a la denominación de Campos de Hernán Pelea a esa gran altiplanicie cercana a Santiago-Pontones. Esperamos y deseamos disfruten de esta interesantísima narración que presentamos en dos entregas debido a su extensión.


Pedro Pablo Cano Henares
Pedro Pablo Cano Henares

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LOS CAMPOS DE HERNAN PELEA.

Habitaba en El Hornillo un hombre rudo y valiente de nombre Hernán Martínez; era hijo de Martín Hernández, uno de los primeros vecinos que hicieron y poblaron casa en el lugar de El Hornillo. Había nacido, como su padre y abuelo, en la villa de Siles, a los que siendo un niño acompañó desde ella al dicho lugar, que nombraron El Hornillo por haber hecho un horno junto a una fuente buena. Dicho horno lo había mandado hacer su abuelo, Hernán Sánchez, junto a su hermano menor, Asensio Sánchez. Le habían puesto por nombre el del abuelo por el gran parecido del nieto al abuelo: ambos eran rubios y de gran altura y fortaleza. Eran todos ellos señores de ganado de la dicha villa de Siles, ricos hombres, y su abuelo fue nombrado en sus tiempos caballero de Sierra; este era hombre de mucha honra que ganó, junto al Maestre Rodrigo Manrique, en la toma que hizo éste de la villa de Huéscar, al que acompaño y de la que obtuvo gran botín del que, especialmente, guardaban como joyas la descendencia del caballo semental y las tres yeguas que su abuelo les arrebató a los moros tras una escaramuza en una alquería en el cerco de la villa de Huéscar.

Era este Hernán Martínez de carnes apretadas, pero bien proporcionado de una gran altura, largos brazos y piernas; era Hernán conocido por su gran fuerza y arrojo, no sería la primera vez que levantara a su caballo a horcajo entre risotadas gritando “tú me llevas a mí y yo a ti”; para él, su caballo era como una extensión de sí mismo; era descendiente de aquel semental y yeguas que ganara su abuelo a los moros de Huéscar, de pura raza, de orejas enjutas y pequeñas, cara descarnada y grandes narices que absorbían los aires puros de la Sierra. Ojos negros como la pez, saltones, que parecía que se salían de sus órbitas, con un gran cuello largo y curvado, ancho pecho y cruz, de lomo recogido, redondas sus ancas, las costillas delanteras largas, que albergaban sus grandes pulmones capaces de largas galopadas, vientre escurrido y testículos redondos y recogidos, sus músculos bien marcados, finas y espesas crines que volaban con los aires altaneras como él, su cola gruesa en su nacimiento y fina y grácil en su punta, sus cascos fuertes, negros como sus ojos, y su pelo blanco como la nieve que los envolvía durante el invierno.

Santiago de la Espada, antiguamente El Hornillo

Este caballo era árabe puro, que ya quisieran para sí muchos señores de los moros de Granada; como todos los de su raza no era muy alto, y más cuando se juntaba con los caballos castellanos de la Orden, mucho más altos que él, pero a la carrera, ya fuera de corta o larga distancia, no había en todo el Común caballo que pudiera con él..

La figura de Hernán Martínez, montado en su caballo, era por todos reconocida, ese hombre montado a lomos de ese pequeño caballo enjaezado al estilo árabe, con una rica montura y sus largas trancas colgando casi a rastras, producía cierta risa por cómica, que sus vecinos se guardaban muy bien de demostrar en su presencia por respeto, primero, pero aún más temían la reacción y la fuerza de tal gigante, como muy bien sabían los moros de Baza como ahora veremos.

Fue su abuelo Hernán Sánchez, en su cabalgata hacia Huéscar junto al Maestre, cuando la primera vez que, con asombro, recorrió los ricos pastos veraniegos que albergaban los derredores del lugar del Hornillo, de los que ya había oído hablar a otros señores de ganado de la generosidad de estos pastos del extremo sur de la Encomienda. Estos estaban infrautilizados por la cercanía de la frontera granadina, de tal manera que, a la vuelta de la toma de Huéscar, el Maestre le concedió la merced de subir sus ganados a estos ricos pastos veraniegos; fue así como los señores del ganado de la villa de Siles, recorrían cada primavera las siete leguas grandes que les separaban de tan ricos pastos, y cada otoño regresaban a sus pastos invernales en los cuartos que la villa de Siles poseía en la Sierra Morena, esto fue así hasta que su hijo Martín, tras su muerte y junto a otros señores de ganados, construyó junto al famoso horno las primeras casas pobladas que dieron origen a la aldea, primero de El Hornillo y después villa de Puebla de Santiago, para quedar definitivamente como Santiago de la Espada.

Villa de Huéscar

Al viejo Hernán Sánchez le impresionó la abundancia de aguas, los amplios pastizales entre bosques de robles, pinos y encinas, la pureza de sus aires y el resguardo del lugar que lo hacía fácilmente defendible de las incursiones de los moros granadinos, ya que estos, para acceder a ellos, tenían que superar grandes puertos y aparecer en descubierto.

El viejo Hernán ideó un sistema de vigilancia preventivo, situando a sus mozos en lo alto de cerros estratégicamente escogidos, de tal modo que los moros eran avistados antes de terminar de subir los puertos, ya que antes de coronar éstos, los espesos bosques daban paso a altozanos carentes de árboles donde pudieran éstos aguardar celadas, y eran descubiertos; fue su ingenio el que ideó el sistema de alarma situando junto a los vigías unos grandes montones de leña mezclada con jumas verdes de pino que, al prender, liaban una gran humareda negra, visible desde todo el territorio, alertando de la presencia de enemigos. Su ingenio fue mucho más lejos ideando un sistema que consistía en tapar las lumbres con una gran manta, interrumpiendo las bocanadas de negro y espeso humo de tal manera que, según fueran estas bocanadas, podían decir por dónde venían los sarracenos, su número y hasta la clase de tropas que traían, previniendo a los cristianos y facilitándoles una rápida reacción para emboscar a los enemigos, de tal manera que cada vez eran menos los moros que se atrevían a subir los puertos.

Extensión de los Campos de Hernán Pelea

Tenía Hernán Martínez sobre las diecinueve primaveras cuando aconteció el hecho que le daría fama y honra. Hacía solo dos años de la muerte del abuelo, que no solo le había dejado en heredad el mejor de sus sementales, además le dejo su armadura y espada de caballero; tenía el abuelo debilidad por este nieto tan parecido a él en carácter y físicamente, que veía en él la prolongación de sí mismo. Desde muy pequeño se había preocupado en adentrarlo en el arte de las armas y era por entonces unos de los mejores escuderos de la encomienda de Segura, ya destacaba por su destreza con las armas pero, sobre todo, era un magnifico jinete, aventajado en la lucha a caballo.

Como hemos dicho, andaban los moros granadinos bastante apaciguados, ya sea por el temor al viejo Hernán o a su sistema defensivo, que llevaban unos años que habían desistido de subir los puertos para rapiñar los ganados cristianos, pero aquel año aconteció un hecho que altero el equilibrio en la frontera: era el 28 de febrero de 1482 y el marqués de Cádiz, D. Rodrigo Ponce de León y Núñez, se metió en la cocina del reino de Granada con la toma por sorpresa de la villa de Alhama; este acontecimiento llenó de euforia a las huestes castellanas, que cogieron el definitivo impulso para la conquista definitiva del Reino de Granada, como a los moros los llenó de rabia y ganas de revancha.

D. Rodrigo Ponce de León y Núñez

Ya finalizando la primavera, el alcaide de la ciudad de Baza, Aben-Zaid, con ánimo de revancha y buscando la gloria, conocedor de la muerte del viejo Hernán Sánchez, su enemigo, al que temía por su ingenio y determinación, pensó que era hora del desquite, y decidió enviar en una avanzadilla a su sobrino, junto a lo más granado de sus caballeros, a la Encomienda de Segura, pensando en ganar gran botín de ganados y ver la fortaleza de los cristianos para lanzar un ataque más serio y devolver a los cristianos el golpe de Alhama.

Encaminaron los catorce caballeros moros camino de los puertos, y enfilaron hacia Puerto Lézar, protegidos por los bosques. Iban los moros confiados ya que por este camino los protegía el bosque de la vistas indiscretas casi hasta lo alto del puerto, pero lo que no sabían era que Martín Hernández, nieto y heredero del viejo Hernán, tenía un mozo avispado, con vista de lince, vigilante en lo alto de la Morra de la Osa, que los divisó y rápidamente encendió la gran hoguera que tenía preparada, lo que provoco una gran bocanada de humo negro de las jumas verdes, para, a continuación, informar que eran catorce jinetes bien pertrechados los que subían el Puerto Lézar, a seguidamente se refugió en un covacho que, a este fin, tenía preparado.

A la primera hoguera rápidamente le siguieron otras dando el aviso de la incursión mora, hasta llegar al valle de El Hornillo, que aún no había sido construido, pero que ya era el lugar de refugio de la mayoría de pastores y señores de ganado. Martín Hernández había heredado de su padre no solo sus ganados sino también la responsabilidad de la defensa del lugar. Rápidamente juntó a todos los señores y mozos que allí había para salir al encuentro de las tropas granadinas, más sus preocupación era otra, ya que había mandado a su hijo Hernán a aquel remoto lugar para llevar ato y vigilar a los mozos que allí guardaban sus ganados, y sabía que el joven era decidido, más con la cabeza llena de hazañas que le había llenado su abuelo; temía no aguardara la llegada de refuerzos y arremetiera contra los moros, como finalmente ocurrió.

Paso del Puerto de Lezar

Al joven Hernán le encantaban estos lejanos pastizales, por lo que el encargo de su padre era para él un regalo. Le gustaba cabalgar sin descanso por aquel inmenso altiplano, conocía sus cerros así como sus llanos y, como era joven y osado, había explorado sus cuevas y simas, que abundaban en gran cantidad; le gustaba subir a lo alto del gran cerro al poniente, al que llamaban Banderillas; desde él se divisaba gran parte del territorio de la Encomienda de Segura: hacia poniente a sus pies veía el curso del río Aguamulas, con sus bravas aguas que correteaban raudas hasta el gran río grande, el Al-wādī l-kabīr de los musulmanes. En su unión sabía que había una mina de plata antigua, se decía que de los antiguos romanos, de la que aún extraía algo el concejo de Segura, la vista se perdía en el valle del río grande, que seguía su curso coleteando hacia la tierra de Hornos de Segura, con su rica vega, que por sí sola podía proveer de bastimento a toda la Encomienda; si miraba a entrante veía la verdadera magnitud de aquel altiplano prodigioso, que arrancaba con un interminable bosque de pinos y robles en la misma ladera del cerro en el que se encontraba, más en la distancia la vista se perdía en las hoyas que, como picaduras de sarampión, recorrían gran parte del territorio, en esta parte se mezclaban grandes manchas de bosque de pinos majestuosos, con tejos, robles y perpejones, con claros donde se daban los mejores pastos que uno pudiera imaginar.

Él conocía cada una de estas hoyas, que las había grandes y chicas en gran cantidad; algunas podían albergar un pequeño ejército a la celada que pasaba desapercibido, como bien le había enseñado su abuelo; la inmensidad de este altiplano era tal que, de no conocerlo bien, era fácil perderse, y había habido casos de gentes que estuvieron dando vueltas en él durante días hasta casi fenecer; pero él había tenido buenos maestros y conocía cada recoveco, sabía por dónde podía galopar sin miedo, como dónde había que tener extremo cuidado para no caer en la trampa que también eran esas hoyas y simas del terreno.

Cima del Banderillas

Cuando empezaron los borbotones de humo, estaba Hernán cerca de un lugar que llamaban Cueva Paria, que era una zona donde concentraban a las ovejas paridas, por su recogimiento y frescos pastos era ideal para las madres de su rebaño. Por las señales del humo supo que eran catorce caballeros sin ayuda de peones, ya que se trataba de una avanzadilla; sus mozos y peones sabían lo que había que hacer en estos casos y corrieron raudos a sus escondrijos a la espera de la llegada de la tropa principal, que vendría del valle de El Hornillo a no más tardar de tres o cuatro horas, la orden era abandonar los ganados y esperar agazapados sin perder de vista los movimientos del enemigo.

En cuanto Hernán tuvo conciencia de lo que ocurría, pensó rápido, como su abuelo le había enseñado, lo que haría el enemigo de estar él mismo en su situación; esta táctica era útil para adelantarse a los movimientos de los moros, como más adelante se demostró. Su primer pensamiento fue lo que pensarían los sarracenos al coronar el puerto y contemplar el espectáculo a sus pies. En esa época del año la mayoría de ganados estaban concentrados en ese extremo del altiplano por ser el más lejano, tenían la costumbre de ir recogiendo poco a poco a los ganados desde este punto que quedaba más al sur de su territorio, en dirección norte, pausadamente, agotando los pastos a su paso para terminar en el valle de El Hornillo ya cerca del otoño, cuando iniciaban su peregrinaje a los pastos invernales.

La visión de miles de ovejas, en su mayoría paridas, acompañadas de multitud de vacas y toros, junto a las mejores yeguas y sus potrillos, supuso para la tropa bastetana una aproximación del jardín de su paraíso; los moros, al contemplarlos y verlos desprotegidos, ya que mozos y peones, como tenían ordenado, habían desaparecido de su vista, no pensaron sino en la piel del oso sin haberlo cazado, y llenaron sus ojos de la cantidad de oro y honra que ganarían a la vuelta a su Baza natal.

Ganado pastando en los Campos de Hernán Pelea como antaño

Esta situación no era fruto de la casualidad, era una de tantas estratagemas defensivas del viejo Hernán, ya que al ver los ganados desprotegidos la tentación era tal que impedía a los moros avanzar, dando el tiempo que necesitaban las huestes castellanas para su defensa y, además, había una sorpresa nada grata para el enemigo: acompañando a los ganados se habían criado gran cantidad de mastines negros como la noche, si bien más pequeños que sus hermanos leoneses, en compensación eran más ágiles que estos; su color y temperamento los mimetizaba entre los matorrales, lo que hacía que pasaran desapercibidos para lobos y saqueadores hasta que ya era demasiado tarde para aguantar sus acometidas, de tal modo que mantenían a lobos lejos de los ganados y a los enemigos les podían causar más daño que otro tipo de tropas; así eran considerados estos perros gladiadores.

Los moros se apresuraron a lanzarse sobre los ganados, su intención era reunir el mayor número posible de ellos y coger camino de regreso a su querida Baza. Nada más descender el sendero que bajaba del puerto, espolearon sus caballos en dirección a un sitio recogido al que los cristianos llamaban la Raja, era este lugar una gran planicie rodeada de farallones a modo de corral, por lo que se podía utilizar como tal y su idea era esta: concentrar los ganados allí dejando a alguno de ellos de custodia, mientras los demás recorrían el terreno juntando más ganado para llevarlo hasta este lugar y desde allí emprender camino de regreso.

Campos de Hernán Pelea

Esto mismo pensó el joven Hernán que serían sus movimientos de estar en la piel de sus enemigos, por lo que se dirigió a lomos de su magnífico semental en dirección a este lugar, sin prisa, a trote corte para que los enemigos, aún bajado la vereda del puerto, no lo pudieran detectar. Cerca de la paridera se encontraban las hoyas más grandes y profundas, la mayoría cubiertas de un espeso bosque: este se encontraba en un margen del camino natural que conducía desde la Raja hasta la paridera. Dedujo que una vez los moros hubieran dejado un retén en la Raja al cargo de los primeros ganados allí reunidos, uno de los sitios al que primero se encaminaría sería a la paridera de la Cueva, ya que allí estaban las mejores ovejas con sus crías, por lo que decidió bajar a esta hoya y esperar, emboscado, a sus enemigos.

--------------------- continuará.....................

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LOS CAMPOS DE HERNÁN PELEA (2ª parte)

$
0
0

Desarrollamos la parte final de la narración de Pedro Pablo Cano Henares ganadora del X premio de Relato Histórico Domingo Henares patrocinado por el Ayuntamiento de Puente de Génave, en el que se nos describe a través de un relato ágil centrado en las luchas y combates, que en estos parajes de la Sierra de Segura, se pudieron realizar durante la época medieval entre los habitantes cristianos de la serranía y los musulmanes del cercano reino de Granada. Continúen disfrutándolo.

Mapa de situación y extensión de los Campos de Hernán Pelea

EL ORIGEN DEL NOMBRE DE LOS CAMPOS DE HERNÁN PELEA.

------------------continúa................

    No llegó a la hora de estar allí amagantado cuando escuchó el inequívoco sonido del trote de los caballos enemigos; cuando pasaban junto a él, espoleó a su brioso caballo que subió al trote la pared de la hoya en la que se encontraba y, súbitamente, apareció sobre sus enemigos. Estos, al verlo, no les dio tiempo a pensar, salvo preguntarse quién era ese demonio que surgía de las entrañas de la tierra, y, antes siquiera de poder tener otro pensamiento, ya el joven Hernán había asestado un mandoble mortal al jinete más cercano, que lo desmontó y dejó tendido cual largo era sobre la tierra; sin tiempo siquiera a reaccionar se lanzó sobre el segundo jinete y, con el brío de su caballo, lo arrasó, derribando a su oponente, al que asestó un espadazo que le abrió la cabeza en dos. El tercer jinete, al contemplar lo que ocurría, quedó paralizado con los ojos desorbitados; ya no le dio tiempo a más pensamientos, lo último que contempló fue el largo brazo del zagal atravesándole el pecho con su espada.

Paraje de la Majada de Calles

    Tras esta hazaña, el joven Hernán recogió las bellas cabalgaduras, todas ellas bien enjaezadas al estilo árabe con ricas monturas, eran buenos caballos árabes pero pensó que no eran comparables a sus magnifico ejemplar, los dejo atados y escondidos en la hoya de la que surgió y pensó ya solo quedaban once enemigos; visto lo visto, pensó que si él fuera su jefe habría dejado a dos caballeros guardando el corral de la Raja y habría mandado de tres en tres a su tropa para recoger lo mejor de los ganados y, como había acertado en que se dirigirían a Cueva Paria, las otras tres tropas se dirigirían una a Majá las Calles, que era donde estaban las yeguas, otra a el Pozo Purga, en donde estaban las ovejas primalas y los carneros, y el último a Monterilla, donde había otra paridera; las vacas pensó que las dejarían tranquilas, ya que al hacer el camino con ellas bregarían mucho más y lo que les interesaba era hacer rápido la vuelta. Como era el Pozo Purga lo que más a mano le quedaba, se dirigió hacia allí consciente de que sus enemigos ya habrían llegado y esperando que los mastines que guardaban a las primalas hicieran su trabajo, entorpeciendo y distrayendo a los moros, lo que le daría su oportunidad. A galope tendido no tardó en llegar y, como esperaba, los mastines estaban haciendo frente a los saqueadores; estos inteligentes y valientes perros no se amilanaban ante nada, ya habían descabalgado a un moro que, pie en tierra, maldecía su sino, sus compañeros trataban de lancear a los mastines, mientras primalas y carneros se desperdigaban aterrorizadas del espectáculo que contemplaban.

Paraje del Pozo de Purga

    Sin parar de galopar, se dirigió hacia el moro descabalgado y, antes de que este pudiera darse cuenta de lo que ocurría, fue lanceado, tras lo cual dos mastines se abalanzaron sobre él y solo se le escuchó pedir clemencia a su Dios; los otros dos atareados, como estaban tratando de lancear a los mastines y que estos no los descabalgaran, ni lo vieron venir, solo se percataron de su presencia cuando lo tenían encima; el segundo jinete ni tiempo tuvo de volver la lanza contra el furioso joven que lo atacaba: de un certero lanzazo lo descabalgó y lo dejó malherido.; no se paró a rematarlo, sabía que este era trabajo de los mastines, como así fue. Al tercero ya no lo pilló desprevenido, ya que había contemplado la anterior escena, y volvió rápidamente grupas contra el joven, el encontronazo fue bestial pero la fortaleza de nuestro joven y su caballo habían tirado por tierra a su enemigo que, dando trompazos, voltearon a tierra jinete y caballo, sin darle tiempo de reaccionar se abalanzaron sobre él los mastines que trataba de lancear y, tomando justa venganza, acabaron sin contemplación con él.

   Tras apaciguar y agradecer a sus mastines su bravura, como había hecho anteriormente, recogió los caballos de los moros, no porque pensara en que escaparan de aquel paraíso de ricos pastos, lo hacía para que si alguno de ellos iba en busca de su natural carencia en su careo, no pudiera alertar al resto de su enemigos de lo que estaba ocurriendo; en sus pensamientos se decía: “ya solo quedan ocho”. Volvió a lomos de su caballo, llamó a varios de los mastines y, junto a ellos al galope, enfiló hacia el camino que va a Monterilla, pensando cómo emboscar a sus siguientes rivales. No tardó en llegar a Monterilla y allí se encontró un cuadro parecido al anterior, los moros bregando con los mastines que, a dentelladas, se aferraban a las patas de los caballos de los intrusos, de tal manera que ya habían descabalgado a dos de ellos que, empuñando sus kabilas, daban estocadas al aire intentando alcanzar a los mastines, que se defendían con bravura y sin temor, a pesar de recibir alguna que otra cuchillada que ya había acabado con tres de estos poderosos perros, mientras tanto el tercero galopaba en la distancia tratando de coger los caballos de sus compañeros que, como alma que lleva el diablo, habían salido pies en polvorosa.

Paraje de la Monterilla

    La visión del joven guerrero a galope tendido acercándose a ellos montado en su pequeño pero valioso caballo, con sus largas piernas colgando que a lo lejos parecía que ayudaban al caballo en su galope impulsándolo con más brío, escoltado por cuatro grandes mastines a la carrera con la boca llena de espumarajos blancos que resaltaban aún más si cabe en su inmensa cabeza negra, ya no solo asombraba, daba verdadero pánico; los moros, al verlo más, pensaron en el mismo diablo que venía hacia ellos con sus perros del averno, y así era, pero este diablo era de carne y hueso y tan solo tenía diecinueve años. Al llegar a ellos, tanto jinete como perros se abalanzaron; el joven dio una estocada que arrancó de cuajo la mano de unos de los moros, volando por los aires la mano y la kabila que empuñaba. El moro, gritando de dolor, maldecía al tiempo que saltaron sobre él dos de los mastines que llegaban a la carrera; el otro moro no corrió mejor suerte, acabó con el cuello partido de un mordisco de estos poderosos canes; en cuanto al tercero, lo había perdido de vista en su loca carrera tras los caballos de sus compañeros, días después apareció sus caballo medio cojo y tuvieron que pasar varios meses antes de encontrarlo muerto en el fondo de un sima: en su loca carrera habían tropezado caballo y jinete con la boca de esta sima, con tal mala suerte que el caballo rodó con una pata malherido y el jinete en la caída se partió el cuello al caer en ella.

    El joven Hernán pensó que ya no era hora de sigilos ni celadas, sabía que su padre se acercaba y no debería de andar ya muy lejos, como así era, ya solo quedaban cinco de los intrusos, ya que el que dejaba atrás por el camino que cogió, o bien se tropezaría con los refuerzos que su padre traía o terminaría perdido, como así fue, por lo que no suponía ningún peligro para él. Se dirigió a trote corto, acompañado de sus cuatro mastines, a los que se les habían unido otros tres de los que allí estaban, tranquilamente, hacia Majá las Calles, sabía que allí no sería posible contar con la distracción de los mastines, ya que estos no eran especialmente amigos de las yeguas, que recelaban de ellos, por lo que no se hermanaban como con ovejas y cabras y dejaban a las yeguas pastar tranquilas con sus potrillos, pero pensó que solo quedan cinco y nosotros somos ocho, los siete mastines y él, más y con ventaja.

   Su empeño ya no era derrotar a sus enemigos, su objetivo era impedir que estos huyeran llevando consigo algunas yeguas, ya que del resto de ganado sabía que ya no les quedaba ni tiempo ni hombres para poder hacerlo y las gentes de su padre estarían al caer; tomando un respiro, caminó hacia su destino, siempre mirando a su izquierda por si veía a sus enemigos emprender la huida hacia el puerto que por ahí caía. Llego a la entrada de Majá las Calles y, a lo lejos, contempló como los cinco jinetes que quedaban revoloteaban alrededor de las yeguas que habían juntado; él los vio y ellos a él, su figura desgarbada se exageraba, montado sobre su pequeño caballo produjo grandes carcajadas a los moros que contemplaban cómo se acercaba. De los cinco, uno era el sobrino del alcaide de Baza, Aben-Zaid, y jefe de la expedición, por su tío conocía de la gran rivalidad que tenía con un gigantesco caballero de aquellos lares pero también sabía que ya había muerto, por lo que dedujo que debería de ser algún pariente el gigante que se acercaba, ya más cerca contempló el hermoso ejemplar que a lomos lo traía y recordó la historia que su tío le había contado sobre su viejo enemigo, y cómo éste, en la entrada y toma de Huéscar, había robado un semental y tres yeguas que eran propiedad del alcaide de esa villa, descendientes de las yeguas Saglawieh que al califa de Córdoba le entregaron como tributo los beduinos africanos; era esta estirpe de caballos la más sagrada para los sarracenos de al-Ándalus, por lo que la afrenta de su robo aún era recordada.

Alcazaba de Baza

   Desconociendo todo lo acontecido y pensando que sus nueve compañeros ausentes estarían al caer, pensó que sería gran honra matar a aquel imberbe y recuperar el semental que montaba, a buen seguro descendiente de aquellos robados en Huéscar, y lavar de paso el honor de todos los buenos musulmanes que entonces fueron agraviados; seguro estaba de su victoria, él que se había criado en la corte de Granada y había tenido los mismos maestros de armas que los hijos del Emir, él que montaba un hermoso caballo también de la sangre de los Saglawieh y portaba una espada jineta bellamente engalanada con rubíes y zafiros regalo del mismísimo Emir granadino, ¿qué tenía que temer de aquel destartalado joven de apenas barba en la cara?

   Al llegar a tiro de ballesta de ellos, el joven se paró desafiante y les grito: “¡quietos donde estáis bandidos sarracenos, pues no he de permitir que de aquí partáis con alguna de mis yeguas o ganados!”. Por respuesta sonaron unas risotadas de los sarracenos y el reto desafiante de su jefe a singular combate campal; él, sin descomponerse, aceptó dicho desafío diciendo su nombre y su estirpe, que su abuelo había derrotado a los moros de Baza en más de una ocasión con la misma espada que ahora él portaba, de lo acontecido a sus camaradas, y como él y sus mastines los habían derrotado y dado muerte, y cómo pensaba hacer lo mismo con ellos cinco; al oír esto ya no se antojaba tan fácil la pelea, pero como buen caballero ya no podía retrasarse y no le quedaba más que vencer o morir, mientras sus compañeros escuchaban asombrados lo que el joven relataba, a la vez que miraban a los perros gruñendo con las bocas aún machadas de la sangre de sus compañeros, temían una señal del valiente joven y que estos se abalanzarán sobre ellos.

   Establecidos los términos del duelo hicieron un gran círculo, en una parte de este se encontraban los cuatros jinetes que acompañaban al caballero nazarita, enfrente de ellos los siete mastines que obedientemente había dejado al acecho nuestro joven, en el centro los dos contendientes a lomos de sus respectivos caballos; el duelo comenzó y en la primera acometida espadas y jinetes chocaron en el aire, con tal virulencia había lanzado su golpe el joven Hernán que dobló el brazo de su oponente quebrándolo y lanzándolo lejos de su cabalgadura, no le dio tiempo a levantarse al joven emir bastetano cuando el largo brazo del cristiano le asestó un terrible golpe que le seccionó la cabeza de su tronco, volando esta con los ojos descompuestos del desgraciado mahometano; sus compañeros de correrías al ver esto volvieron grupas y picarón espuelas camino del puerto, con tal celeridad partieron que no pararon hasta llegar a la ciudad de Baza para enfrentarse a la ira de su caudillo Aben Zaid. Acabada ya la gran Pelea que el joven Hernán Martínez había tenido en solitario con los moros de Granada, poco a poco fueron apareciendo los mozos y peones que corrieron a esconderse en los covachos de la zona y, asombrados, contemplaron lo acontecido. No tardaron mucho tiempo en llegar los refuerzos al mando de su padre que seguían el reguero de sangre y muerte que tras de sí había dejado su hijo, cuando por fin se encontraron y tras comprobar que estaba de una pieza le espetó: “Bien puedes decir que eres nieto de quien eres”.

   Esta hazaña pronto recorrió toda la frontera entre moros y cristianos. De la gran Pelea de este Hernán contra moros de Granada, el joven, de todo el botín, solo conservó la silla y los jaeces del caballo que llevaba el joven emir bastetano, todo lo demás lo donó y repartió entre sus mozos y peones. Es a partir de ese día cuando a aquel lugar se le empezó a llamar los Campos de la gran Pelea de Hernán primero, para quedar posteriormente como Campos de Hernán Pelea. Estos hechos no pasaron desapercibidos para el comendador de Segura, que nombró al joven Hernán, al igual que a su abuelo Caballero de Sierra, a los pocos años ya comenzada la definitiva reconquista del reino de Granada, fue llamado por el maestre de la Orden de Santiago Alonso de Cárdenas junto a él, y en esta hueste coincidió con un pariente que era originario como él de la villa de Siles, Aparicio de Segura, con el que hizo gran amistad y se hermanaron en la lucha, de tal manera que el Maestre solía decir que de tener más caballeros como los primos de Segura, la guerra de Granada se ganaba en una sola campaña.

   Al terminar la guerra de Granada volvió el guerrero a su hogar de El Hornillo, donde ejerció como Caballero de Sierra hasta el fin de sus días, fue respetado y admirado por su singular Pelea y por sus hazañas en la guerra de Granada. Su espada se guardó por gran tiempo en la sede del concejo de la ya villa de Santiago de la Espada, y se dice que ésta tomo nombre “de la Espada”, por esta espada que tan bien defendió su territorio.

Santiago de la Espada. (El Hornillo)

   Epílogo: cuando los cuatro supervivientes de la Pelea de los Campos llegaron a Baza, con gran temor contaron lo ocurrido a su emir Aben-Zaid, éste, a punto estuvo de mandar cortarles las cabeza por haber abandonado el cuerpo de su sobrino, al que quería como a un hijo, pero se contuvo y pensó que gran parte de culpa era suya por haber pensado que, habiendo muerto su viejo enemigo, la victoria sería fácil y el botín grande; recordó como las tierras de la Encomienda de Segura estaba habitada por rudos montañeses, hombres libres apegados a sus montañas y privilegios, descendientes a su vez de los duros montañeses leoneses que tantos quebraderos de cabeza habían dado a sus ancestros musulmanes, en las duras luchas en este paraíso que era al-Ándalus.

   A fin de cuentas, fue él quien decidió esta entrada a Segura en vez de al Adelantado, habitado por siervos blandos y sin apego a un territorio, que era de un arzobispo al cual le preocupaban más los rezos que el bienestar de sus siervos; si bien el botín hubiera sido menor, habría evitado el ridículo de la derrota y de cómo un solo montañés había podido con catorce de sus mejores caballeros. A esto le vino a la mente la advertencia que le había hecho un adivina, una noche loca de su juventud, en una taberna del Albayzín, donde le predijo “guárdate de quien se llame Hernán”, había pensado que con la muerte de sus viejo enemigo esta había acabado, y, mira por donde, el nieto del mismo nombre lo había vuelto a perjudicar; pensó en tenerlo en cuenta y de momento no molestar más a la encomienda de Segura.

Pedro Pablo Cano Henares

Posdata: el maleficio no acabó aquí como pensó Aben-Zaid, tan solo siete años más tarde murió a manos de Hernán Pérez del Pulgar y García Osorio, en la Toma de la ciudad de Baza.


UNA TRADICIÓN DIFERENTE EN LA SIERRA DE SEGURA.

$
0
0

AQUELLAS TRADICIONES DE LA NAVIDAD

(j.t.)

Nos encontramos a las puertas de unas celebraciones de Navidad, fin de año y Reyes que inevitablemente viviremos de forma extremadamente particular. Este año nos ha traído una pandemia que estamos viviendo y sufriendo con angustia y mucha desolación, una pandemia que ha transformado repentinamente nuestra forma de vida, nuestros hábitos y costumbres, una pandemia que se ha llevado a muchos, especialmente mayores, que lucharon en mil batallas que les presentó la vida y que no han podido, por desgracia, superar este último obstáculo.

Serán unas celebraciones envueltas en cierta amargura y resignación, donde la precaución se hará presente a cada momento y la responsabilidad individual no debe de estar ausente de nuestros comportamientos. Pero intentaremos sobreponernos a estas dificultades, trataremos de dar ese aire festivo a todas las limitaciones impuestas y volveremos a decorar nuestros hogares con esa particularidad que siempre aportan estas fiestas. Y es que inevitablemente cuando llega el puente festivo de la Constitución y la Inmaculada empezamos a respirar un ambiente diferente, decoramos nuestras casas, los pueblos y ciudades se visten de luces de colores, la publicidad nos anima constantemente al consumismo navideño y nuestro corazón comienza a reblandecerse con aires de ternura y fraternidad. Y en el centro de todo, la familia, esa familia cercana en la distancia, o no tan cercana, que aprovecha estas fechas para salvar puentes y kilómetros para poder compartir ese espíritu que impregna estas celebraciones, este año con más restricciones, pero con la misma carga de buenos deseos.

Volverán las tradiciones, vestir el árbol, montar el belén, cantar villancicos y las abundantes comidas donde los platos de carne con pavo o pollo de corral, cabrito, cordero segureño o cochinillo tendrán protagonismo y donde no faltará el broche de unos buenos y tradicionales dulces de mantecados, roscos, hojaldres, turrones y cualquier otro suculento y típico manjar.

Y es que entramos en una época especial, en el llamado solsticio de invierno que está perfectamente enmarcado entre dos celebraciones de gran arraigo popular, Santa Lucía (13 de diciembre) y San Antón (17 de enero), ambas celebradas intensamente en nuestro entorno con esplendorosas luminarias siguiendo una tradición ancestral que también dice que sólo se cantarán aguilandos entre estas dos fechas pues de lo contrario podría traer desgracias a la familia o al colectivo. Y es que era muy habitual reunirse una cuadrilla con algún instrumento como una guitarra, laúd o bandurria, unos platillos, zambombas artesanales hechas aprovechando la vejigas de los cerdos sacrificados en las recientes matanzas, también de panderetas confeccionadas a base de colocar en una pequeña tableta unos pequeños platillos de hojalata sujetados con puntas por uno de los bordes y por el opuesto se labraban una especie de dientes de sierra en la madera que se deslizaban sobre otra tableta también con platillos de hojalata aunque esta sin dientes haciéndolas sonar a través de la fricción, y por supuesto de panderos elaborados con piel animal y botellas de anís sobre las que se deslizaban ruidosas cucharas. De esta forma se disponían a recorrer las calles de la población, tocando y cantando puerta a puerta, pero siempre acompañados de la figura del mochilero que solía ser el más atrevido y dicharachero del grupo, y se encargaba de llevar en un saco, alforjas o cesta todos aquellos productos que se recogían de la generosidad de los vecinos a los que, con su labia y gracia, convencía para aumentar el volumen de sus donativos.

Ya alrededor de las hogueras, la víspera de Santa Lucía, se oirán los primeros cánticos o aguilandos del año, y "hasta San Antón, pascuas son" ya lo dice el refrán. Durante este ciclo, cuadrillas de aguilanderos, que solían ser las mismas que las de animeros (cofradías de ánimas) recorrían las calles pidiendo el aguilando de casa en casa, de aldea en aldea, de cortijo en cortijo, como ya hemos dicho anteriormente.

¿Se reza o se canta? Expresaba con gracia el mochilero, a lo que respondían los vecinos “se reza”, en los casos en que hubiera muerto algún familiar y estar de luto o “se canta” en los demás casos. Todo el grupo rezaba alguna oración o cantaba, según el deseo manifestado, repitiendo las estrofas al cantar de un signo vehemente y gracioso u otro más punzante dependiendo de la generosidad que hubieren mostrado los visitados. No solían cantarse, salvo fueran solicitados, villancicos, siendo más bien coplillas y estrofas de ámbito popular que hacían referencia a acontecimientos tradicionales o acontecidos del lugar, de la que a continuación aportamos algunos ejemplos de las más usadas y populares:

Entra, entra mochilero

con la mochila en la mano

hinca la rodilla al suelo

“pa” que te den el aguilando.

 

Si no me das el aguinaldo

que anoche te lo pedí

que te dé un dolor de muelas

que no te puedas dormir.

 

Agulín, agulín,

aguilín, aguilando.

De aquí no me voy

sin el aguilando.

 

San José carpintero

nadie lo quiere

y su esposa María

por él se muere.

 

A esta casa hemos llegao

cuatrocientos en cuadrilla

si quieres que nos sentemos

sacar cuatrocientas sillas.

 

Si nos das el “aguilando”

no nos lo dé usted en bellotas,

que están las alforjas rotas

y no caben más que tortas.

 

La zambomba pide pan

y el carrizo pide vino

y el que la va tocando

bueno cachos de tocino.

 

A las 12 de la noche

llama María a José

levántate esposo mío

que el niño quiere nacer.

 

El 8 la Concepción

el 13 Santa Lucía

el 24 se ve cristo

en brazos de María.

 

En el portal de belén

hay un viejo haciendo botas

se le escapó la almara

y se pinchó las pelotas.

 

El aguinaldo te pido

no te lo pido por faltas

te lo pido con alegría

porque estamos en Pascua.

Como preámbulo a la festividad, en algunos lugares de la Sierra, teníamos las “misas de gozo”. Estas celebraciones se iniciaban el día 15 y tenían continuidad durante nueve días. Normalmente se celebraban a las 6 de la mañana para que la gente, al terminar la misa, pudiera ir a recoger la aceituna sin quitarle tiempo al jornal. Las misas resultaban bastante amenas, pues se cantaban villancicos durante su transcurso. Años después se hacían por la tarde después de la jornada de trabajo ya que el sol en estas fechas cae pronto, y así, después de la misa, aprovechar el momento para la relación social, donde unos comentaban la dura jornada de trabajo entre olivos y otros conversaciones diversas, mientras los que pertenecían al coro de la parroquia, se quedaban ensayando los villancicos a cantar en las celebraciones próximas. Pero esta vieja tradición fue decayendo en participación hasta llegar, hoy en día en toda la Sierra, a desaparecer.

Mientras tanto la mayoría de las mujeres, en sus hogares, realizaban los preparativos para la elaboración de los tradicionales dulces navideños. Porque si hay una época en la que los más golosos disfrutan, esa es la Navidad y Año Nuevo. Era momento en que las familias hacían de la fraternidad motivo de reunión, porque estas fechas tienen magia, especialmente para los más pequeños, de ilusión para aquellos que esperan con ansia la llegada de algún ser querido que está lejos el resto del tiempo, aunque para ser francos, también son tiempos de nostálgica en ocasiones, cuando en las celebraciones hay un hueco de algún allegado que ya no se va a volver a llenar. Ponerse juntos en torno a una mesa era la fórmula perfecta para convertir en excepcionales los momentos que se tenían que vivir, y entre risas y comentarios degustar ricas viandas que tendrían como colofón esos dulces tradicionales de elaboración casera como roscos de vino o de anís, hojaldres y mantecados; y como no, acompañados de alguna que otra copilla de la típica mistela segureña elaborada a base de café.

La vida ha cambiado, pero es particularidad nuestra que las tradiciones se pierdan, por eso me permito recomendaros que durante estas fiestas navideñas no perdamos el espíritu, el espíritu de la Navidad, ese espíritu que te hace sonreír más, te hace sentir más cercano a los demás, hace que tengamos el corazón más abierto y predispuesto a la solidaridad….en definitiva, hagamos de la Navidad ese tiempo en el que mantenemos en viva memoria a todos los que la distancia nos impide ofrecerles directamente nuestra afectividad, mientras para aquellos que se encuentren a nuestro lado, y dadas las particularidades de distanciamiento social que son altamente recomendables en este peculiar año, hagamos que sientan nuestra cercanía ante la ausencia de los besos y abrazos, hagamos que nuestra sonrisa salga del corazón, y  ofrezcámosles nuestros mejores deseos de felicidad en este tiempo tan complicado que nos está tocando vivir.

Feliz Navidad y Año Nuevo segureños y segureñas, allá donde estéis, disfrutar en paz de estas fiestas y mantengamos viva la tradición y la llama de la esperanza en que nos espera un tiempo mejor a todos.

LOS PUENTES EN EL PUENTE.

$
0
0


EL PUENTE NUEVO

Por José Ant. Molina Real

Cuando nombramos algún lugar o población, lo hacemos con una denominación que se suele perder en el tiempo. La toponimia estudia la evolución y el origen de esos nombres de lugares, pueblos y ciudades. En el caso de Puente de Génave no hace falta hacer un profundo estudio para desentrañar el origen de su nombre y más siendo un lugar relativamente joven a nivel histórico.

El nombre de nuestro pueblo hace clara referencia a la existencia de un puente, el llamado por nosotros Puente Viejo, de clara fábrica romana y datado en el S. I a.C. al ser construido como elemento básico para salvar el río Guadalimar en el trazado de la vía que comunicaba Castulo (actual Linares) y Cartagena. De ahí adquiere la primera parte de su nombre, mientras que la segunda parte, Génave, hace referencia a los agricultores de esa localidad, especializada en el cultivo de cereales, que año a año, cosecha tras cosecha, se desplazaban a este lugar atravesando dicho puente para efectuar sus tareas de molienda del grano en un molino de su propiedad situado justo al lado de ese puente romano, y de ahí el nombre que se fue asumiendo de forma popular para denominarlo como “puente de los de Génave” para nombrar a ese antiguo puente en torno al cual, se fueron desarrollando diferentes núcleos de población o cortijadas que finalmente darían origen a la aldea y posteriormente al municipio de Puente de Génave.

Pero nuestro pueblo no sólo tiene como referencia ese puente romano o “Puente Viejo”. Desde finales del S. XIX se alza majestuoso el llamado “Puente Nuevo” como elemento básico para salvar el río Guadalimar en el trazado de la carretera nacional 322, en un lugar donde el río horada la roca para abrirse paso dejando un perfecto vado donde resulta fácil, ya lo fue para los romanos, diseñar una construcción para salvar sus aguas. Cuando se diseñó la CN-322 se realizó siguiendo el trazado milenario de la vía Augusta romana, sucesora de la llamada Vía Heráclea diseñada por los griegos para comunicar las tierras alicantinas con la rica civilización de Tartesos allá por el S. IV a.C. Es pues evidente que la carretera sigue un trazado similar para comunicar Andalucía y Levante, dibujando una peculiar "S" a su paso por "el Puente", al tener que adaptarse al paso sobre el río que se hará, por este puente de fábrica nueva, de norte a sur rompiendo la dirección noreste a suroeste que sigue el trazado.

El proyecto de construcción de este nuevo puente va parejo al de la carretera de Albacete a Jaén por Alcaráz, incluido en el Real Decreto que, en artículo único, aprueba el Plan General de Carreteras de España de conformidad con el dictamen de la Junta Consultiva de Caminos, Canales y Puertos. En este plan diseñado por el gobierno del General Leopoldo O’Donnell el 7 de septiembre de 1860, incluiría la carretera, que según consta como la que une “la Loma de Úbeda y Albacete por Villacarrillo y Alcaráz” como vía de primer orden y que lógicamente incluía el paso por Puente de Génave. Este plan fue posteriormente modificado y aprobado por Real Decreto de 6 de septiembre de 1864 bajo el gobierno de D. Alejandro Mon y Menéndez y posteriormente desarrollado por el gobierno del General Narváez hasta la definitiva redacción del proyecto del paso por nuestro pueblo que data de 1869 y es obra del ingeniero de caminos D. Luis Larios, donde queda reflejada la necesidad de construcción de un puente de nueva fábrica al ser totalmente insuficiente el ya existente.

Queda claro que la decisión de construcción de este nuevo puente cambió la historia de nuestro pueblo, puesto que D. Luis Larios estuvo barajando la posibilidad de un trazado alternativo que evitaría su paso por nuestro pueblo cruzándose el río antes de llegar a Paules para después seguir el trazado cercano a los Avileses y Cortijos Nuevos y continuar hacia El Palomo, Verjaga, Los Pesebres y Las Tiesas, donde enlazaría con la carretera justo antes de llegar a las inmediaciones de Génave; pero se reconsideró esta opción básicamente por dos razones, una porque la construcción del puente en la zona próxima a Paules debía ser de mayor longitud lo cual encarecía la obra y otra porque su trazado siguiendo la ladera norte del monte Salfarath obligaría a mayores refuerzos de taludes dada la peor calidad de sus tierras. Afortunadamente para nuestro pueblo, eso posibilitó la construcción de nuestro puente, al que pronto empezaremos a llamar “Puente Nuevo”, para diferenciarlo del otro, el “Puente Viejo” que ya existía, al suponer un paso nuevo que permitía la comunicación entre los dos nacientes núcleos de población que se desarrollaron en torno al molino harinero, denominado de Anica en la actualidad, la Mina y el Cortijo de las Ánimas por un lado y por otro el molino, llamado y perteneciente a Génave situado junto al Puente Viejo, algunas casa que formaban la Calle Mayor (San Isidro) o la calle del Río (Las Parras) y la cortijada de Pedro Nares; uniendo así ambos márgenes del río, los que se denominaban popularmente como “aquel lao” y “este lao”.

Concretamente se contempla la construcción de nuestro puente en el fragmento del proyecto que se iniciaba en el puente para superar el río Beas y concluía en el límite provincial con Albacete y que se dividía en siete tramos, estando el paso por Puente de Génave contemplado en el número tres, de 5,852 km., presupuestado en 242.215 pesetas, de las que la construcción de casillas para peones camineros, alcantarillas de evacuación de aguas, pontones y puentes mayores, entre los que estaría el nuestro, ascenderían a un total de 133,416 pesetas. 

Hay que mencionar que en ese momento nuestro pueblo no era una entidad poblacional homogénea pues, como ya se ha mencionado, contaba con algunas cortijadas cercanas como la de Pedro Nares, la Mina, el Cortijo de la Vicaría o el Cortijo de las Ánimas. Destacamos en ese incipiente núcleo de población, creado en torno al Puente Viejo y el Camino Real que lo atravesaba, la existencia de tres molinos harineros a los que solían acudir, como ya hemos dicho, los productores de cereales de Génave, uno de ellos, propiedad de D. Clemente Bono, aparece en el Boletín de la Sociedad Geográfica, en 1875, ubicado en este lugar a una distancia del punto de referencia en Alicante de 304’33 Km. y una altitud sobre el nivel del mar de 548’684 mts. De hecho, decir que, en 1871, primer año de existencia de los Registros Civiles de la Puerta de Segura, el municipio al que pertenecía nuestro pueblo, este lugar junto al Puente Viejo, denominado ya Puente de Génave, apenas si contaba con 100 habitantes, siendo una población que se dedicaba a las labores agrícolas favorecidas por la vega de río, algún arriero, albañil o talabartero, viviendo en condiciones paupérrimas entre miseria y atraso social y económico; destacando la existencia de una venta donde los viajeros pudieran reponer fuerzas situada en la confluencia de la Calle Mayor (San Isidro) y el Camino de las Moreas, donde el río permitía el paso por su escasa profundidad en un vado que conducía al camino que nos unía con la aldea de Los Llanos y La Puerta, salvando así un trayecto que no contaba con núcleos de población desde Génave hasta Villanueva del Arzobispo.

Las obras tuvieron un lento desarrollo debido a la precariedad de recursos económicos y las circunstancias de inestabilidad política a nivel estatal a causa de la Revolución de 1868 (La Gloriosa) y posterior proclamación de la Primera República Española en una época conocida como Sexenio Democrático (1868-1874), que paralizaron la ejecución de las obras en diversas ocasiones, siendo en 1876 con la llegada al gobierno de Cánovas del Castillo, en el inicio de la época de la llamada Restauración Borbónica, quien le dio el impulso necesario para la finalización del trayecto proyectado, aunque las obras definitivas de este tramo número tres no se iniciaron hasta 1886 al dotarse definitivamente de presupuesto para su ejecución, incluyendo otro tipo de construcciones como diversos puentes menores o tajeas (181 en total), las casillas de peones camineros (20 en total), alcantarillas para evacuación de aguas pluviales (80 en total) o puentes mayores, entre los que destaca el que se construyó en nuestro pueblo sobre el río Guadalimar (7 en total). En concreto, en el año 1884, se publicaba en la Revista de Obras Públicas informaciones que precisaban la construcción de tres grandes puentes en el tramo que iba desde Puente de Génave hasta el límite de provincia de Albacete, siendo uno nuestro Puente Nuevo, otro el situado sobre el río Herreros en Génave y por último otro sobre el Arroyo del Sequillo en el término de Villarrodrigo; estando, en 1889 año en que se terminó la obra del Puente Nuevo, construidos 210,427 km de carretera, con 79,412 km en la provincia de Albacete restando otros 30,104 km. más y 131,704 km. en la provincia de Jaén faltando 17,704 km. para finalizar la obra en la provincia y completar así el trayecto programado desde Albacete hasta Úbeda y Baeza.

El desarrollo del proyecto de construcción de este tramo número tres comprendido entre el puente sobre el río Beas y el límite de provincia con Albacete, supuso una gran afluencia de gente de distintos oficios como canteros, picapedreros, carreteros, carpinteros, arrieros, albañiles, muleros, etc… que, bien solos o con sus familias, llegaron desde poblaciones cercanas a aquella tranquila aldea de agricultores, jornaleros, molineros, arrieros o posaderos que se había convertido aquel núcleo de población denominado el Puente de los de Génave, siendo años de cierta prosperidad por la dinámica económica generada por la obra, bien en las labores de construcción propiamente dichas o en la aportación de materiales que principalmente provenían de una pequeña cantera situada en el Cerro de El Padrastro, cerca de Vergaja y Los Pesebres mientras que la ladrillería se aportó desde una alfarería de la Puerta, situada en las cercanías de la actual Venta de San José.

De esta forma el proyecto de construcción fue tomando forma dando como resultado la construcción de un gran puente que sigue las tipologías de construcción propias de finales del S. XIX, para así acoger todo el tránsito de personas, caballerías, carruajes y ya también algún que otro vehículo, jubilando de sus funciones a su pequeño y vecino hermano “Puente Viejo”. El nuevo puente, de mayores dimensiones y pensado para soportar mayor volumen de tráfico, presenta interesantes innovaciones constructivas como son el rebajamiento de sus bóvedas o de ámbito técnico con el estrechamiento de sus bases para favorecer el paso del agua en ese lugar, ya de por sí algo estrecho, favoreciendo una mínima acción erosiva sobre su sillería, con tres ojos cubiertos por arcos escarzanos de 12 mts. de luz, siendo de mayor proporción el central que descansa sobre dos grandes pilares rectangulares de impecable sillería de 10 mts. de altura y 8 mts. de ancho, rebordeados en sus tajamares con forma semicircular y estribos en los extremos que descansan en el lecho del río y facilitan de esa manera el correcto transito del agua. Las bóvedas que se originan en estos arcos de medio cañón son muy rebajadas y realizadas en ladrillo rojo, estando perfiladas con excelente sillería en sus laterales. Los arcos laterales descansan su parte externa en la propia roca del terreno aportando solidez a la construcción, dejando así un paso de unos 40 mts. de longitud y de 5 mts. de anchura siendo reforzado para seguridad con malecones laterales de sillería 0,5 mts. de espesor.

Construida la carretera con el trazado que tiene actualmente, y el puente en el lugar donde estaba aquella cortijada, nuestro pequeño pueblo empezó a crecer, no sólo por la iniciativa de algunos de los trabajadores en la construcción de la carretera que decidió establecerse de forma definitiva con sus familias en el lugar, sino también con la llegada de bastantes serranos que adivinaron las enormes perspectivas de progreso que se daban en aquella, hasta ese momento, pequeña aldea que pronto aumentó considerablemente en población, llegando a finales de S.XIX a contar con cerca de 400 habitantes. Y de ahí en adelante, la historia de nuestro pueblo ha evolucionado estrechamente relacionada con la carretera, convirtiéndose, de forma paulatina, en punto de referencia, en cuanto a la movilidad de personas y mercancías, de toda la Sierra de Segura, suponiendo también un destacado centro de pernoctación y descanso para aquellos viajeros que iban o venían desde las zonas costeras del levante español.

Todo ello ha sido así hasta que, no hace mucho, la carretera nacional se desvió de la población, construyéndose una circunvalación, por lo que ya no se pasa por el casco urbano de Puente de Génave, a menos que intencionadamente se quiera entrar a la población. El Puente Nuevo también ha sido forzado ya a una limitación de funciones y se le ha liberado de trabajo, pues sirve sólo para comunicar los dos barrios del Puente que quedan separados por el río, aunque eso no es poco. Y así, el uno junto al otro, el Viejo y el Nuevo, uno jubilado y otro más ocioso, sólo les queda contemplar, por más siglos, el paso por sus ojos de las rojizas aguas del Guadalimar.


CERVANTES, D. QUIJOTE Y LAS TIERRAS DE LA SIERRA DE SEGURA.

$
0
0
La propia cercanía geográfica de los lugares donde desarrolló gran parte de su vida nos puede hacer pensar que la vinculación, cuestión que evidentemente quedó después reflejada en su obra, de D. Miguel de Cervantes con Jaén y la Sierra de Segura fue considerable. Esta es la cuestión que se intenta demostrar en este artículo de Alejandro F. Idáñez que a continuación les presentamos. 

LA SIERRA DE SEGURA EN LA OBRA DE CERVANTES.

Por Alejandro Faustino Idáñez de Aguilar.

     Entre los personajes ilustres que han visitado la comarca de la Sierra de Segura o que han residido en ella, se cuentan algunas de las más importantes figuras de la literatura española y de la mística religiosa. Jorge Manrique, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Miguel de Cervantes, Francisco de Quevedo, y otros más modernos, cuya presencia habría que estudiar algún día detenidamente. Hoy vamos a centrar la atención sobre don Miguel de Cervantes, autor de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”, el libro más conocido y seguramente leído del mundo junto con la Biblia.

Miguel de Cervantes

    Cervantes nació en 1547 en Alcalá de Henares, hijo de Rodrigo Cervantes, un cirujano-barbero, parecido a un practicante o ayudante sanitario de nuestros días, y de su esposa Leonor de Cortinas; residiendo en dicha ciudad, Valladolid, Esquivias, Sevilla, Córdoba, Toledo y finalmente Madrid, donde muere en 1616 a los 69 años. De su presencia en la zona de Segura y su tierra hay testimonios fehacientes en diversas fuentes y autores. En su condición de Comisario Real de Abastos, Miguel de Cervantes, recibe en 1591 la orden de trasladarse a Jaén para proseguir las sacas de cereales destinadas al abastecimiento de la Armada. Según nos dice Trapiello en su obra “Las vidas de Miguel de Cervantes”, ­“…..después de Jaén se dirigió Cervantes a varios pueblos más de Andalucía, entre los que se contaron Estepona, Baeza y Úbeda, donde a la sazón vivió, en el convento de carmelitas, Juan de Yepes, conocido tras subir a los altares con San Juan de la Cruz…”. Quedando ratificada por la mayor parte de sus biógrafos la presencia de D. Miguel, en los primeros meses de ese año 1592, recorriendo la mayor parte de los caminos de las provincias andaluzas de Sevilla, Córdoba y Jaén.

Baeza

     Como viajero incansable por los caminos de España, fueron muchas las ocasiones en que Cervantes transitó por las vías que discurren por la comarca de Segura en sus frecuentes desplazamientos a Sevilla y otros muchos lugares andaluces, desde Madrid y Toledo, a cuyo fin pasaría por la vieja ruta que, desde la antigua ciudad de Cástulo, cerca de Linares, discurre por la zona del Condado, cruza el río Guadalimar y a través de Montizón y Villamanrique hasta Mariana (actual Puebla del Príncipe), Almedina y, a través de Villanueva de los Infantes, se dirigía en dirección a Toledo o a Madrid, en un viaje de ida y vuelta que repitió en nombradas ocasiones, deteniéndose a pernoctar en las diversas ventas y posadas que ofrecían sus servicios a los viajeros, entre las cuales alguna de ellas estaba situada en terrenos pertenecientes a la encomienda de Segura.

Castillo. Montizón

    En cuanto a la presencia de don Quijote y Sancho,  recientes estudios  realizados por un equipo de la Universidad Complutense de los distintos  viajes y desplazamientos de los protagonistas que narra la novela, localizan como centro de las rutas de Don Quijote y Sancho la ciudad de Villanueva de los Infantes, capital del Campo de Montiel limítrofe a la comarca de la Sierra de Segura, transcurriendo muchos de los avatares vividos por ambos personajes en Sierra Morena, y en concreto, en la franja que separa Jaén y Ciudad Real al norte de la Sierra segureña, que algunos escritores recogen.

Plaza Mayor. Villanueva de los Infantes

    Precisamente en esa ruta se encuentra la Venta del Villar, una antigua posada de viajeros que era propiedad de la encomienda de Segura, junto a la dehesa de Zahora y otros bienes, que más tarde sería llamada Venta Nueva, situada entre Montizón y Villamanrique. Un lugar donde Cervantes tuvo que hacer noche en varias ocasiones a lo largo de su vida, y en la cual se desarrolló la bien conocida escena en que Don Quijote es armado caballero por su viejo amigo el posadero junto al pilón de agua del patio, y otras aventuras increíbles que tienen lugar en los caminos de acceso que transcurren por la zona. Este hecho está avalado por varias fuentes y testimonios de autores: “La Venta Nueva, una venta situada a dos leguas de distancia, donde tiene lugar el manteo de Sancho está situada entre la Torre de Juan Abad y Villamanrique mientras que la Venta de los Santos, en plena Sierra Morena, estaría situada entre Chiclana y Santisteban del Puerto, además de describir otros lugares de nuestra Sierra Morena”, según atestigua Zamora Moreno.

    El uso de la Venta Nueva era muy frecuente entre los viajeros que seguían el Camino Real de Toledo a Granada, siendo ruta utilizada por Quevedo, por el rey Felipe IV o las tropas francesas de Napoleón, para seguir desde allí por el paraje de Barranco Hondo en Villamanrique, siendo esta población donde confluía con el Camino Real de Andalucía a Valencia que se dirigía hacia el este desde las poblaciones del Condado por Albaladejo y Villanueva de la Fuente (antigua Mentesa oretana). Por lo tanto, no es de extrañar que Cervantes transitara asiduamente por estos caminos y por los que desde aquí unían estos lugares manchegos con la Sierra de Segura para continuar a Cartagena, según informa M. Corchado en su estudio.

Caminos en el Campo de Montiel

    Son varios los parajes entonces propiedad de Segura y su encomienda, y de la encomienda de Montizón, donde don Quijote ejerce su oficio caballeresco en defensa de los desvalidos, liberando a un pastorcillo de los castigos que su amo le propinaba atado a una encina, y de los daños que infieren al caballero los mercaderes toledanos con que se cruza en el camino, que le devuelven a su casa malherido. Ya en la primera salida de andanzas, don Quijote, alude a estos lugares que narra el capítulo II de la primera parte: “Y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los más calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza y por la puerta falsa de un  corral salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo….cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas (del colchón de su cama), subió sobre su famoso caballo Rocinante y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel. Y era la verdad que por él caminaba.” También en el capítulo XXVIII, recuerda el autor los parajes montañosos tan queridos para él: “Diose don Quijote una gran palmada en la frente y comenzó a reír muy de gana y dijo: -Pues no anduve yo en Sierra Morena, ni en todo el discurso de nuestras salidas, sino dos meses apenas…”. Así mismo, en la segunda salida del caballero andante, que narra en el capítulo VII, Cervantes explica la ruta que emprende el viajero: “Acertó don Quijote a tomar la misma derrota (rumbo) que fue por el campo de Montiel, por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez pasada, porque por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol no le fatigaban”.

D. Quijote y Sancho

    De la repetida permanencia de D. Quijote en Sierra Morena es abundante la mención que se contiene en varios pasajes del libro, y en concreto en el mismo título de los capítulos XXIII al XXVI. A este respecto, conviene aclarar que, la Sierra Morena a que se refiere D. Quijote es el tramo que ocupa el Campo de Montiel en la divisoria entre La Mancha y Jaén, por donde iba el camino de paso entre Toledo y Andalucía que confluía con el de Valencia y Cartagena. Un trecho que coincide con los actuales pueblos castellano-manchegos del sureste de Ciudad Real como Villanueva de los Infantes, Terrinches, Montiel, Almedina, Villamanrique, Torre de Juan Abad o Albaladejo y los jiennenses de Villarrodrigo, Siles, Orcera, La Puerta, Génave, Puente de Génave, Montizón o Chiclana de Segura.

Campo de Montiel y la Sierra de Segura

    Son varias las aventuras que viven los famosos personajes don Quijote y Sancho en los campos del área manchego-segureña y sus proximidades, según Zamora Moreno al afirmar que: “en estas tierras, nuestro entorno, se describen una buena parte de los acontecimientos más bellos e importantes de la obra de Cervantes. Del capítulo XV al LII que resulta ser el 35 % de toda su obra y el 75 % de la primera parte del Quijote, todo ello en la segunda salida del Quijote”. Citas textuales de la presencia del hidalgo caballero en los terrenos intermedios entre Ciudad Real y Jaén, se acreditan en el Cap. XXIII “De lo que le aconteció al famoso don Quijote en Sierra Morena…”, en el Cap. XXIV “Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena…”, en el Cap. XXV “Que trata de las extrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero de la Mancha…” o en el Cap. XXVI “Donde se prosiguen las finezas que de enamorado hizo don Quijote en Sierra Morena…”. Estas referencias demuestran la frecuencia con que Don Quijote y Sancho deambulaban por la parte de Sierra Morena que se reparte entre las tierras del Campo de Montiel y las de la Encomienda de Segura, siendo algunos parajes perfectamente identificables para muchos habitantes de Villarrodrigo, Génave y otros municipios de la Sierra de Segura.

Mapa de la zona manchego-segureña S.XVII

    Aunque no se sabe con certeza la secuencia de la redacción de la famosa novela por su autor, lo más probable es que el Quijote se engendrara y se empezara a escribir en Andalucía; para después perfilarse en la Mancha…, escribiéndose en diferentes periodos que podrían corresponder a las distintas andanzas del caballero, siendo probable que Cervantes escribiera su libro a lo largo de mucho tiempo y con muchas interrupciones, viajando con sus papeles. Hay que imaginarlo, por lo tanto, años enteros yendo de un lugar a otro de Andalucía, parando a dormir en diferentes sitios, residiendo algún tiempo en un pueblo o una ciudad de nuestro entorno y así iría escribiendo, según afirma J. Marías. Por lo tanto, no entra dentro de lo descabellado pensar en la posibilidad de que Cervantes pudiera escribir algunas páginas en la ya nombrada Venta Nueva. Y otro tanto cabe pensar sobre el lenguaje de don Quijote y Sancho, que pudieron usar alguna de las palabras utilizadas en los parajes del Campo de Montiel y aún de la zona inmediata de la Sierra de Segura, pues, solamente un viajero que había conocido varios países, lenguas y ambientes diferentes podría hacer gala de un léxico tan rico como el que muestra en el libro, pues, como afirma J. Marías en su texto “Cervantes, clave española”, Cervantes maneja todos los registros del lenguaje, desde los más elevados, alambicados, retóricos, arcaizantes, hasta los más populares, coloquiales, desgarrados, burlescos, la germanía, absolutamente todo; por lo que no cree que haya ningún otro autor que use con tanta seguridad, acierto y complacencia todos los registros del español; y que solamente con su obra se pueda reconstruir toda la lengua española de su tiempo, el vocabulario, los giros, los modismos, los refranes, los diferentes tonos, los niveles”.

Ejemplar facsímil del Quijote.

    Cervantes fue coetáneo de otros ilustres visitantes de la zona como  San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús que había fallecido en 1582, interviniendo el escritor en el  acto de beatificación de esta última celebrado el 25 de septiembre de 1614, con motivo de las justas poéticas organizadas, donde el autor declamaría un poema titulado “Por Miguel de Cervantes a los éxtasis de la Beata Madre Teresa de Jesús”, durante el cual una mascarada estudiantil representó también los imaginarios esponsales de Don Quijote y Doña Dulcinea, que ya eran personajes cervantinos famosos.

Representación de la obra de Miguel de Cervantes.

    Sirvan estas líneas para dejar constancia de la presencia de don Miguel de Cervantes y sus personajes novelescos en tierras de la zona de Segura, en la parte que ocupan las estribaciones de Sierra Morena delimitada en La Mancha por su Campo de Montiel y por la comarca de la Sierra de Segura en la zona jiennense, cerca de los ríos Guadalmena y Guadalimar que separan ambas áreas.

 

Bibliografía consultada

-El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Felipe González Rojas, Editor. Madrid, 1894 

-Don Quijote de la Mancha. Real Academia Española de la Lengua. Edición del IV Centenario. Santillana Ediciones. Madrid 2004

-Corchado Soriano, M. “Pasos naturales y antiguos caminos entre Jaén y la Mancha”.Boletín del Instituto de Estudios Giennenses nº 38, pp.9-40. Jaén, 1963

-Marías. J. Cervantes clave española. Alianza Editorial.Madrid, 1990

-Rodríguez Castillejo. J. Don Quijote por los Campos de Montiel. Ciudad Real, 1999

-Rodríguez Perea, S. Desde un lugar de La Mancha. Ciempozuelos, 1997

-Spunberg, Alberto. Miguel de Cervantes. Ediciones Rueda. Madrid, 2003

-Trapiello. A. Las vidas de Miguel de Cervantes. Ed. Planeta. Barcelona, 1993

-Al morir don Quijote. Ediciones Destino. Barcelona, 2006

-Villaverde Gil, A. Viaje por La Mancha de don Quijote y Sancho. Aache Ediciones. Guadalajara, 2002

-Vizcaíno, J.A.  Caminos de La Mancha. Ediciones Alfaguara. Madrid, 1966

-Zamora Moreno, C. Chiclana de Segura. Egedsa. Sabadell, 2005

UNA LARGA HISTORIA.

$
0
0

En el presente artículo pasamos a revelar el largo periplo que se tuvo que pasar para convertir en realidad la notable aspiración de dotar a nuestro pueblo de un instituto de enseñanza secundaria. La exitosa gestión, contó con el decidido apoyo de diversos colectivos sociales, educativos y de los ayuntamientos afectados por una planificación educativa que hubiera supuesto una marginación para muchos jóvenes de nuestro pueblo y otros pueblos colindantes, que afortunadamente se pudo corregir gracias al esfuerzo de todos. Aquí quedan reflejadas las particularidades de una gestión que proporcionó a Puente de Génave de un importantísimo servicio del que están disfrutando numerosas generaciones de jóvenes de nuestro pueblo y comarca. 

Fachada principal del centro.

NUESTRO INSTITUTO. SU HISTORIA.

( j.t. )

La historia de nuestro instituto, el IES Valle del Guadalimar, es una historia repleta de obstáculos y dificultades. En primer lugar, porque en el Mapa Escolar que presentó la Junta de Andalucía de forma provisional allá por 1995, para la aplicación de la LOGSE, no se contemplaba la existencia de este centro en nuestro pueblo al no haber los alumnos suficientes establecidos en dicha normativa provisional, con lo que los alumnos de Puente de Génave se tendrían que haber desplazado a Arroyo del Ojanco al finalizar segundo curso de secundaria, pues era Arroyo del Ojanco donde el nuevo mapa establecía la creación de un Centro de Secundaria. Inmediatamente, desde el Ayuntamiento, se establecieron los criterios, con el apoyo de la comunidad educativa local y en coordinación con los Ayuntamientos de Villarrodrigo y de Génave, para interpelar a la Consejería de Educación y proponer una alternativa que finalmente fue aprobada tras no pocos esfuerzos. De esta forma se contempló la creación de un centro de secundaria en Puente de Génave donde asistirían los alumnos de las localidades mencionadas y los núcleos de población de Peñolite, Los Pascuales, Los Llanos, Venta San José y Bonache, para así “ahorrar” un gran número de kilómetros, hasta cerca de cincuenta, y tiempo en sus desplazamientos, al no tener otra alternativa en el mapa escolar que los centros de Siles y el de Arroyo del Ojanco al nuevo centro solicitado por nuestro pueblo. Ante el requerimiento se ofertaron locales y se hicieron todo tipo de gestiones para finalmente conseguir que la Junta, y su departamento de educación a través de la Delegación de Educación en Jaén, incluyera nuestro instituto en el Mapa Escolar Andaluz definitivo.

De esa forma, durante el curso 1997/98, se creó la Sección Educativa dependiente del IES Doctor Francisco Marín de Siles, para impartir estudios de secundaria en nuestro pueblo. Así los alumnos de 1º y 2º de ESO ya no estarían en el colegio San Isidro Labrador y, además, los alumnos de 3º y 4º de ESO no tendrían que viajar para ir a Siles o Beas de Segura.

Actividades educativas del centro.

Ya en el verano de 1998, se hicieron las obras necesarias para habilitar los locales de la Escuela de Agricultura Ecológica con seis aulas, además de otras pequeñas dependencias que harían la función de sala de profesores, departamentos, secretaría, sala de reuniones y aula de apoyo, siendo la calle el lugar reservado para el recreo, situación precaria que duró más de tres años. Paralelamente al inicio de las clases, se asignan los terrenos, se adjudica la redacción del proyecto de obras, que tardará más de la cuenta en ejecutarse, se licitarán las obras y se adjudican a la empresa Beltrán Campos de Baeza, que había competido con otras dos empresas constructoras de Madrid y de Sevilla.

Es fácil imaginar que ese primer curso contó con una ardua planificación que sirvió para captar alumnos, previsión de unidades y profesores, secuenciación de objetivos, elaboración de programas de actividades extraescolares y un plan de tratamiento de temas transversales; siendo doce profesores, algunos compartidos con el instituto de Siles, los que atendieron, en ese curso inicial, a seis grupos de ESO (un primero, dos segundos, dos terceros y un cuarto).

El curso siguiente 1999/2000, se tuvo también seis grupos, con la misma distribución que el curso anterior. Ese año ya se contó con profesor de Educación Especial y con dos aulas prefabricadas para aliviar estrecheces, incluso se acondicionó un sótano para utilizarlo como taller de tecnología. Era evidente que las instalaciones no eran las más idóneas, ya que incluso, cuando se producían lluvias, las humedades eran grandes e incluso se llegó a padecer inundaciones.

Actividades docentes del centro.

A pesar de las dificultades, en el curso 2000/01 ya eran siete los grupos al añadirse una nueva clase de cuarto y se pudo contar con un aula de educación especial; pero el prometido nuevo edificio no llegaba a pesar de tener un enorme incremento de matrícula por haber conseguido dejar de ser una sección del instituto de Siles, para así convertirnos en centro educativo reglado, posibilitando la incorporación de nuevos alumnos de tercero y cuarto procedentes de Génave y Villarrodrigo y de las pedanías circundantes: Peñolite, Los Pascuales, Los Llanos, Venta San José y Bonache. Esto en la práctica produjo enormes problemas de espacio y masificación en las precarias instalaciones provisionales con las que se disponía, lo que provocó mayor urgencia en la finalización de la obra del edificio nuevo en Pedronares. Pero la obra, que debería haber finalizado en mayo de 2001, se fue demorando a pesar de las sucesivas promesas de la empresa constructora, hasta que, finalmente, ésta presenta suspensión de pagos a primeros del año 2002. Afortunadamente, la Intervención Judicial no se opone a la resolución del contrato con el Ayuntamiento, con lo que se podrá finalizar la obra adjudicándola a otra empresa constructora, haciendo las gestiones desde el Ayuntamiento, colectivos de padres y personal docente frente a la Delegación de Educación en Jaén para una recepción parcial del edificio, aún inacabado (faltaba pequeños detalles estructurales, el gimnasio y acondicionar pistas deportivas), y así poder trasladar, a finales del mes de abril de 2002, todo el material, cosa que se hizo en tan sólo un fin de semana, para iniciar la dinámica docente en unas nuevas instalaciones del Instituto de Enseñanza Secundaria Valle del Guadalimar, nombre que se le otorgó al centro tras convocar votación entre padres, alumnos y personal docente, aprobándose posteriormente en Consejo Escolar y trasmitido a las autoridades educativas.

Rótulo identificativo de la Junta de Andalucía

La obra se reinició durante el curso 2002/03 por otra empresa adjudicataria, recibiendo sus clases de forma ya normalizada otros siete grupos: un primero, dos segundos, dos terceros, dos cuartos y un desdoble para diversificación curricular. Todo ello, a pesar que la obra discurría a ritmo excesivamente lento, especialmente la del gimnasio, no siendo concluidas hasta los últimos meses del año 2004, donde ya se pudo disfrutar de un perfecto y completo equipamiento docente.

Un largo periplo que, de todos modos, ha merecido la pena. Las cosas, muchas veces, la inmensa mayoría de veces, cuestan más de lo esperado, por lo tanto, vamos a felicitarnos porque nuestro pueblo cuenta con un importante servicio, que se suma a nivel educativo al colegio de educación primaria San Isidro Labrador y a la escuela infantil Carmen Medina, dotando a nivel educativo a nuestro pueblo de unos servicios educativos plenos que nada tienen que envidiar a los de poblaciones de mayor tamaño que Puente de Génave.

EL TERRITORIO ANDALUZ

$
0
0

Con motivo de la celebración del Día de Andalucía, desde este blog, queremos seguir con la serie de artículos relacionados con nuestra tierra. Anteriormente, y siempre en fechas cercanas al 28 de febrero, dedicamos artículos a Blas Infante, a la bandera, al himno o a su escudo; todos ellos símbolos que nos identifican. En esta ocasión nos centraremos en el territorio y su evolución histórica hasta llegar a ser estructurado como una entidad, que abarca a las ocho provincias, de gestión y autogobierno.

HISTORIA DE UNA TIERRA.

( j t )

En la actualidad entendemos como delimitación territorial de Andalucía la contemplada en el Estatuto de Autonomía Andaluz aprobado por los andaluces, en referéndum el 20 de octubre de 1981; constituyendo Andalucía como comunidad autónoma del Estado español. No obstante, debemos considerar que este territorio no siempre tuvo los mismos componentes ni la misma estructuración por lo que pasamos a exponer brevemente su historia anterior hasta la actualidad hasta llegar a ser considerado nacionalidad histórica por la Constitución Española de 1978. La primera de las consideraciones sería su posición geoestratégica en el extremo sur de Europa, entre esta y África, entre el Atlántico y el Mediterráneo, así como sus riquezas minerales y agrícolas y su gran extensión superficial de 87 597 km², formando una conjunción de factores que hicieron de este territorio un foco de atracción de muchas civilizaciones ya desde los inicios de la Edad de los Metales.

Delimitación territorial de Andalucía

Su situación geográfica como nexo entre África y Europa, hace que algunos historiadores apunten a que los primeros homínidos europeos, previo paso del Estrecho de Gibraltar procedentes de África, se ubicaron en el territorio andaluz. Posteriormente, las primeras culturas que se desarrollaron en este entorno como fueron la de Los Millares, El Argar o Tartessos, tuvieron un claro matiz orientalizante, debido a la clara influencia que pueblos del Mediterráneo oriental ejercieron desde sus actividades comerciales coloniales al asentarse en sus costas en busca de sus riquezas, dejando un gran desarrollo civilizador. Fueron principalmente griegos y fenicios los protagonistas de esta influencia, derivando en un próspero momento histórico que tuvo hitos como la fundación de Cádiz, la ciudad más antigua de Europa occidental, seguida en antigüedad por otra ciudad andaluza, Málaga.

Ámbito territorial de la civilización de Tartesos

Posteriormente, este territorio quedó incorporado plenamente al Imperio Romano con su conquista, creándose la provincia de la Bética, subdivisión de una primitiva provincia que data de conquista romana llamada Hispania Ulterior. Dada su condición de provincia senatorial debido a su altísimo grado de romanización, fue la única provincia de Hispania en ostentar esta condición, teniendo gran importancia económica y política dentro del Imperio, al que aportó numerosos magistrados y senadores, además de las figuras sobresalientes de los emperadores Trajano y Adriano. Serán las invasiones germánicas de vándalos y posteriormente de visigodos las que ocuparon estas tierras, aunque no hicieron desaparecer el papel cultural y político de la Bética y durante los siglos V y VI. De esta forma, los terratenientes béticorromanos mantuvieron prácticamente su independencia impositiva, aunque no política, con respecto a Toledo que era la capital visigoda, destacando figuras dentro de la cultura, la política o la religión como San Isidoro de Sevilla o San Hermenegildo.

Bética romana.

De todos es conocido que en el 711 se produjo una importante ruptura cultural con la conquista musulmana de la península ibérica. El territorio andaluz fue el principal centro político de los distintos estados musulmanes de Al-Ándalus, que así denominaron a este dominio peninsular del que sólo escapaban las zonas montañosas del norte, siendo Córdoba la capital y uno de los principales centros culturales y económicos del mundo por aquel entonces. Este período de florecimiento culminó con el Califato Omeya de Córdoba, donde destacaron figuras como Abderramán III o Alhakén II. Posteriormente, en el siglo XI, se produjo un período de grave crisis política que fue aprovechado por los reinos cristianos del norte peninsular para avanzar en sus conquistas y por los distintos imperios norteafricanos, como almorávides o almohades, que se fueron sucediendo ejerciendo su influencia en todo Al-Ándalus y también establecieron sus centros de poder en la península en Granada y Sevilla, respectivamente. Entre estos periodos de centralización de poder, su produjo la fragmentación política del territorio peninsular en diferentes fases y periodos de reinos de taifas. Entre estos reinos de taifas, el Reino nazarí de Granada, tuvo un papel histórico y emblemático destacado.

Territorio andaluz durante la dominación árabe

La Corona de Castilla fue conquistando paulatinamente los territorios del sur peninsular. Fernando III personalizó la conquista de todo el valle del Guadalquivir en el siglo XIII. El territorio andaluz quedó dividido en una parte cristiana y otra musulmana hasta que en 1492 la conquista de la península ibérica finalizó con la toma de Granada por parte de los Reyes Católicos. No obstante, este reino de Granada, mantuvo su singularidad administrativa dentro del contexto de los territorios de la corona castellana​ debido, sobre todo, a su carácter emblemático como culminación de la Reconquista y al hecho poseer una serie de particularidades que lo diferenciaban del resto de territorio andaluz reconquistado en el siglo XIII, más de dos siglos antes. A pesar de las claras similitudes entre la Andalucía del Guadalquivir y el reino de Granada, se mantuvo la diferenciación administrativa entre el reino de Granada y el resto del Andalucía distribuida en los reinos de Jaén, Córdoba y Sevilla, pues Granada fue el único reino que realmente gozó de una entidad política, administrativa y militar propia, mientras que los reinos de Sevilla, Córdoba y Jaén poseyeron la titulación, pero no la estructura de reino pues su administración fue unificada en un ente superior llamado Andalucía​.

De este modo, el sur peninsular quedará dividido desde 1492, y hasta 1833, en dos entidades administrativas, Andalucía por un lado y el reino de Granada por otro, cada cual con su estructura administrativa, judicial y militar propia; es decir, cada entidad conservó su propio notario mayor, adelantado mayor, capitán general, chancillería, su audiencia y su entidad religiosa con arzobispado con sede una en Sevilla y otra en Granada​. De este modo, con el establecimiento de sus representantes directos en Granada tras la Reconquista, los reyes dejaron clara la diferenciación entre Andalucía y Granada, presidida esta última por una tetrarquía político-religiosa, encabezada en sus inicios por el arzobispo Hernando de Talavera, el conde de Tendilla, Andrés Calderón y Hernando de Zafra.

La Andalucía de los dos reinos.

Debemos considerar que la existencia, en el reino de Granada, de una gran población morisca marcaba una diferencia fundamental entre el reino recién incorporado y la parte de Andalucía consolidada dos siglos atrás como territorio castellano. No obstante, tras la Rebelión de las Alpujarras y la expulsión de los moriscos, las peculiaridades socioculturales del reino de Granada respecto a los otros reinos andaluces fueron diluyéndose progresivamente​, aunque mantuvo la estructura administrativa propia, pero el hecho de que la repoblación, tras la expulsión morisca, de dicho reino se realizara mayoritariamente por andaluces del resto del territorio, propició que la noción de unidad territorial de toda Andalucía se extendiera, de hecho, al conjunto de los cuatro reinos,​ identificados en algunas fuentes en el siglo XVII con la antigua provincia Bética y frecuentemente denominados los "cuatro reinos de Andalucía", al menos desde mediados del siglo XVIII​, incluso apareciendo así en un mapa de la península ibérica datado en 1770, aunque debemos decir que fruto de una consideración meramente geográfica y nominal pues ambas entidades siguieron conservando sus propia administración, cuestión que perduró hasta 1833 hasta la división administrativa y provincial de Javier de Burgos. Así pues, desde mediados del siglo XVIII los reinos de Córdoba, Jaén, Sevilla y Granada, comenzaron a denominarse conjuntamente como los cuatro reinos de Andalucía, ocupando casi la misma extensión que la actual comunidad autónoma de Andalucía.

S. XVIII. Delimitación de los cuatro reinos andaluces

El estallido de la guerra de la Independencia, en mayo de 1808, establece un nuevo orden de la mano de Napoleón, que pone a su hermano José Bonaparte en el trono. En 1810, el gobierno bajo control francés, intenta ordenar el territorio, dividiéndolo en 38 prefecturas, al estilo de las establecidas en Francia, y 111 subprefecturas, según el proyecto del ingeniero y matemático José María Lanz.​ Las prefecturas recibirían nombres relativas a accidentes geográficos, fundamentalmente ríos y cabos. Esta división hacía tabla rasa de los condicionantes históricos, pero nunca llegó a entrar en vigor, pues el gobierno de José I tan solo controlaba una parte del territorio español y, por otra parte, Napoleón planeaba la incorporación a Francia de las tierras al norte del Ebro. Se crearon 38 prefecturas peninsulares más Baleares y Canarias, quedando en lo que respecta a nuestro territorio dividido en seis prefecturas, además de otra que nos afectaba de forma parcial al incluir la totalidad de las tierras de la Sierra de Segura de Jaén y Granada. La composición es la siguiente:

Prefectura del Genil, con capital en Granada (provincias de Almería y Granada) con las Subprefecturas en Granada, Almería y Baza.

Prefectura del Guadalete, con capital en Jerez de la Frontera (provincia de Cádiz) con las subprefecturas en Jerez de la Frontera, Cádiz y Ronda.

Prefectura del Guadalquivir Alto, con capital en Jaén (provincia de Jaén) con las subprefecturas en Jaén, Úbeda y La Carolina.

Prefectura del Guadalquivir Bajo, con capital en Sevilla (provincias de Huelva y Sevilla) con las subprefecturas en Sevilla, Ayamonte y Aracena.

Prefectura del Guadalquivir y Guadajoz, con capital en Córdoba (provincia de Córdoba) con las subprefecturas en Córdoba, Écija y Lucena.

Prefectura del Salado, con capital en Málaga (provincia de Málaga y sureste de la de Sevilla) con las subprefecturas en Málaga, Osuna y Antequera.

Prefectura del Segura, aunque mayoritariamente fuera de la delimitación de la actual Andalucía, que tenía capital en Murcia (provincia de Murcia, noreste de la de Granada, parte central de la de Albacete y la vega Baja del Segura de la provincia de Alicante) con las subprefecturas en Murcia, Cartagena, Albacete y Huéscar.

Mapa de las prefecturas francesas.

La Guerra de la Independencia impidió adoptar todas estas reformas, pero propició que las Cortes de Cádiz, en 1811, derogaran los señoríos jurisdiccionales, desapareciendo así la división entre señorío y realengo, permitiendo crear 32 provincias, según el nomenclátor de Floridablanca, con algunas correcciones, que no será definitiva pues en 1813 encargan una nueva división provincial a Felipe Bauzá, que determina la existencia de 36 provincias, con siete provincias subalternas, con criterios históricos. Pero nada de esto se llegó a concretar, y el regreso de Fernando VII supuso la vuelta al Antiguo Régimen y la vuelta a dividir España en 29 intendencias generales y 13 consulados. Poco después, con la llegada nuevamente del liberalismo tras el levantamiento del general Riego, durante el Trienio Liberal (1820-1823), se impulsa la construcción del Estado liberal, y con él se promueve una nueva división provincial, aunque primero se recuperan las diputaciones de 1813. Se trataba de que esta división alcanzara a todo el país, sin excepciones, y fuera la trama única para las actividades administrativas, gubernativas, judiciales y económicas, según criterios de igualdad jurídica, unidad y eficacia. Por esa razón, en enero de 1822, se diseña y aprueba, con carácter provisional, una división provincial de España en 52 provincias, apareciendo ya con su diseño prácticamente idéntico al actual las provincias de Almería, Cádiz, Córdoba, Granada, Huelva, Jaén, Málaga y Sevilla, al asumir el territorio provincial el nombre de la ciudad que ostentaba su capitalidad. Algunas de estas provincias aparecen por primera vez, como las de Almería y Málaga (desgajadas del tradicional Reino de Granada) o Huelva (del Reino de Sevilla), mientras que la comarca de la Sierra de Segura continuaba pareciendo vinculada a Murcia. Es cierto que este proyecto hace pocas concesiones a la historia, y se rige por criterios de población, extensión y coherencia geográfica, existiendo una voluntad de superar los nombres históricos y adjudicando a ciudades relevantes el título administrativo de capital provincial. Pero la caída del gobierno liberal y la restauración del absolutismo dio al traste con el proyecto y en 1823 se restablecen las provincias del Antiguo Régimen por lo que el plan de 1822 nunca llegó a entrar en vigor.

Delimitación provincial de 1822

No será hasta 1833 cuando se vuelve a acometer una reforma provincial. Será Javier de Burgos quien incluirá a 49 provincias, agrupando por primera vez las provincias en regiones, pero no teniendo ningún tipo de competencia u órgano administrativo o jurisdiccional común a las provincias que agrupaba, teniendo la adscripción a regiones un carácter clasificatorio, sin pretensiones de operatividad administrativa. Este Real Decreto de 30 de noviembre de 1833 en su Artículo 2 define a Andalucía comprendiendo los reinos de Córdoba, Granada, Jaén y Sevilla, se divide en las ocho provincias siguientes: Córdoba, Jaén, Granada, Almería, Málaga, Sevilla, Cádiz y Huelva. Del antiguo reino de Granada se extrajeron íntegramente la provincia de Almería, la de Granada y la mayor parte de la provincia de Málaga. La provincia de Jaén se formó uniendo las localidades del antiguo reino de Jaén, excepto los municipios de Belmez y Villafranca de Córdoba que se incorporaron a Córdoba, pero sumándole dos poblaciones que hasta entonces pertenecían a La Mancha como fueron Beas de Segura y Chiclana de Segura, también los lugares de Benatae, Génave, Orcera, Santiago de la Espada, Segura de la Sierra (con los agregados de La Puerta y de Bujaraiza), Siles, Torres y Villarrodrigo que hasta ese momento pertenecían al reino de Murcia y por último, la nueva provincia de Jaén, incorporó dos enclaves del reino de Granada como fueron Bélmez de la Moraleda y Solera (municipio hoy integrado en Huelma). El antiguo reino de Córdoba fue la base de la nueva provincia cordobesa, a la que se unió los lugares, hasta entonces, de Extremadura como Belalcázar, Fuente la Lancha, Hinojosa del Duque y Villanueva del Duque; también los dos enclaves del reino de Jaén ya nombrados de Belmez (que incluía el municipio de Peñarroya-Pueblonuevo que se segregó en 1886) y Villafranca de Córdoba, anteriormente llamada Villafranca de las Agujas; pero perdiendo el municipio de Chillón con, en aquel entonces aldea, Guadalmez que pasaron a pertenecer a Ciudad Real. Mientras que del antiguo reino de Sevilla se delimitaron la actual provincia de Sevilla a la que se incorporó la población de Guadalcanal, que hasta entonces pertenecía a Extremadura, pero perdiendo en beneficio de Badajoz las poblaciones de El Bodonal, Fregenal de la Sierra e Higuera la Real; la provincia de Huelva incorporando Arroyomolinos de León y Cañaveral de León, que hasta entonces pertenecían a Extremadura y la totalidad de la provincia de Cádiz.

Incorporaciones territoriales a la delimitación
provincial de Javier de Burgos. 1833

Una de las primeras expresiones de la estructuración provincial de Andalucía fueron las juntas provinciales de 1835, federadas en la Junta Suprema de Andalucía; aunque el primer intento de regionalizar la península lo realizó Patricio de la Escosura que promulgó un decreto el 29 de septiembre de 1847, aunque apenas tuvo vigencia, que dividía la península en once gobiernos generales, quedando el territorio andaluz dividido en dos con la región de Andalucía, con capital en Sevilla que agrupaba las provincias de Sevilla, Córdoba, Cádiz y Huelva; y la región de Granada, con capital en Granada que agrupaba las provincias de Granada, Málaga, Almería y Jaén.

Región de Andalucía y región de Granada

Posteriormente, en 1873, durante la Primera República Española, se elaboró un proyecto de Constitución que definía a España como una República Federal, integrada por diecisiete Estados con poder legislativo, ejecutivo y judicial. Según los artículos 92 y 93, estos «Estados» tendrían una «completa autonomía económico-administrativa y toda la autonomía política compatible con la existencia de la Nación», así como «la facultad de darse una Constitución política»; pero esta constitución, que nunca llegó a adoptarse, nada señala sobre las provincias, cuestión que dejaba en competencia de los 17 Estados miembros, entre los cuales, según su artículo primero, se encontraba Andalucía Alta que abarcaba los actuales territorios de Sevilla, Córdoba, Huelva y Cádiz; y Andalucía Baja agrupando a los de Málaga, Jaén, Almería y Granada.

Estados federales durante la I República

Posteriormente, en 1884, Segismundo Moret presentó un nuevo proyecto de ley de 6 de enero de 1884, que distribuía la península e islas adyacentes en quince regiones administrativas y políticas, insistiendo en la idea, dentro de nuestro ámbito geográfico, de dos regiones, la de Granada con Almería, Granada, Jaén y Málaga; y la región de Sevilla con Cádiz, Córdoba, Huelva y Sevilla. Será siete años después cuando se produjo otro intento de regionalización que tampoco se llegó a consumar, en este caso promovido por Francisco Silvela. Mediante una Real Orden de 20 de julio de 1891 y un Proyecto de Ley en la misma fecha que dio cuenta de la intención de organizar el gobierno de la península, Canarias y Baleares en trece regiones que llegarían a obtener algún tipo de consideración autonómica y que insistía, en nuestro territorio con las dos anteriormente dichas de Sevilla y Granada, pero que tampoco llegó a tener efectos administrativos.

En 1931 con la llegada de la Segunda República Española, cuando se introdujo en la Constitución la posibilidad de que las regiones que componían España se convirtiesen en autonomías. Así, en 1932 Cataluña aprobó su Estatuto de autonomía, mientras que las provincias Vascongadas, aunque aprobaron su estatuto autonómico, no la consiguieron hasta 1936; mientras que en Galicia también se redactó un estatuto de autonomía, que fue aprobado en referéndum por el pueblo gallego pero que, al estallar la Guerra Civil, no entró en vigor; y por último Andalucía, con un estatuto promovido por Blas Infante, que quedó redactado pero sin llegar a ser presentado en referéndum ante el pueblo andaluz, en el que se agrupaban las dos regiones tradicionales en que se había dividido el territorio, Sevilla y Granada, para forma una sola con la denominación de Andalucía. Con el final de la guerra civil y la dictadura de Francisco Franco las regiones pierden su importancia política pasando toda gestión territorial a las diputaciones​ y a los Gobiernos Civiles de cada provincia.

Regiones con derecho autonómico durante la II República

No será hasta la democracia en 1975 cuando vuelva a tener sentido hablar de las regiones de España. Cuestión que se reafirma poco después con la aprobación de la Constitución de 1978, en su título VIII capítulo tercero, determina la creación y estructuración del estado autonómico, siendo el 31 de julio de 1981 cuando UCD y PSOE aprueban los pactos autonómicos por los cuales España se vertebra en 17 comunidades autónomas y dos ciudades autónomas (estas últimas lo serán oficialmente en 1995), dividiéndose cada autonomía en varias provincias, excepto aquellas formadas de manera uniprovincial.

Estado autonómico reconocido en la Constitución de 1978

La Comunidad Autónoma Andaluza, considerada como comunidad histórica y por lo tanto siguiendo el proceso contemplado en el artículo 143 de la Constitución, por el que se alcanzan de forma más rápida la plena gestión competencial, consideración ganada a pulso por los andaluces tras el referéndum del 28 de febrero de 1980.

Referendum andaluz por la autonomía

Este marco legal sirvió para la redacción del Estatuto de Autonomía andaluz, redactado el 12 de febrero de 1981 y aprobado en referéndum por los andaluces el 20 de octubre de ese mismo año, 1981, determinando en el mismo que el territorio autonómico se compone de las ocho provincias históricas de Huelva, Cádiz, Sevilla, Málaga, Córdoba, Jaén, Granada y Almería que se correspondían territorialmente, salvo pequeñas modificaciones, con la división provincial establecida por Javier de Burgos en 1833.

Estatuto de Autonomía Andaluz. 30 diciembre 1981

Viewing all 214 articles
Browse latest View live